Portugal se enreda en su ortograf¨ªa
La aplicaci¨®n inminente de reglas aprobadas hace 25 a?os suscita pol¨¦mica entre escritores y ling¨¹istas de los pa¨ªses lus¨®fonos
"Mi patria es la lengua portuguesa¡±, escribi¨® Fernando Pessoa. Pues desde este mes, su patria ha perdido letras y guiones, mudado acentos y reducidas las may¨²sculas, razones suficientes para levantar la bandera de la inconstitucionalidad, pedir un refer¨¦ndum y quemar en la hoguera intelectual al coautor del Novo Acordo Ortogr¨¢fico, el acad¨¦mico Jo?o Malaca Casteleiro. Brasil, mientras, prorroga una y otra vez la adopci¨®n.
El 13 de mayo, si nadie lo impide, morir¨¢ en Portugal la ortograf¨ªa vigente desde 1945 y se aplicar¨¢ la aprobada en 1990. Escribir actual en lugar de atual, puede ser decisivo para suspender una oposici¨®n. Ivo Miguel Barroso lleva cinco a?os movilizando a los portugueses para que se solicite una refer¨¦ndum sobre la nueva ortograf¨ªa. ¡°El Acordo es un acto lesivo a nuestro patrimonio cultural. Como jurista, creo que el Estado no debe reglamentar la ortograf¨ªa de un pueblo¡±, asevera.
El portugu¨¦s es lengua oficial en nueve pa¨ªses de Europa, Am¨¦rica, ?frica y Asia. La dispersi¨®n favorece las diferencias ling¨¹¨ªsticas. ¡°?ramos la ¨²nica lengua con dos ortograf¨ªas diferentes oficiales¡±, explica el acad¨¦mico Malaca Casteleiro, impulsor del Acordo junto al brasile?o Ant?nio Houais, y blanco de las cr¨ªticas. ¡°El Acordo pone fin a cien a?os de guerra ling¨¹¨ªstica entre Brasil y Portugal¡±.
La desafecci¨®n idiom¨¢tica entre los dos pa¨ªses se remonta a 1911, cuando Portugal simplific¨® su gram¨¢tica al margen de Brasil, que nunca la aplic¨®. Durante el siglo XX hubo cinco intentos fallidos de reunificaci¨®n. Malaca se enorgullece del hito hist¨®rico. ¡°El objetivo era unificar, en lo posible, las dos ortograf¨ªas vigentes, la luso-afro-asi¨¢tica y la brasile?a¡±, explica en la Academia de las Ciencias de Lisboa. ¡°Hemos seguido los principios de la simplificaci¨®n y de primar la fon¨¦tica sobre la etimolog¨ªa de la palabra. Y en casos de graf¨ªas muy arraigadas con una misma palabra (como facto en Portugal y fato en Brasil) optamos por la doble graf¨ªa¡±.
Egipcios de ¡®Egito¡¯
El acuerdo ortogr¨¢fico cambia el pa¨ªs de las pir¨¢mides, que pasa a llamarse Egito, pero no a sus nativos, que seguir¨¢n siendo egipcios. El Acordo reduce de 40 a 12 las reglas del uso y abuso del gui¨®n. El fim-de-semana pierde esas uniones que parece que alargan los d¨ªas de asueto; ya sin guiones, y dado los tiempos que corren, hay peligro de que el finde acabe en n¨¢.
El cambio m¨¢s radical gira en torno a la eliminaci¨®n de consonantes mudas (letras c y p, principalmente). Desde este mes, en los ex¨¢menes oficiales ser¨¢ incorreto escribir correcto; y en el mundo de la far¨¢ndula, lo ¨®timo ser¨¢ selecionar al ator y a la atriz por su atua?ao y no por su atrativo o aspeto abstrato. La eliminaci¨®n de la c llega a afectar al miembro masculino que pasar¨¢ a estar, circunstancialmente, ereto, que, digan lo que digan, mengua. En el caso del setor retal, el examen del m¨¦dico podr¨¢ ser t¨¢til y su veredito al gusto del paciente pues se permite la doble graf¨ªa, as¨ª tal cual o todo con c, que, puestos a pagar, mejor con todas las letras.
D¨¦cadas de periodo transitorio, con la convivencia de dos graf¨ªas, han sumido a los medios en la confusi¨®n. ¡°La situaci¨®n actual es de un verdadero caos ortogr¨¢fico¡±, afirma Barroso. Cuando se firm¨® el acuerdo en 1990, los peri¨®dicos portugueses se comprometieron a no aplicarlo. Hoy solo mantiene su promesa el diario P¨²blico.
Las nuevas reglas van a facilitar la ense?anza de la lengua, seg¨²n el escritor angole?o Jos¨¦ Eduardo Agualusa, que opina lo contrario que Miguel Sousa Tavares, que se ufana de haber vendido 50.000 libros en Brasil sin necesidad de cambiar su ortograf¨ªa.
¡°?Cu¨¢l era la necesidad de unificar?¡±, se pregunta la profesora de portugu¨¦s Suzanna Mora. ¡°Nos entendemos perfectamente, no hay problema alguno. Se deber¨ªa respetar el portugu¨¦s de aqu¨ª y el de Brasil. El Acordo solo dificulta la ense?anza con su contexto arbitrario y sus muchas opciones facultativas¡±.
Si la patria de la lengua se reduce a n¨²meros, todo parece m¨¢s prosaico. Los cambios afectan al 1,6% de las palabras portuguesas y al 0,5% de las brasile?as. Antes del Acordo, el 96% del l¨¦xico era igual en cualquier esquina lus¨®fona, ahora llega al 98%. Guarismos m¨ªnimos para justificar las pasiones levantadas, principalmente en Portugal, que estrena la nuevas reglas mientras en Brasil, su presidenta, Dilma Rousseff, alarga el periodo de aplicaci¨®n de 2012 a 2016.
El diputado Jos¨¦ Ribeiro discrepa de la posici¨®n favorable de su partido (CDS): ¡°No estoy en contra; estoy a favor de la revisi¨®n del Acordo. Deber¨ªa haber una mayor protecci¨®n de la variante europea del portugu¨¦s¡±.
La claudicaci¨®n de Europa frente a Brasil es una cr¨ªtica com¨²n del lado portugu¨¦s. ¡°No es verdad¡±, rechaza Malaca. ¡°Nosotros hemos eliminado las consonantes mudas c y p en algunas palabras, y ellos han suprimido la di¨¦resis. Todos hemos cedido¡±.
¡°Es m¨¢s f¨¢cil quitar letras a exigir que las pongan otros, como se intent¨® que hiciera Brasil en 1945¡±, se justifica Malaca. A¨²n as¨ª, tampoco hay unanimidad en Brasil. El profesor Ern?ni Pimentel quiere llevar la simplificaci¨®n ortogr¨¢fica m¨¢s all¨¢, hasta el punto de que la lluvia (chuva), acabe escribi¨¦ndose como xuva.
La lengua la hacen los pueblos, recuerda el acad¨¦mico brasile?o Carlos Heitor Cony, y no los Gobiernos; pero est¨¢ claro que, la ortograf¨ªa, es m¨¢s de academias. ¡°Nada hay peor para mi lengua que los 140 caracteres del Twitter¡±, reconoce el diputado Ribeiro, ¡°pero sigue siendo mi lengua¡±.
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