A pu?etazos por su libertad
El documental ¡®Boxing for freedom¡¯ muestra la vida durante cuatro a?os de Sadaf Rahimi, deportista afgana convertida en ejemplo del movimiento feminista de su pa¨ªs
Las hermanas Rahimi empezaron a boxear en 2009, cuando su familia volvi¨® a Afganist¨¢n del exilio en Ir¨¢n. El padre, taxista, apoy¨® en todo momento a sus cinco hijas ¡ªadem¨¢s tiene un chico¡ª para que hicieran deporte. Su madre es el motor familiar, la que desde casa impulsa a los Rahimi. Dos de ellas empezaron r¨¢pidamente a destacar en el arte de los guantes: Shabnam y la peque?a de 13 a?os Sadaf, que empez¨® a boxear porque idolatraba a Laila Ali, la hija del m¨ªtico Muhammad Ali.
¡°Hoy Sadaf estudia en la universidad y trabaja, es lo que quer¨ªa¡±, cuentan los directores
Si ya parece complicado en cualquier sociedad la pr¨¢ctica de un deporte como el boxeo femenino, que eso se realice en un pa¨ªs musulm¨¢n convirti¨® a las Rahimi en hero¨ªnas y apestadas. Hero¨ªnas, porque de repente se convirtieron en la punta de lanza del movimiento feminista; apestadas, porque hasta en su vecindario dejaron de hablarles: eran las ¨²nicas chicas que abandonaron la escuela no para casarse, como es lo tradicional, sino para entrenar. Junto con una treintena de compa?eras entrenaron durante a?os, bajo la direcci¨®n de un antiguo profesional, en el estadio Ghazi de Kabul, all¨ª donde los talibanes asesinaron a varias mujeres.
La lucha de las Rahimi, en especial de Sadaf, se hizo famos¨ªsima tras ser invitada la peque?a a los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres 2012. Los periodistas se acercaron en manada a ilustrar esta historia de superaci¨®n. Pero all¨ª ya rodaban Silvia Venegas y Juan Antonio Moreno, que conocieron a las Rahimi cuando filmaban en Afganist¨¢n otra pel¨ªcula, La vida m¨¢s all¨¢ de la batalla (2011), sobre los aviones de evacuaci¨®n de emergencia m¨¦dica de la OTAN. As¨ª naci¨® Boxing for Freedom, documental que gan¨® en el pasado festival de M¨¢laga un premio y que hoy se proyecta en el certamen DocumentaMadrid.
Venegas y Moreno han apostado por el largo recorrido, por seguir a la boxeadora cuatro a?os en sus entrenamientos, en su casa, en su desastrosa participaci¨®n en un campeonato en China, y en el terrible momento en el que el Comit¨¦ Ol¨ªmpico de Afganist¨¢n, motivado por reminiscencias machistas del pasado y escud¨¢ndose en una denuncia an¨®nima que aseguraba que iban a huir de su pa¨ªs, revoca su invitaci¨®n a Londres. Ante la c¨¢mara, porque los espa?oles le dieron una para que ilustrara sus conversaciones m¨¢s ¨ªntimas, Sadaf se desga?ita: si hubieran querido huir, ya lo habr¨ªan hecho en China. Adem¨¢s, ?c¨®mo va a dejar a su familia atr¨¢s? De repente del gimnasio desaparecen las alumnas, arrolladas por la desilusi¨®n.
Su sue?o de ir a los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres qued¨® truncado por una falsa denuncia an¨®nima
¡°La historia es agridulce. Porque por un lado no logra su sue?o. Pero la vida sigue, y Sadaf est¨¢ estudiando ahora en la Universidad, y ha logrado rehuir el destino habitual de las afganas: casarse¡±, cuentan los directores. Boxing for Freedom filma a Sadaf ¡ªtras el desenga?o ol¨ªmpico, cuando la prensa occidental la ha abandonado¡ª en la Universidad: ya no es noticia; es algo mejor, asegura Venegas, ¡°una mujer llena de dignidad y coraje, muy consciente de su rol en la sociedad afgana, y que tiene como hero¨ªna a Malalai Joya¡±, la activista y pol¨ªtica afgana que denunci¨® la presencia de los se?ores de la guerra en la Asamblea Constituyente.
El rodaje en Kabul fue muy complicado, y no por la t¨¦cnica. ¡°No quer¨ªamos exponer a Sadaf a que la siguiera un equipo por la calle porque era peligroso¡±. Venegas y Moreno mantienen el contacto con su protagonista: ¡°Ya habla ingl¨¦s. Adem¨¢s de estudiar, est¨¢ dando clases particulares como profesora de matem¨¢ticas. Est¨¢ trabajando, que es, sencillamente, lo que ella quer¨ªa¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.