La ¨®pera sale a la calle y entra en casa
Miles de personas ven ¡®La Traviata¡¯ del Teatro Real en plazas, museos y ¡®online¡¯
El pasado 20 de abril, La Traviata se estren¨® en el Teatro Real. Hab¨ªa 1.750 personas entre el p¨²blico, puestas de largo para asistir al rito verdiano. Ayer tambi¨¦n, pero de manera m¨¢s informal y ante una cifra equiparable a los estadios de f¨²tbol: fueron 45.000 los que pudieron seguir la representaci¨®n en diferentes puntos de Madrid y de todo el pa¨ªs, o m¨¢s si contamos a quienes desde sus casas, gratis, se enchufaron a trav¨¦s de la plataforma digital.
Pero no s¨®lo las decenas de miles de personas que contemplaron sobre las 23.00 en directo la muerte de Violeta Valery, en el sobrecogedor desgarro de la albanesa Ermonela Jaho, asist¨ªan al inicio de otra forma de ver esta contagiosa forma de teatro que vive en esta ¨¦poca otra de sus edades doradas. Tambi¨¦n nac¨ªa una iniciativa que ha puesto de acuerdo a 15 coliseos europeos para la b¨²squeda activa de nuevos p¨²blicos a trav¨¦s de The Opera Platform.
La soprano, 20 minutos antes de salir a escena, no quer¨ªa pensar en la responsabilidad de traspasar las puertas del teatro e impactar con su fogosa fragilidad de mujer que desea devorar la vida a un p¨²blico masivo: ¡°Si lo hiciera, me entrar¨ªa terror. Voy a cantar con el deber de llegar al coraz¨®n de la gente¡±. Al detalle, como impone la indiscreci¨®n de las c¨¢maras: ¡°Con la cara, con los ojos, pero, sobre todo, emocionando por medio de mi voz¡±.
El Palco Digital del Teatro Real ha tenido 120.000 visitas de 129 pa¨ªses
Quiz¨¢s en la negrura de un escenario sombr¨ªo consiguiera su grado de intimidad. Pero al filo de las 20.30, antes de rematar el primer acto con un impecable sobreagudo que arranc¨® aplausos al aire libre, Jaho no se hubiese sentido aislada al clamar: ¡°Sola, abandonada, en este populoso desierto que llaman Par¨ªs¡±.
Nada de eso, estaba en Madrid. Y de fiesta, escrutada por las m¨¢s de 5.000 personas que poblaban la Plaza de Oriente al comenzar la representaci¨®n. Tan solo el sol de ca¨ªda en el oeste estorbaba la nitidez de la imagen. Pero no el entusiasta silencio con que el p¨²blico, sentado entre los pasillos que dejan las flores y debajo de la pantalla, observaba lo que ocurr¨ªa dentro del teatro.
C¨®mo vieron la obra
En Madrid, adem¨¢s de las 800 sillas en la Plaza de Oriente, el p¨²blico pudo ver La Traviata en los auditorios de museos e instituciones como el Prado, el Reina Sof¨ªa, Matadero, el Thyssen-Bornemisza o la Fundaci¨®n Canal.
Otras ciudades que se apuntaron a la emisi¨®n: Segovia, Sevilla, Granada. Pamplona, Vitoria, adem¨¢s por supuesto del streaming por ?pera Europa.
Era un d¨ªa de premonitorio disfrute del arte, una tarde en la que se cruzaban los picnics con los smartphones, los palos selfies y la alucinante capacidad de aguante de los octogenarios mezclados con los adolescentes, pendientes todos de un montaje controvertido por su excesivo conservadurismo aunque sutil en varios detalles simb¨®licos. Pero sobre todo hipnotizados por una fascinante Jaho, emotiva y salvaje.
Esta semana no ha sido una m¨¢s en el teatro madrile?o. Aparte de organizar la representaci¨®n que m¨¢s gente ha presenciado simult¨¢neamente en la historia del Real, m¨¢s de 300 profesionales han debatido en largas sesiones de trabajo las inmensas posibilidades que ofrece Internet.
Ayer viv¨ªa m¨¢s tensi¨®n el control de realizaci¨®n audiovisual que quienes se encontraban en escena, si cabe. Natalia Camacho y David P¨¦rez Gancedo sent¨ªan el peso de la responsabilidad sobre un equipo de m¨¢s de 50 personas para que la retransmisi¨®n en directo resultara impecable. ¡°Ten¨ªa que ser con un t¨ªtulo de tir¨®n popular y tan simb¨®lico¡±, comentaba Joan Matabosch, director art¨ªstico del Real.
Para el director de ?pera Europa, ¡°esta es una ola sobre la que hay que nadar¡±
¡°Esta es una ola sobre la que debemos nadar¡±, comentaba Nicholas Payne, responsable de ?pera Europa. O los grandes teatros e instituciones se apuntan al desarrollo de la expansi¨®n audiovisual y digital o mueren. Para eso mejor unirse. El negocio de los espect¨¢culos empaquetados para disfrutarlos en el sal¨®n de casa lleva sus costes. Una alianza de 15 teatros puede afrontar el reparto de derechos audiovisuales o los nada desde?ables gastos, mediante coproducciones, de nuevos t¨ªtulos.
Las cifras empiezan a dar resultados serios, trozos del pastel que cada cual desea conservar. En el ¨²ltimo ejercicio de un teatro como el Real, su Palco Digital ¡ªa 9,95 euros la conexi¨®n para un estreno en directo y a 4,95 para los diferidos, salvo ayer¡ª, ha reportado ¡°400.000 euros de beneficio¡±, asegura el director general, Ignacio Garc¨ªa Berenguer. La herramienta juega en favor de la expansi¨®n global: ¡°Hemos recibido 120.000 visitas al a?o desde 129 pa¨ªses distintos¡±. Los gestores se muestran cautos e insisten en su labor principal: la b¨²squeda de nuevos p¨²blicos. ¡°De ninguna manera esto puede sustituir la esencia: su contemplaci¨®n dentro de los teatros¡±, remarca Matabosch.
Pero nadie ha dicho que una retransmisi¨®n en directo ¡ªcon alta definici¨®n¡ª sea la ¨®pera. Sin embargo, y de manera creciente, supone otra forma de vivirla. Los cantantes se muestran cada vez m¨¢s conscientes de ello. Hoy un espect¨¢culo l¨ªrico de gran nivel est¨¢ supeditado a las exigencias audiovisuales: micr¨®fonos, marcas en el suelo del escenario, emplazamiento de las c¨¢maras, de los micr¨®fonos. ¡°Al principio, los cantantes lo abordan con miedo; cuando ven el resultado, se tranquilizan¡±, asegura Camacho. La sobreexposici¨®n est¨¢ en los genes de las nuevas generaciones. ¡°Si no nos adaptamos, nos convertiremos en dinosaurios¡±, a?ade Payne. Pero, ?acaso no tiene algo de jur¨¢sico, de intemporal, de eterno, un arte como la l¨ªrica y es ese, precisamente, uno de sus encantos? Incluso si conserva cierto aire decadente, como el montaje firmado por McVicar¡
La plaza de Oriente y este mayo festivo en que Madrid se ech¨® a la calle en busca de la adictiva voluptuosidad del canto deseaban algo que celebrar. Una puesta de largo medio virtual que tuvo su raci¨®n de realidad cuando los artistas salieron a saludar al balc¨®n del teatro y cantaron el brindis en un improvisado coro verdiano. El fin de fiesta perfecto para ganar nuevos adeptos.
Babelia
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