La decadencia misteriosa
La decadencia creativa de determinados autores suele ser tan misteriosa como el enigma de su genialidad anterior. ?De d¨®nde proceden la una y la otra? ?D¨®nde se escapa la segunda cuando la primera acecha? En las escenas inaugurales de Cautivos se intuye el reconocible estilo del canadiense Atom Egoyan, el que le llev¨® entre 1984, a?o de Next of kin, y 2002, con Ararat, a crear una serie de sensacionales, perturbadoras, desoladoras pel¨ªculas: estructura narrativa compleja, con continuos saltos adelante y atr¨¢s en el tiempo; poca informaci¨®n sobre trama y personajes, simples apuntes, pinceladas con las que se crea una especie de suspense narrativo; voyeurismo malsano; m¨²sica de Mychael Danna que otorga atm¨®sfera, inquietud, ambig¨¹edad; un maravilloso travelling con la acci¨®n principal en fuera de campo, con la lentitud del talento, con el brillo del artista, en la escena clim¨¢tica del primer tercio; incluso la nieve remite al director de El dulce porvenir. Por concepto, es dif¨ªcil encontrar malas pel¨ªculas donde la nieve sea un personaje central, y a¨²n m¨¢s una pel¨ªcula de Egoyan. Esa g¨¦lida prisi¨®n atmosf¨¦rica carga a los personajes con el peso del aislamiento. El fr¨ªo conmueve, mata. Y sin embargo...
CAUTIVOS
Direcci¨®n: Atom Egoyan.
Int¨¦rpretes: Ryan Reynolds, Rosario Dawson, Scott Speedman, Mireille Enos, Kevin Durand.
G¨¦nero: drama. Canad¨¢, 2014.
Duraci¨®n: 112 minutos
A los 25 minutos de metraje, a pesar de la sutileza, a pesar de la desestructura narrativa, ya se entiende todo: secuestros de ni?os y pornograf¨ªa infantil. Por comparaci¨®n, ese estado, el engranaje del puzle dram¨¢tico, se produce en Cautivos una media hora antes que en El dulce porvenir. A partir de ah¨ª el espectador ya no est¨¢ alerta, sino centrado. Y entonces llega la cuesta abajo: el desasosiego deja paso al desequilibrio, a las discret¨ªsimas interpretaciones, hasta llegar a un ¨²ltimo tercio, m¨¢s grotesco que inquietante, tosco y dif¨ªcil de asimilar desde una perspectiva veros¨ªmil.
Sorprendentemente, Egoyan, tambi¨¦n guionista, refleja esta vez con m¨¢s br¨ªo el lado heroico, el centro ¨¦tico de su protagonista masculino, que esa esquina oscura en la que tan bien se mov¨ªa en El liquidador o El viaje de Felicia. En la mente de ese gigant¨®n de tradici¨®n vulnerable (M, el vampiro de D¨¹sseldorf, Frankenstein, El cebo), que malinterpreta un rid¨ªculo Kevin Durand, se acumulan todos los desastres de Cautivos. Egoyan lleva casi 15 a?os atascado, cinco pel¨ªculas. De ellas, esta es la m¨¢s reconocible en su universo, la mejor en su concepci¨®n, que no en su desarrollo. La decadencia, ese misterioso estado.
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