Lo sublime rid¨ªculo

En el cine de Almod¨®var se suelen manifestar algunas escenas que colocan a la pel¨ªcula en situaci¨®n de extremo riesgo, momentos situados en la fina l¨ªnea que separa a lo sublime de lo rid¨ªculo y que parecen conspirar para que todo el castillo de naipes se venga abajo. Ocurr¨ªa en Todo sobre mi madre (1999), con esa aparici¨®n de Toni Cant¨® travestido en el cementerio. Y en La piel que habito (2011), con el atigrado Roberto ?lamo cruzando plano o el fragil¨ªsimo equilibrio de ese final que dejaba a tres personajes en la suspensi¨®n de una revelaci¨®n radical.

Ahora, Fran?ois Ozon, cuyo cine no se parece demasiado al de Almod¨®var pero que podr¨ªa compartir con el manchego un mismo inter¨¦s por la transgresi¨®n bajo formas exquisitas, ha construido una pel¨ªcula entera sobre una situaci¨®n ¡ªy, sobre todo, una imagen¡ª que abraza con pasi¨®n la elocuencia y la polisemia de lo sublime rid¨ªculo.

Basada en un relato de Ruth Rendell ¡ªquiz¨¢ no por casualidad autora que inspir¨®, asimismo, Carne tr¨¦mula (1997)¡ª funde, en sus primeras im¨¢genes, un retrato de novia y un acicalamiento mortuorio para entregarse a un pr¨®logo fascinante donde la cr¨®nica abreviada de una amistad femenina, con sustrato l¨¦sbico, adopta con placer los manierismos cursis de un cuento de hadas cruzado con una novela rosa. M¨¢s tarde llega el golpe de efecto que sostendr¨¢ toda la trama: la protagonista descubrir¨¢ en la figura del esposo viudo de su amiga fallecida la posibilidad de sublimar ese amor que, como dir¨ªa ?scar Wilde, no se atrevi¨® a decir su nombre.

Una nueva amiga radicaliza obsesiones tem¨¢ticas del Ozon m¨¢s temprano ¡ªbasta recordar su corto Une robe d¡¯¨¦t¨¦ (1997)¡ª, mantiene relaciones de parentesco con Traje de etiqueta (1986) de Bertrand Blier y Limpieza en seco (1997) de Anne Fontaine y mezcla necr¨®filo melodrama de amour fou con zumbona comedia de cuestionamiento de roles mediante la estrategia de no darse demasiada importancia, pero tomarse muy en serio su premisa.