'Mad Men', el placer ha sido nuestro
"Vivo como si no hubiese ma?ana porque no lo hay" (Don Draper)
Al final, result¨® que Don no ten¨ªa raz¨®n en el primer cap¨ªtulo de Mad Men, que s¨ª habr¨¢ ma?ana. Ha acabado Mad Men y el mundo, incomprensiblemente, ajeno al drama de haber tenido que decir adi¨®s a Don Draper, sigue girando. Peggy, Sally, Joan, Roger, Pete y Don son ya parte de la Historia de la televisi¨®n. Esa televisi¨®n que cambi¨® para siempre Los Soprano, la serie que Matthew Weiner, creador de Mad Men, ayud¨® a hacer grande. Cu¨¢nto debemos al se?or Weiner. A sus pies.
A partir de aqu¨ª, spoilers del final de Mad Men
Los finales son siempre complicados. Poner punto final a una historia as¨ª, dar una salida digna a unos personajes que llevan tanto sobre sus hombros y, a la vez, satisfacer las expectativas de los seguidores. Unas veces se ha optado por el corte radical, como aquel m¨ªtico fundido a negro. Otras se ha optado por hacer expl¨ªcito el final de cada personaje. Otras se ha puesto final a la historia sin jug¨¢rsela, con la conclusi¨®n que ten¨ªa que tener. Mad Men se ha despedido manteniendo su l¨ªnea. ?Fiel a s¨ª misma? En unas cosas s¨ª, en otras no. Pero con un final a la altura de las circunstancias. Y que consigue dejar a los espectadores con una sonrisa en los labios. Porque qui¨¦n iba a decir que la canci¨®n que sonar¨ªa al final de Mad Men ser¨ªa esa.
"La publicidad se basa en una cosa: la felicidad".
Los ¨²ltimos cap¨ªtulos de Mad Men (la serie en la que nunca pasa nada) han tenido altibajos, pero siempre un tono melanc¨®lico que dejaba ver que el adi¨®s estaba cerca. Pero el final, al menos el de Don, ha sido el que ten¨ªa que ser. En su en¨¦sima crisis de identidad, y tras hacernos creer, llorando abrazado a un desconocido, que empieza a entender de qu¨¦ iba eso de la vida, el final demuestra que Don nunca cambiar¨¢, y que ese genio que conocimos en el primer cap¨ªtulo volver¨¢ para estar detr¨¢s de una de esas campa?as que hizo de Coca Cola lo que hoy todav¨ªa es.
Don no pod¨ªa acabar tir¨¢ndose por una ventana. Eso s¨ª habr¨ªa sido traicionar a la serie y al personaje. Draper nunca ha sido de salidas f¨¢ciles. M¨¢s bien es de salidas en c¨ªrculo, de esas que vuelven a la casilla de inicio para no avanzar, no cambiar. Y as¨ª ha sido en su despedida.
Antes, Mad Men nos rob¨® las grandes despedidas que esper¨¢bamos. Las conversaciones telef¨®nicas con Sally, Betty y Peggy son a cada cual m¨¢s demoledora, con sabor a despedida amarga, tan intensas que cortan la respiraci¨®n por lo que se dice y lo que no, lo que va impll¨ªcito. Porque Mad Men nunca nos lo ha dicho todo, y por eso nosotros nos tenemos que despedir de ellos por tel¨¦fono, a distancia, y con mucho dolor.
"Lo que llamas amor fue inventado por gente como yo para vender medias".
Lo de Don es muy grande. Pero lo de Peggy ha chirriado un poco. Ese momento ataque-de-romanticismo-en-la-oficina, tan impropio de Peggy, sonaba a final feliz acelerado para uno de los mejores personajes de la serie, uno de los que m¨¢s ha evolucionado y que solo pod¨ªa tener un buen final. Aunque la forma chirr¨ªa, el fondo es sensato: esa mujer se merece la felicidad y el amor, incluso aunque sean conceptos inventados por gente de su gremio.
Mad Men ha repartido finales felices. Joan, Roger y Pete tambi¨¦n han tenido los suyos. Al menos, son felices en lo que respecta a la serie; luego a saber qu¨¦ hace cada uno con su vida... La gran damnificada ha sido Betty y, en cierta forma, Sally, la ni?a que ha crecido a la velocidad de la luz, heredera de lo peor de sus padres y obligada a madurar a marchas forzadas. No hay planes de spin-off para Mad Men, pero ¨®jala en alg¨²n momento se planteen hacer uno de Sally Draper. De ah¨ª se puede sacar oro.
Mad Men se ha acabado con un adi¨®s que sabe a final de era, esa era que arranc¨® con Los Soprano y que cambi¨® para siempre la forma de hacer y entender la televisi¨®n. Antes de Los Soprano tambi¨¦n hab¨ªa series, por supuesto, incluso buenas y muy buenas series. Pero lo de despu¨¦s ha sido otra cosa. Va a costar mucho llenar el hueco que deja Mad Men. Quiz¨¢ no ¨¦ramos muchos los que la segu¨ªamos, pero ¨¦ramos fieles y, sobre todo, sabemos de qu¨¦ va esto de la vida, de miradas, de sentimientos, de vac¨ªos, de silencios, de dolor, de frustraci¨®n, incluso de cinismo. De cambio y de resistencia al cambio. De dar un paso al frente y dos atr¨¢s. Y de finales felices repentinos y despedidas por tel¨¦fono. Aunque duela.
Hasta siempre, Don.
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