El luto como g¨¦nero literario
La literatura del duelo en 9 pasos
La muerte tambi¨¦n escribe. En febrero pasado, Fernando Savater cerr¨® con estas palabras el pr¨®logo a su ¨²ltimo libro, Voltaire contra los fan¨¢ticos (Ariel): ¡°El conjunto va dedicado a Sara, mi mujer, de quien soy fan¨¢tico pero s¨®lo por las v¨ªas del amor¡±. Poco despu¨¦s, el 18 de marzo, tras semanas de enfermedad, la esposa del fil¨®sofo mor¨ªa en San Sebasti¨¢n y ¨¦l la desped¨ªa con un ¡°?Buen viaje, capitana!¡± y las palabras que Fray Luis de Le¨®n dedic¨® a la elocuencia de Santa Teresa: ¡°Nadie la convers¨® que no se perdiera por ella¡±. Savater hizo imprimir las dos frases en una esquela de peri¨®dico en la que retrataba a su mujer como ¡°valiente, sabia, libre, ¨²nica¡±. Tristemente, el tiempo ha convertido aquella dedicatoria en un testimonio de duelo anticipado. Ahora el fil¨®sofo se afana en terminar un libro sobre los lugares de trabajo de los escritores que ¨¦l y su mujer llevaban tiempo planeando.
En el c¨¦lebre poema de Antonio Machado a la muerte de Francisco Giner de los R¨ªos en febrero de 1915, hace ahora un siglo, el poeta recoge el deseo del fundador de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza de que aquellos que le quisieron le hicieran un duelo no de l¨¢grimas sino de ¡°labores y esperanzas¡±. Es lo que hace Savater y lo que hizo Rafael S¨¢nchez Ferlosio, que alguna vez ha contado c¨®mo la muerte de su hija Marta en 1985 pudo ser el motivo que le llev¨® a sumergirse en la escritura. De aquella inmersi¨®n saldr¨ªan al a?o siguiente dos ensayos, una novela y una recopilaci¨®n de art¨ªculos. Esta ¨²ltima, La homil¨ªa del rat¨®n, lleva una dedicatoria antol¨®gica:
A la memoria
de quien m¨¢s he querido en este mundo,
Marta S¨¢nchez Mart¨ªn,
que tantas veces meti¨® baza en estas p¨¢ginas,
con su palabra aguda y redicha
como una campanita de convento,
que, a despecho del mundo,
todav¨ªa me sonaba a amanecer.
Aunque la literatura ha distra¨ªdo el dolor de algunos escritores, muchos otros han hecho del duelo el objeto mismo de su literatura. El resultado constituye todo un subg¨¦nero que recientemente ha dado obras de altura para completar un sudoku emocional hecho de ausencias, cuentas pendientes y combates desiguales entre el dolor y la rutina. Ante el asombro de los supervivientes, es un cl¨¢sico, la vida cotidiana no se detiene nunca.
1 Hija de su madre. En la gran sensaci¨®n del a?o, Tambi¨¦n esto pasar¨¢ (Anagrama), Milena Busquets llora la muerte de su madre, la escritora y editora Esther Tusquets, al tiempo que hace un elogio a la ligereza que arranca al filo de la frivolidad para terminar desembocando en gran literatura. Tambi¨¦n lo es, gran poes¨ªa en este caso, lo que llena Las veces (Pre-Textos), el libro que Esperanza L¨®pez Parada ha dedicado a su progenitora, la pintora Esperanza Parada, esposa del escultor Julio L¨®pez Hern¨¢ndez. L¨®pez Parada sale airosa de un reto que es doblemente arriesgado si se piensa que uno de los textos fundacionales de la l¨ªrica castellana es una eleg¨ªa filial: las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre.
2 Nombrar el suicidio. Lo que no tiene nombre (Alfaguara) es el t¨ªtulo que la colombiana Piedad Bonnett puso a su intento de entender los motivos que llevaron a su hijo, pintor veintea?ero, a tirarse por la ventana de su apartamento en Nueva York. A veces la literatura busca palabras donde ya no quedan.
3 Nombrar la eutanasia. Otro colombiano, Tom¨¢s Gonz¨¢lez, puso voz en La luz dif¨ªcil (Alfaguara) a los pensamientos de un padre cuyo hijo, enfermo, viaja a Portland en el que le van a aplicar legalmente la eutanasia. Al muchacho le acompa?a su hermano mientras el narrador piensa en cosas como la diferencia horaria: ¡°?Ya habr¨¢ pasado?¡±
4 Padre e hijo. Sergio del Molino se enfrent¨® en La hora violeta (Literatura Random House) a la muerte de su hijo de dos a?os a causa de una leucemia. En un relato crudo pero nada exhibicionista, el propio escritor dedica algunas p¨¢ginas a su propia lectura de uno de los grandes cl¨¢sicos de la literatura espa?ola del duelo: Mortal y rosa, de Francisco Umbral.
5 Padre e hija. Joana se llamaba una de las hijas del poeta catal¨¢n Joan Margarit y Joana (Hiperi¨®n) se titula el libro que, de principio a fin, le dedic¨® a su muerte. La infancia, la enfermedad, el hospital, el final y una casa que se vuelve demasiado grande van dando forma a un poemario que alterna la duda (¡°nunca sabr¨¦ qu¨¦ sabes t¨² de m¨ª, / ni en qu¨¦ verdad hemos estado juntos¡±) y la crudeza (¡°Con la frente apoyada en el cristal / pido perd¨®n a mis dos hijas muertas / porque ya casi nunca pienso en ellas¡±).
6 Mujeres y maridos. Cuando Pierre Curie muri¨® atropellado por un coche de caballos su mujer, la cient¨ªfica Marie Curie, escribi¨® un diario para tratar de llenar esa ausencia. A esas p¨¢ginas recurri¨® Rosa Montero cuando muri¨® su marido. El resultado del cruce de ambas historias es La rid¨ªcula idea de no volver a verte (Seix barral). Tambi¨¦n a su marido ha dedicado recientemente Lea V¨¦lez El jard¨ªn de la memoria (Galaxia Gutenberg), un ejemplo de templanza vital y exigencia literaria.
7 Ajuste de cuentas. En noviembre de 2011 el novelista espa?ol Marcos Giralt Torrente ganaba el Premio Nacional de Narrativa por un libro sin ficci¨®n, Tiempo de vida (Anagrama). Lo que empieza siendo un duro ajuste de cuentas termina convirti¨¦ndose en un emocionante testimonio del amor de un hijo hacia su padre. Un testimonio que recoge, adem¨¢s, una particular lista de libros escritos para mitigar el dolor: de H¨¦ctor Abad Faciolince (El olvido que seremos) a Joan Didion (El a?o del pensamiento m¨¢gico; una versi¨®n teatral de esta ya cl¨¢sica obra de Didion puede verse hasta el 14 de junio en el Teatro Espa?ol de Madrid). Entre los publicados este a?o, Giralt Torrente podr¨ªa haber a?adido el irregular La isla del padre (Seix Barral), con el que Fernando Mar¨ªas gan¨® el ¨²ltimo premio Biblioteca Breve.
8 Hijo de su madre. ¡°Madre no hay m¨¢s que una y me toc¨® a m¨ª¡±. Esa es la cita que Juli¨¢n Herbert puso al frente de Canci¨®n de tumba (Literatura Random House), un relato escrito sin contemplaciones en el que el escritor mexicano acompa?a la muerte de su madre en un hospital mientras recuerda los d¨ªas en que ambos viajaban de ciudad en ciudad cuando ella era una prostituta y ¨¦l, el hijo de una prostituta.
9 Palabras de familia. ¡°La muerte no se entiende, eso es cierto, pero tampoco la vida se entiende del todo. Adem¨¢s, no todo lo descubres t¨². Las palabras necesarias est¨¢n esper¨¢ndote en alg¨²n sitio¡±. Esto dijo el narrador Luis Mateo D¨ªez con motivo de la publicaci¨®n de Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (Alfaguara), dedicado a la desaparici¨®n de una sobrina de 38, fot¨®grafa. Cuando se haga el recuento de la oce¨¢nica obra del creador de Celama habr¨¢ que contar con este libro, al que solo irreflexivamente podr¨ªa calificarse de menor.
Y adi¨®s. La literatura del duelo es algo menos que duelo y algo m¨¢s que literatura. Ante la muerte de un ser querido, Auden ped¨ªa en ¡°Funeral Blues¡± ¨Cun poema popularizado por la pel¨ªcula Cuatro bodas y un funeral- que se parasen los relojes. Los relojes no paran pero los escritores siguen intent¨¢ndolo. Es lo que han autores como Philip Roth (Patrimonio), Paul Auster (La invenci¨®n de la soledad), C. S. Lewis (Una pena en observaci¨®n), Albert Cohen (El libro de mi madre), Albert Caraco (Post Mortem), Ackerley (Mi padre y yo) o Richard Ford (Mi madre). En el intento nos dieron alguno de sus mejores libros.
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