The Replacements, la inc¨®gnita de aquel ansia destructora y l¨²cida
Paul Westerberg y Tommy Stinson resucitaron a la banda y defender¨¢n su gran cancionero
El rock siempre fue veh¨ªculo para la insatisfacci¨®n, conjuro de una adolescencia confusa. No hace falta recordar a Rolling Stones y su cl¨¢sico, pues la expresi¨®n de ese descontento renace con cada nueva generaci¨®n como si fuese la primera vez. Cuando unos j¨®venes cualquiera se encierran a edificar el incordio electrizante del rock, asistimos a un ca¨®tico embargo de los sentidos. ?Mantendr¨¢n los reformados The Replacements aquel ansia destructora y l¨²cida? El grupo act¨²a ma?ana viernes 28 de mayo en Barcelona, en el festival Primavera Sound.
En 1980, en la g¨¦lida ciudad de Minneapolis, mientras Paul Westerberg consolida la banda junto a los hermanos Bob y Tommy Stinson, guitarra y bajo, y el bater¨ªa Chris Mars, el mundo era un lugar peque?o e inh¨®spito, sin las posibilidades que hoy ofrece la otra dimensi¨®n virtual. Hambrientos e inconscientes, viven ensayos que desatan borrascas de alcohol y qu¨ªmica, y las fustigadas canciones apenas se tienen en pie. Pero una primera maqueta llega a manos del gerente de una tienda de discos y el destino se fija en ellos. Ven publicado su primer disco.
Amamantados en la testosterona del arena-rock que ha dominado las emisoras durante los 70, Replacements mascan un existencialista calambre punk que se contagia a su conducta. Un primer tema con potencial, Kids Don¡¯t Follow, es introducido por sonidos de la polic¨ªa abortando una fiesta desbocada. Ese era el esp¨ªritu: salen a tocar puestos hasta las cejas, ahuyentan a p¨²blicos mojigatos o exigentes, son echados de los clubs donde act¨²an, discuten los designios del l¨ªder.
Pero Westerberg lleva dentro a un valioso compositor, y el resto va cediendo ante la calidad de letras y tonadas. As¨ª, cuando en 1984 aparece su tercer ¨¢lbum, que intr¨¦pidos titulan Let It Be como el disco p¨®stumo de Beatles, la cr¨ªtica ensalza una obra que plasma el trauma de hacerse adulto, con ansiedad pero tambi¨¦n humor, en las todav¨ªa intoxicadas I Will Dare, Androgynous, o el himno Unsatisfied. Variado y noble, Let It Be les captaba en plena ebullici¨®n.
Con tan ¨®ptimos auspicios, Replacements abandonan el sello local Twin/Tone y firman con la potente Sire, entreg¨¢ndoles obras como Pleased to Meet Me (1987), donde homenajean a su modelo, en hedonismo y arte, Alex Chilton. Pero Bob Stinson ha sido echado ¡ªmorir¨¢ alcoholizado en 1995¡ª y con ¨¦l desaparece el filo tajante y gamberro. Cuando graban el m¨¢s reflexivo Don¡¯t Tell a Soul (1989) se intuye que Westerberg volar¨¢ en solitario.
Replacements funcionaban instintivamente, aferrados a un perpetuo estado de zozobra. El genuino rock¡¯n¡¯roll es as¨ª: urgente y contradictorio, hondamente vitalista. Cuanto m¨¢s intenso el malestar, mejor suena la m¨²sica. Finalmente, Westerberg se vio a si mismo como un ¡®¡¯fantasma del rock¡¯n¡¯roll¡¯¡¯ y decidi¨® tirar la toalla. Se despiden en 1991, cuando faltan solo meses para que Nirvana transformen un panorama del que se hubiesen beneficiado como pioneros.
Hace unos a?os Westerberg y Tommy Stinson resucitaron la marca. Ser¨¢n los ¨²nicos miembros originales en su postergado debut espa?ol, y se husmea la inc¨®gnita: ?se elevar¨¢n gloriosos sobre el p¨²blico o acabar¨¢n por los suelos? Ambas opciones les har¨ªan id¨¦ntica justicia po¨¦tica.
Babelia
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