Por fin, una sonora bronca en Madrid
El Fandi hizo m¨¦ritos para que el rapapolvo se hubiera escuchado en la Puerta de Alcal¨¢
Por fin, hubo una sonora bronca en la plaza de Las Ventas. Sonora, pero t¨ªmida, todo hay que decirlo, y eso que el torero receptor de la reprimenda, El Fandi, hizo m¨¦ritos para que el rapapolvo se hubiera escuchado en la Puerta de Alcal¨¢. Pero ya nada es lo que era. Y las broncas en una plaza de toros, menos. Una de las figuras que m¨¢s repasos recibi¨®, Rafael el Gallo, contest¨® as¨ª cuando le preguntaron por una mala tarde: ¡°De m¨ª solo decirte que las opiniones quedaron divididas¡ Unos se met¨ªan con mi madre, y otros con mi padre¡±. Eso ya no es as¨ª. El p¨²blico de hoy es menos apasionado y cruel, y, por fortuna, prevalece la afabilidad y el buen gusto.
Dicho lo cual, no quiere decir que El Fandi no mereciera una bronca de las de verdad porque no solo desaprovech¨® el mejor toro de la tarde, el segundo, codicioso, que embest¨ªa de largo con fijeza y humillaci¨®n, sino que hizo un feo gesto de desprecio hacia su segundo, inv¨¢lido y soso, y tir¨® por la calle de en medio sin m¨¢s dilaci¨®n.
DEL R?O / URDIALES, EL FANDI, FANDI?O
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo y uno -el primero-, de Toros de Cort¨¦s, bien presentados, cumplidores en los caballos a excepci¨®n del cuarto, blandos, descastados y deslucidos; codicioso y encastado el segundo.
Diego Urdiales: estocada y un descabello (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada (silencio).
El Fandi: pinchazo .estocada y un descabello (pitos); estocada desprendida y un descabello (pitos).
Iv¨¢n Fandi?o: estocada (ovaci¨®n); tres pinchazos y dos descabellos (silencio).
Domingo Valencia, subalterno de El Fandi, sufri¨® una doble cornada en el muslo derecho de 20 y 25 cms. La primera produce destrozos en m¨²sculo tensor de la fascia lata, y la otra, destrozos en el recto anterior, alcanza el f¨¦mur y contusiona el paquete v¨¢sculo nervioso femoral. Pron¨®stico grave.
Plaza de las Ventas. 28 de mayo. Vig¨¦simo primera corrida de la feria de San Isidro. Casi lleno.
Sin embargo, este torero no enga?a a nadie; se muestra como es, da lo que tiene y si te gusta, bien, y, si no, pues te aguantas. Un vecino se quejaba: ¡°es que este hombre torea igual en una plaza de pueblo que en Madrid¡±. Pues, claro, como todos, con el agravante de que a este torero se le nota m¨¢s que su tauromaquia no est¨¢ hecha ni para aficionados exigentes ni para exquisitos.
Su fuerte son las banderillas y casi todos los pares los clava a toro pasado. Ayer, menos el tercero del segundo toro, por los adentros, todos. Pero el p¨²blico aplaude con fervor, y ¨¦l, como cualquier humano, pensar¨¢: ¡®Si me aplauden es que les gusto¡¯.
La corrida de hoy
Toros de Juan Pedro Domecq, para Finito de C¨®rdoba, Alejandro Talavante y Daniel Luque.
Con el capote y la muleta se justifica menos. Recibi¨® a su primero con una larga de rodillas en el tercio y no destac¨® ni en un quite por chicuelinas despegadas. Con la franela da pases y m¨¢s pases, pero todos los que lo jalean en el segundo tercio se aburren despu¨¦s como ovejas. As¨ª ocurri¨® con el encastado y noble segundo de la tarde, ¡ªbravo en el caballo y alegre en banderillas¡ª al que mulete¨® insustancialmente mientras el animal arrastraba el hocico por la arena con una fijeza admirable; y eso no tiene perd¨®n de Dios.
En el otro, que era un inv¨¢lido, se cans¨® muy pronto y la gente no acept¨® la actitud de pocos amigos que mantuvo ante el toro. Fueron dos broncas, m¨¢s sonora la segunda, pero ninguna como las que tuvo de soportar Rafael el Gallo. Y ah¨ª est¨¢ el sevillano, como uno de los grandes de la historia del toreo.
Por lo dem¨¢s, el festejo tuvo poca historia, si bien hubo un herido, Domingo Valencia, que fue derribado por el cuarto cuando trataba de hacer un quite a un compa?ero, y el toro lo levant¨® del suelo con el pit¨®n hundido en el muslo derecho.
Urdiales se llev¨® el peor lote del encierro. El primero, desclasado, que tiraba ga?afones al aire y no permit¨ªa confianza alguna; y el otro, violento, con la cara por las nubes, un marrajo que lo buscaba para lanzarlo a las alturas, como hizo con el subalterno. El riojano mostr¨® valent¨ªa y arrojo, y poco m¨¢s se pod¨ªa hacer.
Y el ¨²ltimo, Iv¨¢n Fandi?o, lo intent¨® con todas sus fuerzas, pero tampoco se encontr¨® con materia para el triunfo. Se marcha de la feria sin haberse sacado la fina espina de la encerrona del Domingo de Ramos, en la certeza de que aquel duro trance le pasar¨¢ factura toda la temporada. Muy firme toda la tarde, asentado y decidido, le rob¨® un par de buenos naturales al descastado tercero, y se emple¨® a fondo ante el sexto, al que recibi¨® de muleta con dos pases cambiados por la espalda, pero el animal ten¨ªa escasas fuerzas para la exigencia del torero.
Por cierto, que un hombre de su cuadrilla, Miguel Mart¨ªn, clav¨® un arriesgad¨ªsimo y emocionante par de banderillas al tercero, en corto, dej¨¢ndose ver, gust¨¢ndose en la suerte y levantando los brazos en la misma cara del toro. En fin, una gozada; lo mejor de la tarde.
Babelia
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