La resta
El escritor andaluz describe el comportamiento de algunos lectores y escritores y lo que signigfica un hallazgo literario
El tel¨¦fono de cuerda. Jugar al tel¨¦fono con una cuerda y dos vasos, estirar la cuerda, hablar por un extremo; que no haya nadie al otro lado. El escritor dom¨¦stico escribe as¨ª, sosteniendo esa cuerda sin respuesta; hablo del escritor que no recibe sobres acolchados con novedades editoriales persiguiendo su prescripci¨®n; el escritor que cierra la puerta porque los ni?os atruenan, el escritor desolado que escribe lament¨¢ndose de su peque?a derrota.
Lectores. Pero a veces ocurre que los lectores, en peque?os grupos, merodean por las habitaciones contiguas; ocurre que encuentran la cuerda tendida en el suelo y el vaso olvidado, ocurre que preguntan ?hay alguien ah¨ª?, con la curiosidad del visitante del zool¨®gico; leen. Y al escritor incomunicado le muerde una pizca de entusiasmo, el mismo entusiasmo que trasminan esos lectores tenaces, sonrientes, pocos. Es semi¨®tica: emisor-mensaje-receptor-felicidad.
Carrera literaria. Al principio, el enemigo era la autocompasi¨®n, tambi¨¦n la desesperanza; ahora se nublan sobre el escritor comunicante dos amenazas terribles: la primera, el cinismo; la segunda, el ogro de la carrera literaria; es decir, la impostura y el convencimiento de que un libro suceder¨¢ a otro en una escalada hacia el ¨¦xito y el prestigio, como en una competici¨®n deportiva. Que se reconozca tu m¨¦rito, tu resistencia heroica, tu esfuerzo. Que hablen de ti en este peri¨®dico. Que tu nombre importe m¨¢s que tus libros. Que la fila de la celda en la que habitas congregue al mayor n¨²mero de lectores del zoo. Cuidado: en el famoso poema, Bola?o ya nos condujo a escribir "como una culebra en el Polo Norte, pero escribiendo. / Escribiendo poes¨ªa en el pa¨ªs de los imb¨¦ciles. / Escribiendo con mi hijo en las rodillas. / Escribiendo hasta que cae la noche / con un estruendo de los mil demonios"; escribiendo sin lectores a la vista.
Hallazgos. El escritor no-dom¨¦stico, que ya viaja y que da abrazos con palmadas, deja de sostener la cuerda de otros escritores. El escritor que no era nadie y que ahora cree que s¨ª ya no deambula por habitaciones ajenas. Incomunicaci¨®n. Mi hallazgo repentino, mi tel¨¦fono en esta Feria de Madrid ha sido La resta, de la escritora chilena Alia Trabucco Zer¨¢n, editado por Demipage. Justo ahora sostengo su cuerda junto a este teclado, y ya vibra.
Pablo Guti¨¦rrez ( Huelva, 1978) es novelista y acaba de publicar Los libros repentinos (Seix Barral)
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