Ornette Coleman: el m¨²sico de jazz m¨¢s libre
La aparici¨®n de 'Free Jazz: a Collective Improvisation' gener¨® un maremoto
¡°?Un m¨²sico para minor¨ªas?¡±, se quejaba Ornette Coleman durante la entrevista que mantuvo con ¨¦ste peri¨®dico en el a?o 2007 en su apartamento-galer¨ªa de arte-sala de ensayo del Distrito de la Moda neoyorquino. ¡°Yo no soy un m¨²sico para minor¨ªas. Son las minor¨ªas las que precisan de mi m¨²sica¡±. ¡°El m¨²sico m¨¢s importante en la historia del jazz despu¨¦s de J. S. Bach¡±, en palabras del pianista Joachim K¨¹hn, falleci¨® el pasado martes, a los 85 a?os, a consecuencia de una crisis card¨ªaca.
La epopeya ornettiana se remite a sus primeros d¨ªas como m¨²sico de feria en el profundo Sur de los Estados Unidos. Por entonces, su aspecto era el de un Jesucristo enloquecido, medio desnudo, el pelo hasta los hombros: ¡°Hasta que fui a tocar en alg¨²n lugar del Mississippi con un espect¨¢culo de 'minstrel'. Yo me daba cuenta de que las mujeres de la ¡°troupe¡± se quedaban mirando mi melena sin decirme nada. Una noche me fui a dormir y entraron en mi habitaci¨®n rompiendo la puerta, llegaron hasta mi cama, me cogieron entre todas y me bajaron los calzoncillos. ¡°!Oh, es un chico!¡±. No dijeron nada m¨¢s, Esa experiencia me hizo desertar, ¡°tengo que cambiar si quiero sobrevivir¡±. Me cort¨¦ el pelo¡±.
Escaldado tras la experiencia, el saxofonista cambi¨® las profundidades sure?as por la Gran Manzana, y el Rhthm & blues por Charlie Parker: ¡°Aprend¨ª a tocar la m¨²sica de Parker, el problema es que ten¨ªa la sensaci¨®n de hacer algo que ya hab¨ªan hecho otros antes que yo. Pens¨¦: no necesito seguir un mapa para equivocarme, puedo hacerlo yo solito¡±. Ajeno a los circuitos oficiales del jazz, Coleman alumbraba un nuevo orden musical basado en la ¡°idea¡±, lo que terminar¨ªa patentando como el ¡°sistema harmol¨®dico¡±: ¡°La idea es no tocar sonidos sino ideas. Las ideas tienen im¨¢genes y sonidos, y salen ya completas del cerebro. Yo escucho la m¨²sica de la misma manera en que el cerebro piensa. Si me pregunta qu¨¦ es el sonido, le dir¨¦ que no tengo ni idea. Es algo que se te mete dentro por los o¨ªdos, pero eso tambi¨¦n podr¨ªa ser la s¨ªfilis¡±.
La aparici¨®n, en 1960, de Free Jazz: a Collective Improvisation, a cargo de un colectivo de ¡°j¨®venes leones¡± de la New Thing comandados por Coleman, gener¨® un maremoto en las tranquilas aguas del jazz en los a?os sesenta. ¡°Una m¨²sica sencillamente ininteligible¡±, para unos, o lo m¨¢s parecido a una ¡°biblia musical¡± para quienes tomaron el t¨ªtulo del disco como referencia de un nuevo g¨¦nero de m¨²sica: el free jazz (¡°jazz libre¡±).
Hac¨ªa apenas unos meses que Ornette Coleman hab¨ªa llegado a Nueva York desde su California de adopci¨®n dispuesto a romper lazos con un jazz que el tiempo hab¨ªa convertido en un g¨¦nero musical repetitivo y predecible. ¡°La forma del bebop ha sobrevivido durante cuatro generaciones pero no ha evolucionado¡±, declaraba el saxofonista."Es una cuesti¨®n de 'dame los acordes y yo hago el resto': lo que yo hago es exactamente lo contrario: llegar a los acordes desde la melod¨ªa¡±. Dos cuartetos sonando a un tiempo sin escucharse entre s¨ª: ¡°Ornette nos dio unas indicaciones de ad¨®nde quer¨ªa conducir la m¨²sica desde el punto de vista mel¨®dico y r¨ªtmico y, a partir de ah¨ª, era cosa nuestra¡± (Freddie Hubbard). El resultado son 40 minutos de una doble improvisaci¨®n ¡°libre¡±, colectiva y simult¨¢nea: ¡°quer¨ªa una masa de sonidos en la que yo fuera uno m¨¢s¡±.
La evoluci¨®n en la carrera de Ornette Coleman durante los a?os sucesivos puede medirse por sus actuaciones en nuestro pa¨ªs, la primera, mediados los sesenta, en la sala Jamboree barcelonesa. La aparici¨®n del joven le¨®n con su tr¨ªo fue recibida con una taurina divisi¨®n de opiniones. ¡°Un m¨²sico estrafalario pero honesto¡±, para la revista Aria Jazz, ¡°un verdadero acontecimiento intelectual¡±, en las palabras del cr¨ªtico Joan Giner. Veintid¨®s a?os m¨¢s tarde, Ornette regresaba a nuestro pa¨ªs para actuar en el Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n junto a su banda de ¡°funk-jazz deconstruido¡±, Prime Time. El saxofonista consigui¨® aquello que, seg¨²n los manuales, s¨®lo supera en dificultada a colmar un aforo: vaciarlo por completo. De los varios miles que abarrotaban el pabell¨®n deportivo donde tuvo lugar el concierto a los 17 con el bis. ¡°Nunca se ha visto algo as¨ª en la historia del festival¡±, comentaba desolado el director del evento. De ah¨ª, a los llenos con petici¨®n de oreja y vuelta al ruedo que acompa?aron sus sucesivas apariciones en el Pa¨ªs Vasco, Madrid o Barcelona.
Para quien vivi¨® la situaci¨®n contraria, no resultaba f¨¢cil explicar el cambio. Ni antes ni ahora, pretendi¨® Ornette halagar los o¨ªdos de nadie que no fuera ¨¦l mismo. Sencillamente, esper¨® a que fueran los dem¨¢s quienes acudieran a solicitar sus servicios. No le faltaron candidatos: de Pat Metheny a Yoko Ono, ¡°una gran artista muy receptiva¡±, adem¨¢s de sus propios disc¨ªpulos -Don Cherry, Charlie Haden¡-, a quienes no era dif¨ªcil ver acudiendo al domicilio del saxofonista en busca de alimento espiritual¡: ¡°antes me echaban de los sitios en los que actuaba porque tocaba ¡°raro¡±, ahora me dan medallas por mis supuestos m¨¦ritos¡ bueno, yo sigo siendo yo, la diferencia es que ahora vivo mejor que antes¡±.
El defensor de la libre improvisaci¨®n termin¨® sus d¨ªas tocando una m¨²sica igualmente libre pero apenas improvisada. A sus traqueteados setenta y muchos a?os, Ornette reivindicaba la forma como principio informador de su m¨²sica; una excepci¨®n en un jazz que parec¨ªa haberse olvidado de ella. Fiel a s¨ª mismo, el ¡°jazzista¡± se rebelaba frente a las convenciones que contin¨²an la siendo norma. En ¨²ltima instancia, Ornette tocaba lo que sonaba bien a sus o¨ªdos y eso era todo: ¡°la m¨²sica es sencilla, somos los seres humanos los que la complicamos¡±.
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