¡°?Arr¨¢ncale el vestido!¡±

Un ara?azo lento y hondo. Sobre una herida en carne viva o sobre una cicatriz, depende de qui¨¦n sea el espectador; pero eso es Petra: brutal, incandescente, devastadora. La obra, basada en Las amargas l¨¢grimas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder, est¨¢ firmada por Estefan¨ªa Cort¨¦s (Madrid, 1983). El prisma de una joven de sonrisa amplia a quien alguien le dijo no hace mucho: "Has empezado tu carrera teatral con una obra de dimensiones mastod¨®nticas". No se equivocaba.

Nada es falso. O nada lo parece. Las l¨¢grimas, los gritos, la tensi¨®n, la carne y la piel, la cara manchada de goterones negros de m¨¢scara de pesta?as, el humo vainilla de unos cuantos cigarros, los pezones, la hiel. Todo?est¨¢ inyectado de una realidad descarnada que se hunde con m¨¢s fuerza en quien haya reptado alguna vez por el suelo de la ruptura. Como met¨¢fora y como literalidad tambi¨¦n lo hace Esther Acebo, la Petra de esta Petra,?arrastrarse por la alfombra de la sala grande de La casa de la portera, clavar las u?as en el polvo. Gritar. Escupirle a su hija "monstruo", "puta" a su madre, despreciar a su amiga, Sidonie, maltratar a la silenciosa pero transparente criada, Mar¨ªa Elena. Amar y odiar con el mismo desgarro a Catalina.

A la directora le regal¨® el libro una amiga por un cumplea?os. "Me apetec¨ªa hacer algo con mujeres, dirigir actrices", explica frente a un refresco en el bar que hace esquina en la calle de Abades. Nunca quiso ver una adaptaci¨®n, ni siquiera la pel¨ªcula: "No quer¨ªa tener la m¨ªnima sensaci¨®n de que copiaba algo". Su proyecto acab¨® en manos de Jos¨¦ Martret, uno de los creadores de ese espacio que tambi¨¦n cuenta para la intensidad brutal con la que se asiste a la hora y media de despliegue lascivo y emocional y que para todo el equipo ha sido "como una familia". Las cortas distancias ¡ªapenas unos cent¨ªmetros a veces¡ª que separan a las actrices del p¨²blico podr¨ªa haber sido una desventaja. Y sin embargo, la hace bullir.

Poco o nada cambia en esta versi¨®n en la que Cort¨¦s ha querido conservar, casi intacto, el texto. "Esta Petra est¨¢ ambientada en la Espa?a de los a?os 50; ella es medio espa?ola medio alemana, ah¨ª s¨ª quise hacer un contraste entre la (aparente) frialdad alemana y la m¨¢s racial (tambi¨¦n aparente) espa?ola". Han pasado m¨¢s de cuatro d¨¦cadas desde que Fassbinder pusiera sobre papel la vida de Petra von Kant, una modista reconocida que, tras romper con su marido se enamora de una joven, tambi¨¦n separada, a la que promete el ¨¦xito. Despu¨¦s de un tiempo, tan t¨®xico como pasional, la joven la abandona por el hombre con el que hab¨ªa estado casada. El desconsuelo ser¨¢ el eje sobre el que gire la segunda mitad de la pieza, asolador.

?Qu¨¦ diferencia hay si la agon¨ªa ha sido provocada por una mujer o por un hombre? Estefan¨ªa Cort¨¦s pens¨® que la habr¨ªa: "Cre¨ª que, al ser una relaci¨®n l¨¦sbica, podr¨ªa haber gente a la que no le encajara. Pero no fue as¨ª: mujeres de m¨¢s de 70 a?os y j¨®venes de menos de 20 heterosexuales, hombres de mediana edad homosexuales, lesbianas adolescentes. No importa, la emoci¨®n est¨¢ ah¨ª, y conecta muy bien con la locura de las relaciones tormentosas". Nada ha sido ni es f¨¢cil. La carga emocional es alta y constante. "Y les ped¨ªa cosas muy carnales, complicadas a tan poca distancia del p¨²blico. Chupar un pie, las tetas, romperle las medias. Para m¨ª tambi¨¦n ha sido un viaje y nunca cre¨ª que me costara tanto recuperarme de este torbellino, se queda como un poso del que no te puedes deshacer".

Exactamente as¨ª se sale de ver Petra, con la sensaci¨®n de que palpita el hueco de un pedazo que alguna vez se qued¨® en otra parte. Es una de las frases favoritas de Cort¨¦s y una de las que podr¨ªa sintetizar la obra: "Aprender deber¨ªa ser m¨¢s sencillo y no doler tanto". Tal vez deber¨ªa, pero hay quien decide vivir como ella, al todo o nada, aunque de vez en cuando solo queden los despojos de uno mismo. Aunque no se gane. El s¨¢bado ser¨¢ la ¨²ltima funci¨®n, por el momento, del elenco de seis actrices: sublimes en cada gesto. Y hay cosas que no deber¨ªan perderse.