Marlon Brando, ese gatito
Schapiro recuerda el asesinato de Luther King con motivo de una muestra de sus fotos
Hubo una ¨¦poca en Hollywood en la que la relaci¨®n con las estrellas era de t¨² a t¨². En la que no era necesario atravesar un itinerario interminable de agentes, relaciones p¨²blicas, estilistas y jefes de prensa para acceder a Robert de Niro, Francis Ford Coppola o Robert Redford. Existi¨® tambi¨¦n una ¨¦poca en la que un fot¨®grafo pod¨ªa convivir durante toda la campa?a presidencial con un pol¨ªtico como Kennedy, sin que sus asesores marcaran la hora, lugar y momento en el que se le pod¨ªa retratar. En la que pod¨ªas entrar a la habitaci¨®n de un l¨ªder como Martin Luther King, solo unas horas despu¨¦s de su asesinato. Ay, benditos 60 y 70 que brindaron esta oportunidad. Y qu¨¦ suerte que Steve Schapiro (Nueva York, 1934) la aprovechara. Espa?a acoge por primera vez una retrospectiva de este fotoperiodista en el Centro de Historias de Zaragoza, dentro de PhotoEspa?a 2015.
La exposici¨®n refleja las dos facetas en las que trabaja Schapiro, que a sus 81 a?os sigue en activo, la social y pol¨ªtica y la del mundo del cine y el espect¨¢culo. En esta segunda parte, un bromista Marlon Brando mira directamente a c¨¢mara mientras le caracterizan para su personaje en El Padrino. "Brando era como un gatito, nunca tuve ning¨²n problema con ¨¦l. Las dificultades ven¨ªan cuando ten¨ªa que aprenderse las l¨ªneas del guion", recuerda Schapiro desde su casa en Nueva York. El fot¨®grafo rememora su primer encuentro con la gran estrella, en un camerino junto a un asistente de direcci¨®n. "Hablaba as¨ª¨ª¨ª¨ª muy leeeento", explica imitando una voz desgastada, "pero a los pocos minutos sali¨® y le esperaba una multitud de personas que se hab¨ªa congregado para poder ver algo del rodaje. Vi la electricidad en sus ojos, la fuerza de un joven. Supe en ese momento que har¨ªa un gran papel en la pel¨ªcula".
Del rodaje de Taxi driver , Schapiro tiene recuerdos bien distintos. Mientras que en el set de El Padrino imperaba el buen humor y tranquilidad, en el de la pel¨ªcula de Martin Scorsese la tensi¨®n del filme se manten¨ªa incluso despu¨¦s de que el director hubiera gritado corten. "Pod¨ªas ver a Scorsese sentarse en su silla y ver como la pel¨ªcula segu¨ªa en su cabeza y De Niro ten¨ªa tal capacidad de meterse en la piel de su personaje, que luego le costaba mucho deshacerse de ¨¦l", puntualiza el fot¨®grafo.
El carrete que conten¨ªa las im¨¢genes de los actores de ambas pel¨ªculas hab¨ªa permanecido alejado de Espa?a hasta ahora. Es la primera vez que se expone este tipo de fotograf¨ªas de la obra de Schapiro en este pa¨ªs. "Es el ejemplo del artista cuya firma pas¨® a un segundo plano. Sus fotograf¨ªas se convirtieron en ic¨®nicas y en aquella ¨¦poca carec¨ªa de importancia qui¨¦n era el autor. Ahora el mercado busca las firmas que hay detr¨¢s de esas fotos para revisar su trabajo", explica Mario Mart¨ªn, de Contempor¨¢nea y comisario de la exhibici¨®n. Schapiro comenz¨® en el mundo de la fotograf¨ªa con el objetivo de emular a su gran ¨ªdolo Henri Cartier Bresson y aprendi¨® de Eugene Smith. Del primero ha llevado a la pr¨¢ctica siempre dos m¨¢ximas: que el fot¨®grafo se convierta en invisible para el personaje retratado y la filosof¨ªa de que tu pr¨®ximo disparo siempre supere al anterior. "Es genial haber tenido la oportunidad de tener acceso a esos lugares y a esas personas. En ese momento te tienes que convertir en un mosquito en la pared, hacerte invisible para que el personaje pueda ser quien realmente es".
Schapiro ha vivido algunos de los momentos m¨¢s relevantes de la historia de EE UU. En 1965 acompa?¨® a Martin Luther King en la Marcha de Selma, en la que los afroamericanos exig¨ªan su derecho al voto. Tres a?os despu¨¦s estaba realizando fotos en la habitaci¨®n del motel en el que asesinaron al l¨ªder, en Memphis. "Me dejaron acceder a la habitaci¨®n desde la que se hab¨ªa realizado el disparo, llegu¨¦ hasta la ba?era en la que el asesino hab¨ªa estado metido vi la ventana en la que se hab¨ªa apoyado. En el marco hab¨ªa un agujero como si hubiese apoyado el arma all¨ª. Y en una de las paredes, la huella de una mano sucia". Despu¨¦s entr¨® en la habitaci¨®n del pastor y todo permanec¨ªa como ¨¦l lo hab¨ªa dejado unas horas antes. La tele encendida, una maleta con unas pocas pertenencias y recortes de prensa, tazas de caf¨¦..."Me pareci¨® una escena muy simb¨®lica, sus cosas materiales todav¨ªa segu¨ªan all¨ª, pero el hombre se hab¨ªa ido". Tambi¨¦n acompa?¨® a Robert Kennedy en varias de sus campa?as presidenciales: "Fue genial compartir muchos momentos de esa dif¨ªcil vida". De Andy Warhol se queda con su extrema timidez y su gran capacidad de observaci¨®n. "Cuando tienes que trabajar con personas con tanto talento y carisma, se establece una especie de colaboraci¨®n entre el personaje y el fot¨®grafo. Eso me pas¨® con Magritte, fue una conexi¨®n instant¨¢nea, aunque apenas cruc¨¦ tres frases con ¨¦l".
La mirada de Schapiro no deja de comparar el pasado con el presente y lo mejor es que sigue en activo para mostr¨¢rselo al mundo. Su ¨²ltimo proyecto es un libro llamado Bliss sobre el movimiento hippy que llev¨® a cabo durante 2012 y 2013 y para el que recorri¨® festivales de EE UU, Irlanda y Maui. Est¨¢ previsto que salga a la venta en octubre. A Schapiro le parece un retorno natural a sus inicios: "No hay mucha diferencia entre fotografiar cosas del mundo real y del mundo del cine. En ambos casos busco la emoci¨®n, un momento especial".
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