La calma en la mirada

Que una autora como Isabel Coixet, con un cine tan reconocible y tan personal, tambi¨¦n tan alabado como discutido, sea capaz de acoger una pel¨ªcula de encargo y hacerla suya sin querer imponer su sello, en un dif¨ªcil equilibrio entre la artesan¨ªa, la profesionalidad y el buen gusto, supone un motivo de celebraci¨®n. Aprendiendo a conducir, veh¨ªculo al servicio de los excelentes Patricia Clarkson y Ben Kingsley, entronca en ese sentido con la tambi¨¦n notable Elegy (2008), ¨¦sta m¨¢s trascendente, otra de las obras de la cineasta catalana con guion ajeno, con la que comparte incluso esa trama tan Philip Roth del escritor ad¨²ltero con sus alumnas.

Delicada en su puesta en escena, marcando sentimientos y sensaciones, aunque sin subrayarlos, dejando que fluyan las interpretaciones, y con un ajustad¨ªsimo montaje de Thelma Schoonmaker en las bellas transiciones entre secuencias, Aprendiendo a conducir apela al buen rollo desde un guion sin aspavientos en torno a la uni¨®n intercultural, que, sin inventar nada, tampoco resulta obvio en su desenlace y logra lo que pretende: un aquilatado trabajo de refinamiento emocional a base de miradas, sensibilidad, luz y calma.