Chantal Maillard, poeta del dolor y ¡°el sue?o malogrado de Europa¡±
La escritora malague?a publica uno de los poemarios destacados del 2015 y dos ensayos
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de los p¨¢rpados? Nueve a?os ten¨ªa Chantal Maillard cuando la visit¨® por primera vez esta pregunta. Fue cuando la anestesiaron para operarla de las am¨ªgdalas y decidi¨® que antes de perder la conciencia lo mejor era ¡°estar bien despierta observando lo que hab¨ªa detr¨¢s de los p¨¢rpados¡±. Despu¨¦s dibuj¨® lo que vio, y lo que vio fue la mente y lo que la mente le mostr¨® fue¡
Cincuenta y cinco a?os lleva aquel interrogante infantil con esta poeta, novelista, ensayista y especialista en cultura oriental nacida en Bruselas en 1951 pero con nacionalidad espa?ola desde 1969. Cincuenta y cinco a?os descifrando respuestas que forman un torbellino donde la raz¨®n y los sentimientos, lo real y lo imaginado, y el Yo hacia dentro y la violencia hacia fuera se trenzan en poemarios como La herida en la lengua (Tusquets), uno de los m¨¢s destacados de 2015; el ensayo La baba del caracol (Vaso Roto), sobre el acto de crear y el cometido de las artes, y La mujer de pie (Galaxia Gutenberg, en septiembre), una historia sobre la discontinuidad de la percepci¨®n, la impermanencia y la enfermedad contada en tres modalidades. Libros que recuerdan que Chantal Maillard es una de las voces m¨¢s relevantes del espa?ol que llevan al lector a estremecerse y confrontarse consigo mismo y con su entorno.
Su mayor deseo, desde muy joven, fue tratar de alcanzar ¡°aunque fuese m¨ªnimamente, el sentido de la existencia¡±. Muy pronto comprendi¨® que deb¨ªa empezar por la propia mente. Por la pregunta de aquella ni?a a punto de ser anestesiada. ¡°No he hecho otra cosa, desde entonces, que observar la mente. Me separo, me escindo, pongo distancia entre la pel¨ªcula y el observador. Y lo cuento. Cuento lo que veo: la trama, tramoya o mecanismo, la manera en que nos enredamos entre los hilos. El material, por supuesto, es mi propia experiencia, no podr¨ªa ser de otro modo¡±.
En sus poemas la realidad del dolor f¨ªsico, la ilusi¨®n del dolor emocional, la inevitable sensaci¨®n de orfandad en las personas, la crueldad, por darle un nombre¡
¡°Tan humanos los p¨¢jaros Su estruendo de ocasos y amaneceres¡±.
No todo es mundo interior en el poemario. Maillard habla de ¡°cuando uno torpemente advierte La herida que es de otro/ y le arde. La violencia es el tema, la incapacidad de hablar ante ella, porque nos sobrepasa: el balbuceo. La impotencia de Europa, su sue?o malogrado...¡±.
"Aprieta', le dijeron. Apretarera retraer el ¨ªndicesobre el cerco suave del acerohasta vencer su resistencia".
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de los p¨¢rpados? La pregunta-torbellino no deja de arrastrar hacia s¨ª los interrogantes que hay a su alrededor y libera respuestas en forma de versos:
¡°Y la marea del miedo / subiendo entre los juncos¡±.
¡°Y el coraz¨®n despose¨ªdo¡±.
¡°?Y la conciencia?De tantas gotas una gota m¨¢s¡±.
Son versos de quien ha peregrinado por diferentes clases de dolores, desde los emocionales al haber vivido en internados desde los 7 a?os, a los f¨ªsicos (tuvo un c¨¢ncer a comienzos del siglo XXI); hasta los abisales que no tienen nombre para una madre (el suicidio de uno de sus hijos). Chantal Maillard ha convertido sus sentires en materia de su arte y su pensamiento. Se ha desnudado ante los lectores y su sincera literatura le ha valido un premio Nacional de Poes¨ªa por Matar a Plat¨®n (2004) y el Nacional de la Cr¨ªtica por Hilos (2007).
¡°En el ¨¢rbol de orqu¨ªdeas un mirloLa soledad¡ ?en qu¨¦ ¨¢rbol?¡±.
Pero en el coraz¨®n de ese torbellino de preguntas y respuestas dominan las formas de dolor. Hacia ella va Maillard: ¡°Venir al mundo es una violencia, salir de ¨¦l y permanecer en vida tambi¨¦n, puesto que es la muerte de otros lo que nos alimenta. Y toda violencia entra?a p¨¦rdida. Ese es el pacto que sellamos con la existencia. Y la p¨¦rdida es dolor, hasta que la aceptamos, o hasta que entendemos que en realidad nada podemos perder porque la vida no es ninguna pertenencia... Pero hay una violencia a?adida, de la que tan solo el ser humano es protagonista, que engendra p¨¦rdidas y sufrimientos suplementarios: esa que infligimos sin necesidad, por placer, por af¨¢n de poder o por fidelidad a una idea¡±.
Nacer es desgajarse, arrancarse al vientre de otro ser. Es una gran violencia. Tanto o m¨¢s que la del morir. ?C¨®mo no experimentar esa orfandad?
?Acaso hay una propensi¨®n a zigzaguear los abismos de la tristeza, de asomarnos al vac¨ªo? ?Siempre habr¨¢ una especie de orfandad de amor o cualquier sentimiento positivo? Chantal Maillard dice que ¡°todos percibimos ese vac¨ªo en un momento u otro. Nacer es desgajarse, arrancarse al vientre de otro ser. Es una gran violencia. Tanto o m¨¢s que la del morir. ?C¨®mo no experimentar esa orfandad? No obstante, la libertad empieza ah¨ª donde ya no requerimos nada de otros. Y tambi¨¦n la paz¡±.
?Aparece, entonces, el hecho de que mucha gente, reconoce Maillard, descubre emociones y sentimientos que niega o autosecuestra. ¡°Es un mecanismo de autodefensa. En Europa nos han ense?ado que los sentimientos son una debilidad, cuando no una verg¨¹enza. Sin embargo, cuando alguien habla y podemos reconocernos en lo que dice, lo agradecemos¡±.
Son muchos los sentimientos y emociones que buscan ser verbalizados pero se despe?an en su intento. Para Maillard, ¡°cuando le ponemos nombre a algo lo distinguimos de otra cosa. As¨ª es como logramos comunicarnos. No obstante, sin nombre, las cosas son mucho m¨¢s intensas, inabarcables incluso. Nombra una sensaci¨®n y la perder¨¢s¡±.
P¨¦rdida. P¨¦rdidas. La vida es una estela de p¨¦rdidas que modelan al ser. ¡°No somos / vamos siendo / aquello que hemos despreciado¡±, escribe la poeta. Parece contradictorio y duro, respecto a lo que la gente tiene en el imaginario de lo que cree que es, pero, afirma Maillard, ¡°lo malo es precisamente eso: que creemos demasiado. ?Y si lo que somos no fuese m¨¢s que el resultado de un c¨²mulo de repeticiones¡?¡±.
Entonces aparecen el M¨ª y el Yo, tan presentes en La herida en la lengua. Y la poeta aclara la diferencia con sus versos: ¡°El m¨ª es un compendio de gestos habituales. / Lo que del m¨ª / hace al yo: el peso de su historia¡±.
?Y qu¨¦ ve ahora la otrora ni?a de 9 a?os que quiso ver lo que hab¨ªa detr¨¢s de los p¨¢rpados? ¡°Una fina membrana que nos separa del vac¨ªo¡±.
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La herida en la lengua.
Ensayo po¨¦tico
La mujer de pie. Se publicar¨¢ en septiembre. Es una historia contada en tres registros literarios distintos.
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