¡®Wounda¡¯: ¡®C¨ªrculo 4¡¯
Manuel R¨ªos San Mart¨ªn, guionista y director de series como ¡®M¨¦dico de familia¡¯, contin¨²a su relato sobre un asesinato en un zool¨®gico y se centra en la relaci¨®n entre una gorila, su cr¨ªa y el jefe de la zona de los grandes simios del parque
Kenny Millet recorre con prisa el camino que le separa de La Isla de los Gorilas. Antes de llegar, su ayudante ya ha salido a su encuentro para informarle.
¡ªNada, sigue sin dar de comer a la cr¨ªa y ya han pasado cuarenta y ocho horas.
Kenny se detiene preocupado. Desde su posici¨®n ya alcanza a ver a Wounda y a Nim. No lo tiene cogido en brazos, pero tampoco deja que nadie se acerque demasiado.
¡ªPor la noche, mientras la madre dorm¨ªa ¡ªcontin¨²a el ayudante¡ª, le hemos podido alimentar con el biber¨®n, pero esta ma?ana no nos ha dejado ni acercarnos. Hubo un momento en que cre¨ªamos que lo iba a matar. Y ya no lo ha soltado. No para darle de comer de nuevo sino marcando territorio.
Kenny asiente e inicia de nuevo el camino hacia la cristalera. Wounda le observa sin mover un m¨²sculo. Ambos se miran. Se conocen hace dieciocho a?os. Desde que la gorila naci¨® en cautividad en este mismo zool¨®gico. Eran tiempos mejores. El jefe de la zona de los grandes simios llega a la altura de la gorila, que se aleja unos pasos y se queda de espaldas. Kenny hace una se?al para que le abran la puerta y entrar en la jaula. El ayudante no est¨¢ muy convencido pero su jefe se lo ordena con gesto firme. Le abre y cuando ya ha entrado se prepara con la manguera de chorro por si fuera necesario intervenir.
¡ªWounda¡, soy yo ¡ªdice con suavidad Kenny¡ª. Vamos, Wounda, tienes que alimentar a Nim. Por favor.
La mona est¨¢ escuchando perfectamente lo que le dicen pero se gira todav¨ªa m¨¢s. La cr¨ªa est¨¢ d¨¦bil y asustada. Al escuchar la voz del cuidador intenta ir hacia ¨¦l. Wounda la coge con rapidez de una pata y se la coloca en el hombro sin dejar que se mueva pero sin presionarla demasiado. Nim se queda de frente al cuidador y le mira con miedo. Con miedo de su propia madre.
¡ªVamos, Wounda, todo est¨¢ bien. Tienes que darle de comer¡ M¨ªrame. ¡ªAnte la negativa de la gorila, da un golpecito especial en el suelo, es un c¨®digo de entrenamiento. La mona, ahora s¨ª, se gira hacia ¨¦l. Kenny contin¨²a hablando mientras acompa?a sus palabras con un lenguaje de signos que Wounda entiende¡ª. Todo est¨¢ bien. Nim tiene hambre. Necesita comer. ¡ªSus manos se mueven explicando lo que dice. Wounda las mira y niega con la cabeza¡ª. Tu hijo est¨¢ enfermo. ¡ªHace el gesto de enfermo y lo repite varias veces. Eso parece conectar con alguna parte del cerebro de la gorila, que mira por primera vez a su cr¨ªa con inter¨¦s. La sostiene en el aire y la separa unos cent¨ªmetros de ella. El monito patalea con miedo y eso desconcierta a su madre. Es como si hubiese recobrado su instinto natural. Mira un momento a Kenny, que le sonr¨ªe con ternura y vuelve a mirar a su hijo. Le acaricia la cabeza y se lo pone en el pecho. Nim mama con fruici¨®n, no solo es una manera de calmar el hambre que tiene, sino tambi¨¦n de liberar la tensi¨®n acumulada en estos d¨ªas, desde que el ?espalda plateada? mat¨® a su hermanito. Se olvida de todo mientras chupa el pecho de su madre.
Kenny respira m¨¢s tranquilo. Va a salir de la zona de los simios cuando ve al inspector de polic¨ªa, Jellineck, apoyado en la valla. Su presencia le intranquiliza.
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