¡®Wounda¡¯: ¡®C¨ªrculo 6¡¯
Manuel R¨ªos San Mart¨ªn, guionista y director de series como ¡®M¨¦dico de familia¡¯, contin¨²a su relato sobre un asesinato en un zool¨®gico y se centra en la relaci¨®n entre una gorila, su cr¨ªa y el jefe de la zona de los grandes simios del parque
Los chimpanc¨¦s corren alrededor de su cerca, choc¨¢ndose los unos con los otros y embistiendo contra las paredes. Kenny Millet les grita intentando que se detengan, pero es in¨²til. Un cuidador les lanza un chorro potente de agua. Solo sirve para aumentar su irritaci¨®n y que se arrojen contra el cristal de la jaula m¨¢s desesperados todav¨ªa. Por un momento a Kenny se le pasa por la cabeza que ser¨ªan capaces de romperlo. Wounda y su cr¨ªa son los ¨²nicos gorilas que quedan en el zool¨®gico. Se asustan a pesar de estar separados del resto de simios en un h¨¢bitat bastante seguro. Antes, cuando ocurr¨ªa una pelea entre chimpanc¨¦s, Kesho, el ?espalda plateada?, se plantaba pegado al cristal de sus vecinos, ret¨¢ndoles. Eso bastaba para que se calmasen o al menos para que se alejasen lo m¨¢s posible. El gran macho impon¨ªa. Pero ahora ya no est¨¢ y los chimpanc¨¦s empiezan a golpear el cristal que les separa de la otra especie. Varios miembros del equipo de seguridad disparan dardos tranquilizantes. En unos segundos todo est¨¢ m¨¢s calmado. Los monos van cayendo en un duermevela. Tras comprobar que ya no hay peligro, Kenny se acerca a la zona de los gorilas, donde Wounda abraza a su cr¨ªa.
¡ªNo hay peligro ¡ªdice Kenny mientras hace unas se?as que ella entiende.
La gorila le mira profundamente. El cuidador nota algo raro. Si no lo hubiese hablado con el inspector no se habr¨ªa fijado, pero Wounda tiene la escler¨®tica m¨¢s blanca de lo que recordaba. Desde luego, mucho m¨¢s clara de lo habitual en un simio. Ella tan solo gira los ojos a la derecha y Kenny lo hace tambi¨¦n siguiendo la mirada como hacemos los humanos, porque ella as¨ª se lo ha pedido con ese gesto. No ve nada especial, al fondo hay un par de turistas y un cuidador que se acerca. Al girarse de nuevo ve que el monito yace inm¨®vil en sus brazos. Al principio no entiende bien lo que sucede, pero Wounda est¨¢ llorando y le parece que con su mirada pide perd¨®n. De repente lo comprende todo: ella ha mirado a la derecha para que ¨¦l no contemplara ese momento aparentemente cruel pero lleno de amor, para que no viese c¨®mo con un golpe seco ha partido el cuello de la cr¨ªa, ha terminado con la vida de Nim. Kenny no consigue reaccionar, es lo m¨¢s triste que podr¨ªa llegar a imaginar. La gorila deposita con delicadeza el cuerpito de su hijo entre unas hojas que ya hab¨ªa dejado preparadas. Lo tapa. Despu¨¦s lo huele y unas l¨¢grimas caen sobre la tierra de la jaula desapareciendo entre la arena. Tambi¨¦n las l¨¢grimas de Kenny caen en busca de las de ella. Se miran.
¡ªNo, por favor, Wounda. Por favor¡ ¡ªdice mientras gesticula.
La mona se aleja despacio y sube hasta arriba del ¨¢rbol m¨¢s alto de La Isla de los Gorilas. Trepa con agilidad a pesar de que la tristeza no le deja ver bien. Se detiene un instante. Se da cuenta de que su cuidador la mira y hace un adem¨¢n para que desv¨ªe de nuevo los ojos, pero ¨¦l no puede apartar la vista de lo que ya sabe que va a suceder. Kenny tan solo los cierra un instante antes del impacto y permanece as¨ª no sabe cu¨¢nto tiempo, horas tal vez.
Cuando los abre ya han recogido el cuerpo de Wounda y limpiado la jaula.
Ha muerto el ¨²ltimo gorila del zool¨®gico de Londres. Al d¨ªa siguiente ni siquiera entrar¨¢ en el top 20 de los hashtags de Twitter.
Babelia
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