Florence enciende la mecha de un FIB todav¨ªa a medio gas
La brit¨¢nica protagoniza un concierto febril en la primera noche de la cita de Benic¨¤ssim
En noches hu¨¦rfanas de carisma y nombres de peso, se necesita siempre a un o una artista capaz de lucir galones y apuntalar con actitud y -sobre todo- canciones el ¨¢nimo festivo de la audiencia. Y era obvio que ese papel anoche le correspond¨ªa a Florence Welch, principal se?uelo de una primera jornada del FIB en la que uno de sus escenarios principales a¨²n permanec¨ªa cerrado, a la espera de una noche (la del viernes) en la que albergar¨¢ a los Godspeed You! Black Emperor (entre otros) mientras The Prodigy o Noel Gallagher har¨¢n lo propio en el grande.
El caso es que, aunque las canciones de Florence+The Machine se defienden por s¨ª solas, en esa intersecci¨®n en la que un tono confesional y refinadamente femenino se cita con una abierta comercialidad, a su concierto no le faltaron las preceptivas dosis de hervor. Con hechuras de una Kate Bush despojada de cualquier manierismo, aupada en esas melod¨ªas que igual pueden coquetear con la herencia de Fleetwood Mac como con esa versi¨®n licuada del soul que tanto se estila en las islas brit¨¢nicas durante el ¨²ltimo lustro, y con el soporte de una banda m¨¢s que competente (esos vientos), Florence destil¨® el magnetismo de los aut¨¦nticos animales de escenario. ?Puntos ¨¢lgidos de su concierto? El rotundo single What Kind Of Man?, la infalible toma de You've Got The Love (sobre el cl¨¢sico house de Candi Staton) y el aullido de Dog Days Are Over. Las altern¨® con su cuota de torch songs e hizo bandera de los derechos LGBT, bandera arcoris en ristre. Derroch¨® entrega y cumpli¨®.
Justific¨®, en suma, la afluencia al recinto junto a la carretera nacional, que luci¨® una buena entrada aunque a¨²n bastante lejos de lo que se le presupone para noches como la de ma?ana, con Blur ejerciendo de reclamo. La tarde-noche hasta entonces se hab¨ªa ido destensando, porque lo que comenz¨® a base de guitarrazos afilados se fue perdiendo en ritmos de brocha gorda. Las guitarras abrasivas hab¨ªan corrido a cargo de Trajano!, quienes exhiben una lectura de los preceptos post punk muy madrile?a (las sombras de The Cure o Joy Division filtradas a trav¨¦s del legado de Par¨¢lisis Permanente o los primeros Gabinete Caligari; la voz impostada) a la par que acad¨¦mica; aparentemente contradictoria con el sol de las siete de la tarde. Y sobre todo, con los valencianos Mox Nox, detentores de un s¨®lido muro de sonido del que lo mejor que puede colegirse es su borrosa filiaci¨®n (shoegaze, garage o hasta swamp rock) en tiempos tan marcados por c¨®digos identificables a la primera. Inauguraron-por cierto-el escenario Red Bull Tour Bus, montado en apariencia sobre el techo de un autob¨²s, testimoniando adem¨¢s la presencia del valenciano por primera vez en Benic¨¤ssim, dos a?os despu¨¦s de que Pleasant Dreams interpretaran su versi¨®n del tradicional La Panderola.
Florence justific¨® la afluencia al recinto junto a la carretera nacional
Ambos engrosaron el apartado nacional junto a los catalanes Ocellot, que sacaron brillo de forma intermitente a su imaginativo -y nada f¨¢cil de llevar al escenario con solvencia- concepto de la psicodelia y los mallorquines The Last Dandies, estimulantes aunque m¨¢s ortodoxos en su asunci¨®n del pop brit¨¢nico m¨¢s dotado de chispa mel¨®dica. En otra liga, pr¨¢cticamente, hay que situar a sus paisanos L.A., porque lo mim¨¦tico de su sonido nunca empa?a muestrarios tan rocosos como el que despacharon en el escenario grande, mirando de t¨² a t¨² a cualquier aportaci¨®n for¨¢nea.
Y ya que toca abordar eso, la aportaci¨®n for¨¢nea de anoche -Florence+The Machine al margen-, poco an¨¢lisis merecen los conciertos de Swim Deep, Clean Bandit y Crystal Fighters, m¨¢s all¨¢ de su condici¨®n de entremeses l¨²dicos con mayor o menor poso bailable. Swim Deep son puro saldo brit¨¢nico, una visi¨®n absolutamente inocua y extremadamente higienizada de los influjos que se les presuponen. De Clean Bandit dicen que su m¨¦rito principal es fundir el pop de c¨¢mara con la m¨²sica de baile (bueno, se vio un viol¨ªn), pero a lo sumo deparan un show para amenizar saraos ibicencos, haciendo-de paso-que cualquiera pueda recordar a M People como el s¨²mum del refinamiento. No falt¨® su versi¨®n de Show Me Love (Robin S), que les explica mejor que nada. Y el misticismo seudo-hippy de sus paisanos Crystal Fighters, sazonando su inmisericorde f¨®rmula de indie ligeramente ¨¦pico y expresamente bailable (con los ocasionales pespuntes tribales y house), se antoja de tan poco recorrido creativo como efectividad m¨¢s que probada a cielo abierto en cualquier noche de verano. Hicieron lo de siempre: convertir la explanada un enorme hervidero, sin apenas esfuerzo. Y con el mismo d¨¦ficit de inventiva.
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