El d¨ªa que Mendieta toc¨® su canci¨®n con Los Planetas
El exfutbolista sube al escenario del FIB para tocar la guitarra en 'Un buen d¨ªa' Blur impone la autoridad de un repertorio rebosante de hits
Se constat¨® anoche que el p¨²blico espa?ol ha ganado terreno este a?o al brit¨¢nico, tras unos a?os de deserci¨®n progresiva. En ning¨²n concierto se vio mejor que en el de Los Planetas, la banda m¨¢s emblem¨¢tica de entre todas las surgidas en los 90 en este pa¨ªs, estrechamente ligada al festival desde su primera edici¨®n. Su denso magma de guitarras enmara?adas y pellizco sure?o seguramente suene extra?amente monol¨ªtico a o¨ªdos de cualquier for¨¢neo, pero si se trataba de vindicar la vivacidad de un discurso intransferible que a¨²n no ha dicho su ¨²ltima palabra, habr¨¢ que convenir que el concierto que se marcaron compiti¨® (a su manera, con sus armas, a su escala) con el de Blur. Son los 90, s¨ª, pero tambi¨¦n son muchas m¨¢s cosas que el responso nost¨¢lgico.
Porque conmueve la maestr¨ªa con la que mezclan el rock inflamado por los palos del flamenco (Alegr¨ªas del incendio, Ya no me asomo a la reja) con sus antiguos fogonazos pop (Rey Sombra, Segundo Premio o Un buen d¨ªa, con aparici¨®n estelar de Gaizka Mendieta-protagonista de su letra-rasgando las cuerdas de una guitarra). Santos que yo te pinte bien pudo ser la bisagra, aunque tampoco hacen falta muchos engarces porque esas dos pulsiones pr¨¢cticamente se funden en una, sin traumas. El chispazo eterno de De Viaje coron¨® un concierto rocoso y solvente, despachado con la entrega que la ocasi¨®n requer¨ªa. Y en el que la pericia de Florent para dise?ar esos tupidos tapices de guitarras lis¨¦rgicas brill¨® con luz propia. No est¨¢ de m¨¢s recalcarlo, porque no es frecuente.
Tremendos Blur
Pueden haber sobrevolado coyunturas, haber picoteado de este o de aquel g¨¦nero e incluso haber navegado a la deriva en alguna ocasi¨®n a lo largo de 25 a?os. Pero al final son las canciones las que se imponen. Las que de verdad trascienden. Las que dan la estatura real de una banda que coleccionaba libros de estilo en los a?os 90 como quien cambia de chaqueta, hasta que con el tiempo ha terminado por ser ella misma la que adquiere hechuras de cl¨¢sico en vida. Y lo cierto es que si algo no les falta a Blur son canciones. Para dar y tomar. Y no se dejaron demasiadas de las indispensables en el tintero. Las nuevas (Lonesome Street, Thought I Was a Spaceman), fruto del muy estimable The Magic Whip-que justifica su actual escenograf¨ªa-no desentonan. Pero es la renovada frescura con la que a¨²n defienden su retah¨ªla de cl¨¢sicos la que les imprime vigencia. Damon Albarn y Graham Coxon bromearon con Tender, y esa fue una de las estampas que certifican que nunca es tarde para avivar los rescoldos all¨¢ donde hubo brasa, aunque vivamos tiempos en los que las reunificaciones extempor¨¢neas est¨¦n a la orden d¨ªa y rara vez respondan a la qu¨ªmica. El segundo volvi¨® a lucir galones con su guitarra y doblando la voz del primero.
Los a?os tampoco pasan en balde, y en su caso la veteran¨ªa les ha aportado el suficiente cuajo como para no arruinar caprichosamente las propiedades de su temario. Ya no se permiten tachones. El baile de la lis¨¦rgica There's No Other Way o la discotequera Girls & Boys, el sarpullido pixie de Song 2, el orgulloso costumbrismo de Parklife (con invitada espa?ola de entre el p¨²blico en escena), el frenes¨ª de Trouble in the Message Centre, la perezosa sinuosidad de Beetlebum o Out of Time, la canci¨®n mel¨®dica que destilan To The End o The Universal...todo un vadem¨¦cum con el que glosar la evoluci¨®n del pop brit¨¢nico en vi?etas, condensado en hora y media. A¨²n rozagante y vivo, con raz¨®n remiso a ser archivado en el registro de las inanimadas piezas de museo. Fue la mejor de las tres actuaciones que han ofrecido en Benic¨¤ssim, claro. Una delicia.
Sorpresas
La sorpresa del d¨ªa-el m¨¢s concurrido hasta ahora del fin de semana-la hab¨ªa dado el norteamericano Curtis Harding con la estupenda raci¨®n de soul rock que sirvi¨® sobre el escenario Red Bull Bus Tour, el del autob¨²s. Toda una lecci¨®n de versatilidad y clase, versi¨®n de Ain't No Sunshine (Bill Withers) incluida. Fue la suya de esas actuaciones que contrastan con la absoluta irrelevancia con la que se desenvuelven otros sets en el escenario grande, como el de los vulgares Reverend & The Makers, acogido-no obstante-con cierto entusiasmo.
Ese mismo escenario se hab¨ªa desperezado antes con el manojo de irresistibles melod¨ªas de los mallorquines Beach Beach, orgullosamente deudoras de los pr¨®ceres de los 80 (la hornada C-86, Aztec Camera). Y casi se solapaba con el de los catalanes Opatov, quienes esgrimieron una concepci¨®n del garage rock nada monocrom¨¢tica (esa trompeta), que tambi¨¦n habr¨ªa que imputar en el nutrido apartado de bandas estatales emergentes que desfilan por aqu¨ª y cuyo nombre conviene apuntar. Junto a los estimulantes mantras de los valencianos Siesta!, algo lastrados por un par¨®n t¨¦cnico que para su propuesta-basada en el poder de sugesti¨®n de unos desarrollos que remiten al kraut rock y a la psicodelia sin peajes obvios-es como un coitus interruptus. Aunque en ese cap¨ªtulo, el de los m¨²sicos emergentes, quienes sacan la cabeza muy por delante del resto son la madrile?as Hinds, gracias al nicho que se han labrado en algunos medios for¨¢neos. ?Lo justifican? Ayer no tuvieron una mala tarde: la controversia acerca de su mayor o menor pericia y el dichoso runr¨²n sobre su candor juvenil bien pueden quedar sepultados bajo esas canciones carnosas que resuenan al lo fi norteamericano de los a?os 90, y en sus manos de desvela fresco, espont¨¢neo y vivificante. Suficiente.
En la tarde-noche de hoy domingo el FIB afronta su ¨²ltimo tramo con Portishead y Public Enemy atrayendo casi todas las miradas. As¨ª que a¨²n queda festival.
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