La man¨ªa de caernos del mundo
Despu¨¦s de todo, descolgarse siempre fue una de nuestras m¨¢s s¨®lidas tradiciones
Me acuerdo del amigo que situaba al mismo nivel el plano hist¨®rico y el personal. Andando por Par¨ªs, oy¨® comentar que se avecinaba la guerra en Chipre. Qu¨¦ pesadez, dijo. Y es que todo lo ve¨ªa como una injerencia en su vida. ?Qu¨¦ dir¨ªa hoy si supiera que no hay un solo partido pol¨ªtico espa?ol ¡ªya no digamos catal¨¢n¡ª que quiera posicionarse en el centro o, mejor dicho, que sea realmente de centro? Supongo que esto pasa porque est¨¢ mal visto oponerse a ser marginal y porque, adem¨¢s, ha vuelto la moda de un baile tremendamente local, ligado a nuestra sempiterna man¨ªa de caernos del mundo. Despu¨¦s de todo, descolgarse siempre fue una de nuestras m¨¢s s¨®lidas tradiciones. Nos fascina, de tanto en tanto, vernos fuera de algo, fuera de la ONU, de Europa, de todos los centros reales de decisi¨®n, sentirnos arrojados a los m¨¢rgenes y a las tinieblas exteriores.
S¨¦ que ya nos parece incluso normal esa tendencia a caer en abismos y dem¨¢s v¨ªas muertas del pasado y perder, a la primera de cambio, el equilibrio. Pero no por eso deja de ser muy mala suerte que con tanta frecuencia veamos reaparecer esa tarada man¨ªa de caernos del mundo, de deslizarnos por rancios m¨¢rgenes, desconectados de los grandes centros del momento, que son los que deber¨ªan atraernos y que hoy en d¨ªa, incorregibles y presos una vez m¨¢s de nuestra vocaci¨®n de apeados, nos disponemos a ver pasar de lejos.
Dec¨ªa Susan Sontag en una entrevista para Rolling Stone que lo formidable del lenguaje es que nos permite leer en diferentes sentidos un mismo concepto. Y pon¨ªa el ejemplo de ¡°sentirse de centro¡±, que nos remite a alguien equidistante de dos radicalidades, aunque si el concepto pierde carga pol¨ªtica y se infiltra solo en el plano personal, la cuesti¨®n cambia y puede hasta transportarnos a una idea de intemporalidad.
Para Sontag sentirse de centro era, en el plano personal, oponerse a vivir al margen: no le apetec¨ªa, por ejemplo, tener que sentirse al margen de su propia conciencia, de su propia experiencia, o de su propia ¨¦poca. Y citaba a Juan Calvino: ¡°El mundo se inclina a un lado y a otro, de modo que sit¨²ate en el centro¡±.
Es un buen consejo, pero poco atendido por mis paisanos, porque siguen a todas horas surgiendo aficionados a ese baile tremendamente local, personas que ceden a la inclinaci¨®n de la Tierra y realizan mil cabriolas rid¨ªculas cuando mejor les ir¨ªa si se situaran a ras de suelo, porque la vida es muy complicada y uno no tiene por qu¨¦ estar colgado de los dedos de alg¨²n extremo de las cosas, que es lo que le pasa a tanta gente que entre nosotros ya no puede ver nada.
A un lado y al otro, toc¨¢ndose ambos extremos, cada vez hay m¨¢s adictos a lanzarnos por despe?aderos de segunda fila, cada vez m¨¢s vendedores de humo revolucionario por un lado y de pavorosas atm¨®sferas de atardeceres zul¨²s por el otro.
Y pensar que simplemente nos ir¨ªa mejor si, al menos en el plano personal, recobr¨¢ramos ese equilibrio que podr¨ªa darnos el centro, a fin de cuentas el m¨¢s sensato de los puntos cardinales.
Babelia
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