H de Hitler
Canal de Historia programa sin descanso documentales sobre el Tercer Reich. Sin distinguir los trabajos rigurosos de las patochadas con alien¨ªgenas
Si usted no se traga eso de que no hay que hablar del pasado porque pasado est¨¢, puede darse una vuelta por Berl¨ªn y sentir el peso de la historia en cada esquina, un ejercicio honesto de memoria para que no se repita lo peor. Muy distinto de lo de Espa?a, donde un futbolista puede lucir la camiseta de Franco y seguimos enredados en si dedicamos una calle a la Divisi¨®n Azul. M¨¢s al alcance del mando a distancia, del siniestro pasado alem¨¢n se habla sin descanso en el Canal de Historia, que, cuando no emite sandeces sobre extraterrestres, repasa la figura, tan terrible como magn¨¦tica para la audiencia, de Adolf Hitler.
Algunos documentales merecen la pena. El pen¨²ltimo, La oficina de Hitler, da detalles de la megal¨®mana canciller¨ªa que mand¨® construir, y que en vez de espacios de trabajo constaba de enormes salones sin m¨¢s prop¨®sito que impresionar e imposibles de calentar. All¨ª estaba el b¨²nker donde el tirano acab¨® sus d¨ªas. No lo busque en Berl¨ªn: los sovi¨¦ticos demolieron el complejo.
En el canal de la H puede llevarse un empacho de Hitler, y ah¨ª caben tanto relatos rigurosos como burdas teor¨ªas conspiratorias. En el men¨²: El Tercer Reich: El ascenso y La ca¨ªda (de lo mejor), Los evangelios nazis, La fortuna secreta de Hitler, La fortuna perdida de Hitler (no es lo mismo), ?Se suicid¨® Hitler en el b¨²nker? y, era inevitable, Alien¨ªgenas: En el Tercer Reich.
Si, asustado por los marcianos nazis, se refugia en la lectura, h¨¢gase con Los fil¨®sofos de Hitler (C¨¢tedra), de Ivonne Sherrat, que documenta la apropiaci¨®n pol¨ªtica de los grandes pensadores, la cobard¨ªa o complicidad de tantos intelectuales y algunos casos de heroica resistencia. Claro que en las librer¨ªas tambi¨¦n se puede topar con versiones extravagantes de la historia, como la que dice que Hitler y Eva Braun huyeron del b¨²nker a la Patagonia.
Es una se?a de nuestro tiempo ese barullo entre la informaci¨®n valiosa y la t¨®xica. Lo inteligente en saberlas distinguir. Salvo alien¨ªgenas, no siempre lo ponen f¨¢cil.
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