Mundos posibles

Todos nos quedamos helados con la cat¨¢strofe del vuelo GWI9525 perpetrada por Andreas Lubitz, pero a los que hab¨ªamos visto Relatos salvajes se nos qued¨® la cara m¨¢s l¨ªvida que a los dem¨¢s. La pel¨ªcula de Dami¨¢n Szifr¨®n hab¨ªa predicho la tragedia, al menos en un sentido lato o aleg¨®rico. Si la pel¨ªcula hubiera salido despu¨¦s del hecho, todo el mundo la habr¨ªa considerado un chiste grueso, pero en realidad era mucho peor que eso: era una predicci¨®n, un augurio extra¨ªdo de alguna teor¨ªa de la realidad ¡ªla realidad de la mente humana, en este caso¡ª que de pronto se revelaba tan certero que validaba la teor¨ªa: la teor¨ªa de que la maldad existe y puede alcanzar extremos en verdad siniestros de crueldad y refinamiento.

Entonces, ?puede al arte predecir la realidad? Oh, vamos, pero por supuesto que puede. Hay una mol¨¦cula flotando ah¨ª por el espacio interestelar que se llama fulereno por su inmenso parecido con las c¨²pulas que el arquitecto Buckminster Fuller hab¨ªa dise?ado d¨¦cadas antes de su descubrimiento. Ahora vemos fractales en la naturaleza por todas partes ¡ªen las hojas de los helechos, las formas escabrosas de los litorales y la geometr¨ªa del genoma en cada una de nuestras c¨¦lulas¡ª, pero nadie hab¨ªa visto ninguna hasta que el gran matem¨¢tico ruso Georg Cantor las invent¨® hace un siglo. No podemos ver los nen¨²fares de un estanque sino a trav¨¦s de los cuadros de Monet. Los amores son plat¨®nicos; la desgracias, dantescas; la soledad en un hotel, hopperiana. ?C¨®mo se explica que la naturaleza imite al arte? Va para septiembre.

Los cient¨ªficos est¨¢n acostumbrados a esa paradoja, y saben que esconde una cuesti¨®n muy profunda. Fue Galileo quien percibi¨® que la naturaleza habla en el lenguaje de las matem¨¢ticas, y los cuatro siglos que Roma ha tardado en pedirle disculpas le han dado la raz¨®n por humillante goleada.

La teor¨ªa m¨¢s brillante y bella de la historia de la ciencia, la relatividad general de Einstein, que explica el espacio, el tiempo, la gravedad y el cosmos en t¨¦rminos puramente geom¨¦tricos, est¨¢ edificada sobre unos cimientos geom¨¦tricos inventados 60 a?os antes por el gran Bernhard Riemann, el brillante disc¨ªpulo de Gauss que se ganaba el sueldo imaginando lo que podr¨ªa ser, o lo que tendr¨ªa que ser.

Representar las cosas que ya han pasado es la gracia del artesano. Predecirlas es el talento del artista. No porque sea capaz de ver el mundo futuro, sino porque sabe imaginar los mundos posibles.