Fallido choque de civilizaciones
La primera novela del periodista, guionista y escritor Terry Hayes (1951) cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un 'best seller'
La primera novela del periodista, guionista y escritor Terry Hayes (1951) cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un best seller. Para empezar, presenta la cl¨¢sica acci¨®n imparable, h¨¢bilmente urdida en distintos episodios que se suceden a lo largo y ancho del planeta. Adem¨¢s, tiene por protagonista y narrador a un hombre de or¨ªgenes humildes que fue adoptado por unos riqu¨ªsimos millonarios de la Costa Este y estudi¨® en la Universidad de Harvard. All¨ª le reclutaron para los servicios secretos de los Estados Unidos, donde demostr¨® que estaba hecho de la madera del superh¨¦roe.
Pilgrim, que significa peregrino y es como se llama a quienes llegaron a Nueva Inglaterra en el Mayflower, all¨¢ por 1620, ser¨¢ el nombre en clave de este agente. Su misi¨®n consistir¨¢ en detener a un enemigo brillante y pr¨¢cticamente invisible, un adversario despiadado que pretende terminar con los Estados Unidos y ¡°nuestra civilizaci¨®n¡± desatando una devastadora guerra bacteriol¨®gica. Y si les digo que este rival se llama Sarraceno, comprender¨¢n que el trasfondo de la novela no es otro que el de la radicalizaci¨®n religiosa de los pa¨ªses isl¨¢micos y sus consecuencias. Una radicalizaci¨®n provocada en buena medida por la ya proverbial torpeza estadounidense en las relaciones internacionales. Al final de la novela habr¨¢ un duelo al sol entre el Peregrino y el Sarraceno, y triunfar¨¢ el que justifica la existencia de Abu Ghraibs, Guant¨¢namos y otras deslocalizaciones de que se sirve el Imperio para la pr¨¢ctica de la raz¨®n de Estado.
A este respecto, el libro lleva al campo de la ficci¨®n aquella teor¨ªa de Samuel Huntington seg¨²n la cual en el mundo posterior a la Guerra Fr¨ªa las identidades religiosas o de las civilizaciones est¨¢n en la base de los conflictos. Tal vez sea cierto que mientras Occidente prefiere ignorar que su supremac¨ªa se debe al empleo organizado de la violencia, el resto del mundo ni lo ignora ni lo olvida. Sin embargo, Soy Pilgrim parece sancionar con una inocencia sorprendente, es decir, sin el menor atisbo de esp¨ªritu cr¨ªtico, ese empleo de la violencia. El protagonista mismo, con sus cr¨ªmenes y atropellos, encarna esa justificaci¨®n. Eso s¨ª, se supone que en aras de un bien mayor.
Desde el punto de vista literario, hay alguna menci¨®n involuntariamente c¨®mica, como cuando se cita al ilustrado anglo-irland¨¦s Edmund Burke apostillando que se trata de alguien ¡°ya fallecido¡±. Efectivamente, muri¨® en 1797. Tampoco convencen las sensibler¨ªas de este esp¨ªa-asesino cuando observa la fotograf¨ªa de una mujer inveros¨ªmilmente ¡°gruesa¡± avanzando con sus dos hijos hacia la c¨¢mara de gas. Sus lamentos parecen impostados. Por lo dem¨¢s, la novela participa de las caracter¨ªsticas propias del g¨¦nero, como el f¨¢rrago en la narraci¨®n y el descuido en las descripciones, la velocidad y el suspense, y un n¨²mero imponente de casualidades para salvar las tramas y subtramas, aunque no m¨¢s de las que hay en el dumasiano Conde de Montecristo, por poner un ejemplo.
Soy Pilgrim. Terry Hayes. Traducci¨®n de Cristina Mart¨ªn Sanz. Salamandra. Barcelona, 2015. 860 p¨¢ginas. 22,50 €.
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