Lo que queda del eccehomo
Tres a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n de Cecilia Gim¨¦nez, su obra tiene m¨¢s repercusi¨®n fuera que dentro de Borja
Lo del eccehomo de Borja fue un suceso veraniego con visos de permanecer, como no suele ocurrir con las historias estivales. En agosto de 2012, la flecha del azar cay¨® sobre esta localidad ma?a a 63 kil¨®metros de Zaragoza. Una mal llamada restauraci¨®n de una pintura sobre un pilar del Santuario de Misericordia trascendi¨® en pocos d¨ªas m¨¢s que los frescos de Goya de la bas¨ªlica de El Pilar en toda su existencia. La noticia dio la vuelta al mundo y, tres a?os despu¨¦s, a¨²n no ha parado.
Aunque a algunos vecinos no les guste reconocerlo, es inevitable que aludan a la pintura del eccehomo para situar su municipio en el mapa. Otros, sin embargo, agradecen a Cecilia Gim¨¦nez (Borja, 1927) que les hiciera conocidos. Su intento de arreglar los desperfectos causados por la humedad, que afecta a la iglesia del santuario que cobija el Eccehomo pintado por El¨ªas Garc¨ªa Mart¨ªnez en torno a 1930, fue y es objeto de aperturas de telediarios, de una ¨®pera, de miles de memes, chapas, de programas estadounidenses, de etiquetas de vinos... como si de una noticia generada por Lady Gaga o cualquier estrella medi¨¢tica se tratara.
Ahora, lo que algunos denominaron la serpiente de verano del momento sigue mudando la piel y generando noticias que la reviven. Recientemente se ha anunciado el estreno en Colorado (EE UU) de una ¨®pera basada en esta historia, Behold the Man, pero muchos borjanos no est¨¢n enterados. Las informaciones les llegan de fuera. El verano sigue su curso, la poblaci¨®n aumenta un 50% en vacaciones. Pasa de 5.000 habitantes a 7.500, comenta el alcalde, Eduardo Arilla: ¡°Muchos vuelven a pasar el verano a su pueblo¡±. La plaza del Ayuntamiento a mediod¨ªa es un ir y venir de gente que entra y sale de los peque?os comercios. Las terrazas est¨¢n llenas. El episodio del eccehomo les suena a pasado. La due?a de una tienda de ropa dice que a ella no le afect¨® en nada. Beatriz Blasco, de 13 a?os, que pasa en Borja las vacaciones y los fines de semana, recita lo que ocurri¨® como si fuera una lecci¨®n. Agust¨ªn Caro, que regenta unos ultramarinos desde hace 58 a?os, no recuerda un especial incremento de ventas. Se?ala que s¨ª aumentaron las llamadas: ¡°Incluso de desconocidos, desde Argentina para preguntarnos¡±. Conoce a Cecilia de siempre ¡ªtodos la llaman por su nombre de pila¡ª. Ella ha pasado toda su vida en Borja. Regentaba junto a su marido el bar El Moca, de los primeros en tener televisi¨®n y parte del pueblo se reun¨ªa a verla. Su vida ha sido dura, tuvo dos hijos enfermos, uno de ellos falleci¨®, el otro necesita atenci¨®n constante. La gente lo sabe.
?En qu¨¦ manos debe estar el patrimonio art¨ªstico?
Cecilia Gim¨¦nez intervino en el Eccehomo de El¨ªas Garc¨ªa como ya hab¨ªa intervenido anteriormente en otra obras del Santuario de Misericordia y en el convento de Santa Clara. La voz de alarma la dio el Centro de Estudios Borjanos el 7 de agosto de 2012 al publicar en su blog una entrada titulada Un hecho incalificable. Cuando todo sali¨® a la luz se plante¨® recuperar la obra original, pero la imagen creada por Gim¨¦nez ya hab¨ªa dado tantas vueltas al mundo que tampoco quer¨ªan perderla. Hubo varios planteamientos: separar las dos im¨¢genes, sacar la obra del pilar original y llevarlo a restaurar. Pero finalmente, en palabras del alcalde de Borja y de Gim¨¦nez, han decidido dejarlo como est¨¢. En el Instituto Valenciano de Conservaci¨®n y Restauraci¨®n (IVC+R) recibieron unas muestras de pigmentos para que realizaran unas anal¨ªticas de la pintura. Carmen P¨¦rez, la directora del centro, sostiene que seg¨²n los resultados la imagen de Gim¨¦nez se podr¨ªa eliminar con cierta facilidad, que era reversible, pero no han vuelto a tener noticias. "Considero un desastre que se le de bombo y platillo a esto. Es la anticonservaci¨®n". Quiere recalcar el rigor y las t¨¦cnicas con las que se trabaja en su centro y en otros como el Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a (IPCE). No deja de llamarle la atenci¨®n la movilizaci¨®n que hubo y se pregunta "?qui¨¦n es el responsable de que Cecilia accediera a esas obras?".
En Borja no quedan restos de la ¡°locura¡± que se vivi¨® aquellos d¨ªas, en los que llegaban autobuses llenos de turistas de cualquier procedencia. Tan solo en una tienda entre la plaza del Mercado y la del Ayuntamiento se pueden ver tres botellas de vino con la imagen del eccehomo, una de ellas creada ex profeso por Gim¨¦nez para la marca. De otros souvenirs no hay rastro. Desde la puerta de su estanco, Sonia Viamonte reconoce que su vida s¨ª se vio afectada y lo contin¨²a estando; pero no en el negocio familiar. Es la encargada del archivo municipal y recuerda aquellos d¨ªas como ¡°un no parar¡±. ¡°El Ayuntamiento estaba desbordado, me dijeron que recopilara lo que sal¨ªa en los medios de comunicaci¨®n, era imposible abarcarlo todo¡±. Las alertas y el traductor de Google son sus aliados. Se ha publicado sobre este tema en todas las partes del mundo. ¡°Cada vez que sale algo nuevo, como la ¨®pera, tengo picos de trabajo, pero no como aquello¡±.
El Consistorio tiene intenci¨®n de crear un centro de interpretaci¨®n del Eccehomo en una sala frente a la capilla donde se encuentra la obra. El proyecto se presenta el pr¨®ximo 21 de agosto para inaugurarlo dentro de un a?o. La intenci¨®n es explicar lo que ocurri¨®, dar a conocer tanto la figura de Cecilia Gim¨¦nez como la del pintor original, El¨ªas Garc¨ªa, y mostrar parte de las publicaciones que se generaron. Elena Aznar, encargada de marketing, explica que la intenci¨®n es usar el eccehomo de ¡°gancho¡± para atraer visitantes a Borja y a partir de ah¨ª relacionar el patrimonio: el museo arqueol¨®gico, el de arte sacro de la colegiata, el convento de Santa Clara ¡ªen el que Gim¨¦nez tambi¨¦n ha retocado alguna obra¡ª; la ruta de la garnacha y los vinos con denominaci¨®n de origen.
El Santuario de Misericordia se encuentra a unos cinco kil¨®metros de Borja. All¨ª sigue el eccehomo en el estado que qued¨® ¡ªcon un metacrilato por delante para protegerlo de actos vand¨¢licos, como si de La Piedad de Miguel ?ngel se tratara. Gim¨¦nez siempre ha argumentado que no pudo terminar. ¡°Si hubiera tapado la pintura, nadie se habr¨ªa dado cuenta¡±, se lamenta. Aunque lo pas¨® mal al principio, ahora se siente apreciada: ¡°En Borja me quieren. Ellos me han levantado. Hasta los ni?os me conocen. Cuando voy al m¨¦dico en Zaragoza, oigo que dicen ¡®es Cecilia¡±. Durante los meses de buen tiempo, vive junto al Caser¨®n del Santuario, un edificio que conserva una cocina del siglo XVI donde se rod¨® parte de Nobleza baturra con Imperio Argentina. Cualquiera que vaya la puede ver junto a su hijo en el patio de su casa, atiende a todo el mundo. ¡°Sigo siendo la misma¡±. Tiene los pies en el suelo, lo recalca pisando todo lo fuerte que puede, aunque se rompi¨® una cadera hace un a?o y no est¨¢ recuperada del todo. A los que intentan ofenderla solo les dedica un ¡°all¨¢ ellos¡±. El alcalde confirma que todos sab¨ªan que Gim¨¦nez ¡°restauraba¡± algunas obras del Santuario. De permiso espec¨ªfico nadie habla.
La vida que s¨ª ha cambiado fue la del que cuida el santuario, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, santero le llaman. El flujo de visitas se multiplic¨® de repente. ?l compaginaba la vigilancia con otras labores. Pero cuando sali¨® la primera noticia en el Heraldo de Arag¨®n fue imposible. En 2012 tiene registradas 45.824 entradas desde el 15 de septiembre que empezaron a cobrar un euro. Desde que salt¨® la imagen, calcula unas 23.000 m¨¢s, registradas con un cuentapersonas. Despu¨¦s, el flujo de visitas fue bajando: 36.600 en 2013, 20.157 en 2014 y 8.153 hasta el 31 de julio de este a?o. El goteo es constante. Es un lugar familiar al que van vecinos de la comarca a pasar la tarde o a hacer barbacoa. Todos coinciden en que aquellos d¨ªas era imposible y desagradable estar all¨ª. Lo recuerdan con una mezcla de incredulidad, broma, incomprensi¨®n y sorpresa por c¨®mo se gener¨® aquello. Ya pas¨®, se siguen viendo curiosos y periodistas de vez en cuando pero no es comparable.
Las tardes en Borja no son tan concurridas como las ma?anas. El sol aprieta. En las terrazas de la plaza del Ayuntamiento, tan solo alg¨²n vecino a la sombra y una pareja de turistas polacos, que ha ido porque ha o¨ªdo hablar de Borja. ¡°El nombre de mi marido coincide con el del pueblo¡±, explica la mujer, mientras se escuchan las campanas. ?l saca una tarjeta identificativa en la que pone ¡°Name: Bordzio¡±, lo pronuncia y solo suena algo parecido.
¡°Cecilia puso a Borja en el mapa¡±, dice la mayor¨ªa de los vecinos consultados, pero no hubiera sido lo mismo sin que el Centro de Estudios Borjanos denunciara el caso y sin que se diera la noticia. Ni la campa?a de marketing m¨¢s orquestada hubiera previsto lo que ocurri¨® en Borja en agosto de 2012. Continuar¨¢.
Babelia
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