Francisco Rivera Ord¨®?ez, nacido para la fama¡ y el dolor
El torero, herido gravemente por un toro en Huesca, se recupera en la UCI de un hospital
Lo que no pod¨ªa imaginar Francisco Rivera Ord¨®?ez, ¡®Paquirri¡¯ en los carteles de toros, (Madrid, 1974) es que su vuelta a los ruedos iba a ser tan dolorosa. Ha toreado esta temporada mucho m¨¢s de lo que su trayectoria y condiciones hac¨ªan presagiar, aupado por su sonoro nombre y raigambre familiar, pero no ha conseguido el triunfo esperado, ha sufrido algunas volteretas de esas que dejan huella en las entra?as de un cuarent¨®n y, encima, esta grav¨ªsima cornada de Huesca que a punto ha estado de matarlo. Un duro balance para quien volvi¨® para celebrar el 20 aniversario de su alternativa y tras prometerle a su esposa que solo se vestir¨ªa de luces un a?o.
Mala suerte de un triunfador nato; de un hombre nacido, si no para la gloria, s¨ª para la ef¨ªmera fama de la prensa del coraz¨®n. No en vano es miembro destacado de una importante saga taurina, emparentada fuertemente con la cr¨®nica social: hijo de Paquirri, muerto en Pozoblanco cuando Rivera era solo un chaval de 10 a?os, y de Carmina Ord¨®?ez, estandarte del cotilleo nacional; nieto de Antonio Ord¨®?ez, referente fundamental del toreo cl¨¢sico; hermano de Cayetano, torero melanc¨®lico y tambi¨¦n en horas bajas delante del toro; de Kiko Rivera, hijo de Isabel Pantoja, lig¨®n televisivo y fen¨®meno social, y de Juli¨¢n Contreras, aspirante a escritor y empresario en dificultades.
Pero lo que est¨¢ claro es que Rivera, el mayor de los hijos, vino al mundo entre av¨ªos de torear, y el toreo fue su vocaci¨®n. As¨ª, a los 21 a?os, tom¨® una alternativa de lujo en la Feria de Abril de Sevilla, de manos de Espartaco, y su irrupci¨®n en la fiesta fue clamorosa. Aquella tarde qued¨® para siempre en los anales del mejor toreo y ofreci¨® toda una lecci¨®n de poder¨ªo, t¨¦cnica, capacidad e inteligencia.
Y ese fue solo el inicio de una mete¨®rica carrera cuajada de ¨¦xito, en la que supo mezclar adecuadamente su fulgor como figura con su acrecentado protagonismo en la vida social de este pa¨ªs de la mano de su madre, la muy famosa Carmina.
La guinda fue su boda, el 23 de octubre de 1998, con Eugenia Mart¨ªnez de Irujo, hija de la Duquesa de Alba, lo que lo convirti¨® en duque consorte de Montoro, y dispar¨® como la espuma su ascenso como protagonista de la cr¨®nica social.
Pero al tiempo que se convert¨ªa en un personaje, arisco o simp¨¢tico seg¨²n las circunstancias, perseguido por las c¨¢maras y objeto de deseo de campa?as publicitarias y programas televisivos, declinaba su estrella taurina.
Se separ¨® de su esposa y el torero triunfador y respetado dio paso a un seductor nato, con amor¨ªos de quita y pon; al guaperas canalla de amigos ¨ªntimos y enemigos callejeros; y a un empresario listo, atrevido y exitoso en sectores como la chatarra, la restauraci¨®n, la ganader¨ªa y el turismo.
En ellas estaba cuando en octubre de 2012, cansado de buscar un triunfo que parec¨ªa perdido, y aburrido tambi¨¦n el p¨²blico de una carrera ya paralizada, decidi¨® retirarse de los ruedos tras una corrida en la feria de Zaragoza.
Francisco Rivera aprovech¨® el descanso para probar fortuna de nuevo en el matrimonio, y el pasado 13 de septiembre de 2013 se cas¨® con la abogada sevillana Lourdes Montes, de quien espera una ni?a.
Convenci¨® a su nueva esposa para volver a los ruedos (en su d¨ªa no explic¨® los motivos de su marcha, ni, despu¨¦s, los de su vuelta, pero se dice, y, nadie lo ha desmentido, que todos los toreros vuelven por dinero), y le prometi¨® que solo ser¨ªa un a?o, para conmemorar el 20 aniversario de su alternativa y despedirse en triunfo.
Pero el hombre propone¡ y el toro descompone. Lo que Rivera ni nadie pod¨ªa imaginar es que un ejemplar de la ganader¨ªa de Albarreal, en la festiva plaza de Huesca, har¨ªa caso omiso al capote que el torero le mostraba y buscar¨ªa con sa?a su vientre.
El resto es historia conocida. Francisco Rivera Ord¨®?ez, Paquirri en los carteles, se recupera en la UCI de un hospital.
Nacido para la fama¡ y el dolor.
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