Un ¡®odradek¡¯ del Ampurd¨¢n
Nuestro objeto preferido. ?ltimamente preguntan mucho por ¨¦l, quiz¨¢s porque hay la sospecha de que ese objeto dice m¨¢s de nosotros que mil palabras. Pienso que esa sospecha o creencia es s¨®lo una superstici¨®n moderna. Pero hay que andar preparados para la pregunta, porque puede llegarnos a traici¨®n, en cualquier momento. El m¨ªo, mi objeto preferido, es un perfecto odradek que, a pesar de que no soy padre de familia, o precisamente por no serlo, me dio hace m¨¢s de un a?o Jordi Llovet.
Se hab¨ªa ya ¨¦l fabricado el suyo y colocado en el lugar apropiado: junto a una barandilla, al pie de una escalera, en su casa del Ampurd¨¢n. Me mostr¨® una foto y vi todo un odradek en una escalera r¨²stica. ?Quer¨ªa uno igual? Me lo fabricar¨ªa, siempre que interesara realmente tenerlo, pues daba trabajo el proceso de armarlo.
Lo m¨¢s probable es que la palabra la tomara el escritor de una marca de motos que circulaban por la Praga
Un odradek es un objeto s¨®lo relativamente casero, porque en el cuento de Kafka, en La preocupaci¨®n del padre de familia, el odradek no se halla en el interior de la casa, sino en la escalera. A primera vista, se nos dice, se asemeja a un carrete de hilo plano y en forma de estrella, y, de hecho, tambi¨¦n parece que estuviera recubierto de hilo; aunque a decir verdad s¨®lo podr¨ªa tratarse de trozos de hilo viejos y rotos, de los m¨¢s diversos tipos y colores, anudados entre s¨ª, pero tambi¨¦n inextricablemente entreverados. Pero no es s¨®lo un carrete, sino que del centro de la estrella surge una peque?a varilla transversal a la cual se une otra en ¨¢ngulo recto. Con ayuda de esta ¨²ltima varilla, a uno de los lados, y de una de las puntas de la estrella al otro, el conjunto puede mantenerse erguido como sobre dos patas.
Lo m¨¢s probable es que la palabra Odradek la tomara Kafka de una marca de motocicletas que circulaban por la Praga del siglo pasado. Pero, con cierta fantas¨ªa, Johannes Urzidil relaciona el nombre de Odradek al del panadero que abastec¨ªa la casa de los Kafka, un tal Odkolek.
El odradek suele instalarse sucesivamente en el desv¨¢n, en la caja de la escalera, en los pasillos, o en el vest¨ªbulo. En el cuento de Kafka, el padre de familia lo descubre al pie de la escalera, y habla con ¨¦l.
Claro est¨¢ que no le hace preguntas dif¨ªciles, sino que, a causa de sus peque?as dimensiones, lo trata como a un ni?o. Le pregunta c¨®mo se llama. Odradek, dice. ?Y d¨®nde vives? Domicilio indeterminado, contesta, y se r¨ªe, pero es s¨®lo una risa como la que puede producir alguien sin pulmones, suena como un crujir de hojas ca¨ªdas.
Mi odradek est¨¢ en casa, en el suelo, junto al pasillo. Es un artilugio ampurdan¨¦s en forma de huso, formado por hilos viejos y rotos, salidos de la factor¨ªa de Llovet. Una amiga mexicana lo vio el otro d¨ªa y sent¨ª que deb¨ªa explicarle qu¨¦ era aquello con forma de estrella plana. Lo tengo para hablar con ¨¦l, le dije. Y ella, que es buena lectora de Juan Rulfo y que ha visto a sus paisanos hablarle a peque?as crucecitas y a otras se?ales colocadas en las entradas y salidas de los pueblos, sonri¨® feliz y dijo que ya era hora de que hubiera algo normal en casa.
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