La comedia del mundo
Iglesias, calles, conventos, la Plaza Mayor... Todo recuerda en Almagro tiempos pasados y tiene algo de coreograf¨ªa
Aunque Cervantes no hace menci¨®n de ella, cuando don Quijote volvi¨® de Sierra Morena despu¨¦s de hacer penitencia y de esperar el regreso de Sancho Panza de El Toboso, a donde le envi¨® con una carta para Dulcinea, dando por terminada su segunda salida de su aldea, por fuerza hubo de pasar por Almagro, ciudad que entonces era la capital del Campo de Calatrava y en la que ten¨ªa su residencia el gobernador. En ella conflu¨ªan los principales caminos que hab¨ªa en la ¨¦poca, entre ellos el que llevaba hacia Argamasilla, que ya hemos dado por hecho era la patria chica de don Quijote.
Si pas¨® por aqu¨ª, no obstante, no vio la que hoy es su principal atracci¨®n tur¨ªstica, pues a¨²n faltaban algunos a?os, pocos, para que se construyera. Hablo del popular Corral de Comedias, el m¨¢s antiguo de Espa?a y que todav¨ªa est¨¢ en funcionamiento, con ciclos teatrales todo el a?o, pero principalmente en el verano, ni el museo del teatro que a su sombra se cre¨® y en el que se encuentran algunas caricaturas de don Quijote. Tras recorrer en la noche como ¨¦l el camino desde Sierra Morena y dormir a pierna suelta hasta bien avanzado el d¨ªa (el viaje de ayer fue largo), Almagro se me antoja un decorado todo ¨¦l y no s¨®lo su Plaza Mayor, que lo es. Iglesias, calles, conventos, todo recuerda en Almagro tiempos pasados y tiene algo de coreograf¨ªa. La comedia del mundo se representa aqu¨ª cada d¨ªa sin necesidad de acudir al Corral de Comedias ni al Teatro Principal, que tambi¨¦n es muy antiguo (de mediados del siglo XIX, aunque fue remodelado hace muy poco).
El convento de la Asunci¨®n, por ejemplo, desamortizado por Mendiz¨¢bal como tantos otros, pero que, tras diversos usos, recuper¨® el primitivo, es ya un inmenso decorado en el que viven s¨®lo dos frailes (¡°y uno ya viejo¡±, me dice la mujer que lo vigila) e igual sucede con el de San Agust¨ªn, del que ya s¨®lo queda en pie la iglesia (monumental, eso s¨ª, y pintada al fresco toda ella, lo que la convierte en un aut¨¦ntico museo de pintura), que, desacralizada ya, se usa para conciertos. Otras, aunque todav¨ªa en activo, est¨¢n cerradas habitualmente, pues en total hay media docena y los curas al frente de ellas son s¨®lo dos. ?Qu¨¦ representaci¨®n mayor que todas estas iglesias abandonadas o que se abren s¨®lo para la misa, a la que seguramente acuden pocas personas?
Cervantes y el teatro
Mientras que con las novelas Cervantes alcanz¨® un lugar de m¨¢ximo privilegio en la literatura universal, en el teatro no tuvo la misma suerte, pese a que persigui¨® ser reconocido tambi¨¦n como dramaturgo.
Coet¨¢neo de Lope de Vega, con el que comparti¨® incluso calle en el Barrio de las Letras madrile?o, compiti¨® en desventaja siempre con ¨¦l, que supo modernizar el viejo arte de la comedia y hacerlo m¨¢s entretenido, mientras que Cervantes ten¨ªa una visi¨®n m¨¢s tradicional y menos aceptada por el p¨²blico al que dirig¨ªa sus obras.
Aparte de ello, Lope de Vega era tambi¨¦n un triunfador social ¡ªcon las mujeres ten¨ªa gran ¨¦xito, pese a ser cl¨¦rigo¡ª, lo que contribuy¨® a que el pobre Cervantes desarrollara hacia ¨¦l una gran inquina. No todo iban a ser virtudes en el autor de la obra m¨¢s importante de la literatura espa?ola.
A los palacios les pasa lo mismo. El de los F¨¹gger, por ejemplo, que era el principal de todos, ha pasado de ser la residencia de los banqueros de Carlos V, con el que vinieron desde Alemania cuando ¨¦ste tom¨® posesi¨®n de la Corona espa?ola y que, como pago a sus continuos pr¨¦stamos, les cedi¨® en exclusiva los beneficios de las minas de mercurio de Almad¨¦n, a acoger diversas actividades, algunas tan pintorescas como las clases de baile moderno. Menos mal que en la planta baja del palacio, en lo que fuera una de sus habitaciones, se ense?a a los turistas una recreaci¨®n del despacho de sus antiguos due?os, aquellos F¨¹gger o F¨²car ¡ªen la versi¨®n espa?olizada de su apellido¡ª que llegaron a atesorar tanto dinero que don Quijote los cita como paradigmas de la riqueza en la respuesta que da a una amiga de Dulcinea que, en su enso?aci¨®n on¨ªrica en la cueva de Montesinos, le pide seis reales para una necesidad de ¨¦sta. ¡°Decid, amiga m¨ªa, a vuesa se?ora que a m¨ª me pesa en el alma sus trabajos, y que quisiera ser un F¨²car para remediarlos¡±, le dice don Quijote, atribulado, d¨¢ndole los cuatro reales que lleva encima y que le hab¨ªa entregado Sancho Panza para ¡°dar limosna a los pobres que topase por los caminos¡±. Tambi¨¦n en el jard¨ªn, que est¨¢ pr¨¢cticamente abandonado, se pueden ver dos tinajas en las que se guardaba el mercurio, metido en bolsas de cuero.
Pero donde la representaci¨®n de Almagro alcanza sus m¨¢ximas cotas de expresi¨®n, incluso por encima del Teatro Principal y del Museo del Teatro, es en la Plaza Mayor, que es un aut¨¦ntico proscenio teatral, con sus edificaciones llenas de miradores y su disposici¨®n en forma de galer¨ªa. Ni siquiera el Corral de Comedias, cuyo escenario y patio se esconden en un lateral de ella y que es en s¨ª mismo otra representaci¨®n del mundo (a un lado los actores y al otro los espectadores, de una banda los ricos y de otra las clases bajas, en primera fila las autoridades y atr¨¢s los desheredados de la fortuna), muestra con tanta fidelidad la comedia humana, ¨¦sa que se pone en marcha en la Plaza Mayor de Almagro cada ma?ana, cuando sus habitantes y los turistas se mezclan entre ellos representando cada uno su papel.
No es de extra?ar que don Quijote y Sancho prefirieran los despoblados que las ciudades en sus deambular errante.
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