¡®Las impurezas¡¯ (5): ¡®La uni¨®n¡¯
Natxo L¨®pez, guionista de series como '7 vidas' e 'Hispania' contin¨²a su relato de verano. En esta entrega, la pareja tiene hijos y envejece
Los hijos no sirvieron para que aprendieran a quererse, pero s¨ª para que no que se odiaran m¨¢s. Les dio un objetivo, algo por lo que luchar juntos. Les salieron ni?os tristes, hasta que llegaron a la edad de ponerse enfadados. Sus padres les toleraban los malos comportamientos con la ¨²nica exigencia de que no afectaran p¨²blicamente al nombre de la familia.
Tanto a ?l como a Ella los a?os les sentaron bien. Segu¨ªan sin ser agraciados, pero la madurez y la obstinada costumbre de las apariencias les hab¨ªan brindado cierta prestancia, una acritud en la mirada que resultaba desafiante y, en cierto modo, seductora.
Su matrimonio se hab¨ªa solidificado, compensando la falta de afecto con ambiciones y quejas simult¨¢neas. Estaban solos. Los suegros ya no ayudaban ni ped¨ªan. Los antiguos amigos los hab¨ªan olvidado. Segu¨ªan siendo los restos de la fiesta a los que nadie prestaba atenci¨®n, los don nadie cuya mayor habilidad social era la de no resultar molestos.
Descubrieron un entusiasmo com¨²n en la comparaci¨®n constante con otras parejas y el recuento minucioso de las injusticias que padec¨ªan. "Esos ganan m¨¢s que nosotros". "Aquellos se han comprado un piso m¨¢s c¨¦ntrico". "Los de m¨¢s all¨¢ tienen hijos m¨¢s sanos". El resquemor compartido era tan intenso que casi parec¨ªa amor, y se aferraron a ¨¦l con todas sus fuerzas.
Empezaron a hacer planes. Al principio era solo Ella; luego ?l se aficion¨® y la sobrepasaba en su ambici¨®n. C¨®mo podr¨ªamos descabezar a este, c¨®mo hundir a aquel, c¨®mo quedarse con todo lo de los dem¨¢s. Eran ¨¦xitos inveros¨ªmiles, ilusiones simult¨¢neas que nunca llegaban, pero que les ayudaban a hacer m¨¢s soportable el presente.
Ella le frenaba. Tras su patinazo en el Partido, ?l hab¨ªa asumido la derrota manteniendo ocultos sus anhelos al resto de compa?eros. Ella le instru¨ªa: ¡°No llames la atenci¨®n, no te postules, no molestes, no seas nadie¡±. Aquella era la ¨²nica estrategia a la que pod¨ªan aspirar.
?l no sab¨ªa que Ella segu¨ªa vi¨¦ndose con Moncho en el hotel discreto, donde le despeinaba el flequillo dos o tres veces al mes. El cazador, padre ya de cazadores, hab¨ªa ascendido h¨¢bilmente en el Partido, y en aquellos encuentros le confiaba a la amante sus secretas alianzas y conjuras. ¡°Pronto ser¨¦ presidente¡±, le espetaba. Ella aplaud¨ªa su hombr¨ªa mientras se abr¨ªa la blusa. A cambio, Moncho manten¨ªa al marido cerca de la ¨®rbita de poder.
?l no podr¨ªa explicar c¨®mo pas¨®, pero eso no mitig¨® su alegr¨ªa. Recibi¨® una llamada de Moncho. De un d¨ªa para otro pudo despedirse del trabajo en la Caja, los menudeos sociales de provincias, el desprecio de los suegros. Ahora ser¨ªa un hombre respetado, miembro de la Ejecutiva Nacional, coche del partido, ch¨®fer, un s¨¦quito de aduladores y un piso mucho m¨¢s c¨¦ntrico y m¨¢s reformado.
Y Madrid.
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