Cero
Lo normal cuando uno escribe en un peri¨®dico ¡ªdentro de lo normal que pueda ser eso¡ª es que los temas le lleguen de dos fuentes: el jefe de ah¨ª arriba y el mundo de ah¨ª fuera. Pero hay una tercera fuente que, con ser ocasional y desusada, es con diferencia la m¨¢s temida y corrosiva para el sistema nervioso central: la nada. ¡°Escr¨ªbete 500 palabras sobre lo que quieras¡±, te dice el jefe, y a ti te empieza a entrar la tiritera y la palidez cadaverina, a ti te espera una hora tras otra de angustia y penalidad y de para qu¨¦ me meter¨ªa yo en esto, una traves¨ªa del desierto y un claudicar de la posici¨®n erguida y la palabra articulada, un sin dios.
La nada es una mala fuente de inspiraci¨®n, y ese es parte del problema, desde luego, pero la parte peor es esa. Es que te das cuenta de lo poco que tienes que decir, del p¨¢ramo imaginativo que ocupa tu cabeza mientras t¨² crees estar pensando algo por el mero hecho de atender el whatsapp, leer La historia de la filosof¨ªa de Bertrand Russell o escribir un art¨ªculo de encargo, 500 palabras sobre algo que ha ocurrido o que alguien ha dicho. Y entonces percibes que t¨² nunca has pensado nada, que el paisaje de tu imaginaci¨®n se ha quemado en un incendio forestal y que ah¨ª dentro no hay nada que merezca la pena. No hay ni pena por que no lo haya.
La nada est¨¢ sobrevalorada. ?Qu¨¦ es eso de dejar la mente en blanco? No se entiende muy bien en qu¨¦ puede consistir. ?En qu¨¦ tiene que pesar uno para no pensar en nada? Lo m¨¢s parecido a una mente en blanco que ha logrado representar un artista son seguramente los mon¨®logos interiores de Leopold Bloom, que est¨¢n llenos de cosas pero son mente en blanco en el sentido de que no logran organizarse en un vector con direcci¨®n y sentido, que no tienen un origen ni un objetivo evidentes, que conducen, justamente, a la nada. El cero de la mente ocupa 300 p¨¢ginas de la gran novela del siglo XX.
Los f¨ªsicos tambi¨¦n se han dado cuenta en tiempos recientes de que la nada no existe, de que incluso el vac¨ªo absoluto est¨¢ repleto de fluctuaciones cu¨¢nticas, y de que tal vez seamos hijos de ellas.
Bueno, esta es mi ¨²ltima columna de este patio de verano, y el cero me ha parecido un buen tema para despedirme. No gran cosa, pero mejor que nada. Feliz invierno interior.
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