Ana Bar¨®n, brillante periodista y escritora argentina
La corresponsal de ¡®Clar¨ªn¡¯ en EE UU logr¨® en 1999 el premio Rey de Espa?a de Prensa
Hizo lo que suelen hacer los muy buenos periodistas. Los que aman esta profesi¨®n y no le escatiman nada. Ana Bar¨®n, una voz de referencia para entender lo que ocurre en la Argentina, muri¨® el pasado viernes 21 de agosto en Manhattan (EE UU), donde resid¨ªa, v¨ªctima del c¨¢ncer que se le hab¨ªa detectado cuatro a?os antes y al que dio ¨¦pica batalla. Ten¨ªa 65 a?os.
Para muchos, la noticia fue como un zarpazo. Excepcional corresponsal y columnista para el diario Clar¨ªn de Buenos Aires, su ¨²ltima cr¨®nica data de hace pocos d¨ªas. En ella hablaba del complejo proceso judicial que enfrenta el pa¨ªs sudamericano con sus acreedores internacionales en los tribunales de los Estados Unidos. Lo que suele definirse como el juicio de los fondos buitres.
Ana sigui¨® sus vaivenes durante m¨¢s de diez a?os. Se a?orar¨¢ su l¨²cida pluma en la interpretaci¨®n de ese farragoso expediente, as¨ª como en lo que se refiere a la no siempre f¨¢cil relaci¨®n de la Argentina con los organismos de cr¨¦dito internacional o con el Gobierno de los Estados Unidos.
Nacida en Buenos Aires en una familia acomodada, jam¨¢s hizo gala de ese origen privilegiado. Su apellido completo era Bar¨®n Supervielle, pero ella lo acort¨® a Bar¨®n. ¡°No soy un banco¡±, sol¨ªa decir, con su humor entra?able, en referencia a la poderosa entidad financiera del mismo nombre.
Siempre quiso ser periodista y la forma en la que se acerc¨® a la profesi¨®n define su f¨¦rrea voluntad. Simplemente golpe¨® la puerta del fallecido Jacobo Timerman, figura emblem¨¢tica del periodismo argentino, fundador del desaparecido diario La Opini¨®n y le pidi¨® trabajo. Cuando ¨¦l le pregunt¨® qu¨¦ antecedentes ten¨ªa, ella respondi¨® que ninguno pero se defendi¨® con inusual soltura. ¡°Uno de mis abuelos dedic¨® horas de su vida a escribir las cartas que personas analfabetas no pod¨ªan y yo siento que llevo su amor por la escritura en las venas¡±, afirm¨®. Puede que el temperamental director se riese, pero lo cierto es que logr¨® el puesto. En el diccionario de Ana no exist¨ªa la palabra ¡°amilanarse¡± y s¨ª, en cambio, estaba subrayado el t¨¦rmino audacia. Eso era ella: audacia y tinta firme.
Fue el comienzo de una larga y brillante carrera que la llev¨® lejos. Polit¨®loga formada en la Universidad del Salvador, en Buenos Aires, donde tuvo por compa?eros a quienes luego fueron referentes en la vida pol¨ªtica, parti¨® al exilio durante la dictadura militar. ¡°Nunca se quej¨®. Lo que hizo fue tomar cada oportunidad que se le puso enfrente¡±, evocaron sus amigos. Se fue a Par¨ªs y logr¨® su doctorado en la afamada Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y de la Fundaci¨®n Nacional de Ciencias Pol¨ªticas. La Sciences Po, donde su maestro de tesis fue el reconocido Alain Rouquie. Vivi¨® all¨ª largos a?os, como corresponsal de la editorial Atl¨¢ntida, con la que recorri¨® el mundo con curiosidad y entusiasmo insaciables. Sumamente vers¨¢til, sus cr¨®nicas lo abordaron todo, desde la muerte de Grace Kelly hasta revoluciones.
Experta en la guerra de las Malvinas, que enfrent¨® al pa¨ªs con Gran Breta?a, escribi¨® Les Enjeux de la guerre des Malouines y logr¨® valiosos testimonios exclusivos de los jefes militares ingleses en el conflicto. Su dilatada trayectoria la llev¨® a ser coautora de otros dos libros: uno sobre los dos Gobiernos de Bill Clinton y el otro sobre el ¨¦xodo argentino. En 1999, fue galardonada, junto a un equipo de Clar¨ªn, con el premio Rey de Espa?a de Prensa por sus investigaciones sobre el papel de EE UU en el golpe militar de 1976.
Nunca volvi¨® a vivir en la Argentina, pero se convirti¨® en experta en sus devenires y en muchas de sus cosas, incluido el tango, del que era diestra bailarina. Entusiasta, simp¨¢tica, sumamente cort¨¦s y pr¨®diga en la amistad, su muerte gener¨® tristeza y evocaciones en el mundo de los medios de comunicaci¨®n.
Silvia Pisani es corresponsal en Estados Unidos de La Naci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.