¡°La cultura visual nos esclaviz¨®¡±
Aprendiendo a construir, los miembros del estudio H Arquitectes han dado con un tipo de construcci¨®n l¨®gica, c¨¢lida y culta que parece a prueba de crisis.
La H delante de Arquitectes se la pusieron como advertencia, ¡°est¨¢ pero no se oye¡±, para plantarle cara al ego habitual en la profesi¨®n. Xavier Ros (Sabadell, 1972), Roger Tud¨® (Terrassa, 1973), David Lorente (Granollers, 1972) y Josep Ricart (Cerdanyola, 1973) eligieron el paso atr¨¢s. Pero de firmar viviendas han pasado a levantar el Centro de Paleontolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, donde demuestran que lo grande puede hacerse con la dedicaci¨®n de lo peque?o.
Se conocieron en la Escuela de Arquitectura del Vall¨¦s. Como Barcelona estaba colapsada se instalaron en Sabadell, a 40 minutos en tren, porque la abuela de Ros les dej¨® un local. Corr¨ªa el a?o 1998. Uno despu¨¦s alquilaron un espacio mayor cercano. All¨ª reciben a EL PA?S.
La clave de su arquitectura es que refleja las horas que le dedican. No es que est¨¦ minuciosamente ornamentada: est¨¢ cuadrada, con todo en su sitio. Nada sobra ni falta. As¨ª, aunque no tengan un sello formal, lo tienen de factura. Tienen tambi¨¦n una norma: ¡°No se puede defender lo que es un puro deseo o no tiene una raz¨®n de ser¡±. ¡°Ni justificaciones formales ni teor¨ªas intelectuales¡±, explica Tud¨®. ¡°Hablamos m¨¢s que dibujamos¡±. ¡°En lugar de experimentar con el dibujo, lo hacemos en el debate¡±, apuntan.
Antes se dise?aba y luego se miraba cu¨¢nto costaba. Para nosotros el coste est¨¢ presente desde el principio¡±
Escuch¨¢ndolos, y analizando su trabajo, da la sensaci¨®n de que han tenido que desaprender para convertirse en los arquitectos que son. ¡°Fuimos muy buenos estudiantes. Pero nos arrepentimos de no haber sido m¨¢s cr¨ªticos. Hoy en la universidad hay gente de 22 a?os cr¨ªtica y propositiva. Como alumnos o no pudimos o no supimos serlo¡±, reconoce Ricart. Cuando estudiaban no se cuestionaban nada, pero hoy, como profesores, saben que en cada escuela hay una opci¨®n institucional ¡ªla docencia reglada¡ª y otra contestataria y ¡ªno necesariamente¡ª conflictiva. ¡°Ambas hacen falta. Ser¨ªa f¨¢cil decir que cuando estudi¨¢bamos solo hab¨ªa una manera, pero hoy tambi¨¦n hay alumnos que creen que solo hay un tipo de arquitecto¡±, reconoce. Ros considera que la clave de su arquitectura es que crecieron ¡°construyendo, no teorizando¡±. Y eso es otra escuela.
¡°Se nos educ¨® a partir de experiencias visuales. La cultura visual nos esclaviz¨®¡±. ¡°El espacio y la luz son importantes. Pero hay otros factores. Nuestra formaci¨®n fue deficitaria. Las aproximaciones te¨®ricas eran cuentos maravillosos. Se buscaba ser m¨¢s listo que nadie¡±, recuerda Tud¨®. A ellos, construir los conduce a las certezas y estas a experimentar. En eso basan sus argumentos: en la realidad.
Ros recuerda que, cuando estudiaban, ¡°la mayor ambici¨®n era que el proyecto se pareciera lo m¨¢ximo al primer croquis que hab¨ªas realizado. Eso es no admitir la posibilidad de ir haciendo un proyecto a medida que vas viendo maneras de mejorarlo. Muchos arquitectos famosos trabajan as¨ª¡±. Permanecer fiel a la primera idea lo llaman. Incapacidad de cuestionar el primer paso, podr¨ªa llamarse tambi¨¦n.
¡°Cuando consigues quitarle un cero a los presupuestos, aprendes autom¨¢ticamente a priorizar¡±, explica Ricart.
?Los pisos se dise?an pensando en las necesidades de las personas o para obtener el mayor beneficio econ¨®mico? ¡°La industria, los pol¨ªticos, los arquitectos y los constructores lo hicieron mal. Pero los usuarios tambi¨¦n tienen su parte de culpa: la gente no compra en funci¨®n de lo que es, sino de lo que aspira a ser¡±, explica.
Fue su casa 712 en Gualba (Barcelona) la que cambi¨® su manera de trabajar. El banco concedi¨® solo la mitad de la hipoteca apalabrada y, sin embargo, la vivienda mejor¨®. ¡°Adem¨¢s de cambiar la casa, cambiaron los clientes¡±, tercia Ros. Una pareja sin hijos quer¨ªa empezar con todo: habitaci¨®n para ni?os, dos aparcamientos¡ Los convencieron de que no hac¨ªa falta tanto. Durante unos a?os olvidamos que la mejor casa es la que admite el cambio. Con todo, para Ros la clave de su trabajo fue proyectar con precio.
Un muro de ladrillos es honesto, comprensible, aut¨¦ntico¡± (Tud¨®). ¡°El pl¨¢stico me pone enfermo¡± (Lorente)
?C¨®mo se puede proyectar sin precio? ¡°Se ha hecho toda la vida. Primero se dise?a y luego se mira cu¨¢nto cuesta. Para nosotros el coste est¨¢ presente desde el principio en la toma de decisiones. ?No enyesas? Ahorras 5.000 euros¡±.
La austeridad progresiva de su obra no es solo econ¨®mica, forma parte de lo que quieren aportar. ¡°Descubrimos que los materiales generaban una ornamentaci¨®n m¨¢s interesante que acabados m¨¢s costosos¡±, dice Tud¨®. Buscan la expresi¨®n del material. Eso obliga a construir mejor, ¡°pero nuestras casas de ladrillo tienen estructura de ladrillo. No es una vestimenta. Nos interesa c¨®mo regula la humedad. C¨®mo acumula temperatura con la inercia¡±. ¡°Como dise?adores nos sentimos m¨¢s seguros cuando varios factores justifican el uso de un material o una soluci¨®n¡±.
?Levantar un muro con ladrillos no es una manera de construir anacr¨®nica? ¡°Es tradicional, honesta, comprensible, aut¨¦ntica¡±, responde Ricart. Puede que tambi¨¦n sea rom¨¢ntica. Pero no trabajan con materiales fijos por est¨¦tica o por pereza. ¡°Buscamos la mejor manera de ser coherentes con el lugar, la estructura, el encargo y el presupuesto¡ Que nos cuadre todo nos ha llevado a sentirnos cada vez m¨¢s seguros de lo que hacemos¡±, apunta Tud¨®.
Se dir¨ªa que su obra est¨¢ pensada para envejecer en lugar de deteriorarse. El ladrillo es para toda la vida. Sin embargo, tambi¨¦n utilizan policarbonato. ¡°A m¨ª el pl¨¢stico me pone enfermo. Me hace sudar cuando lo veo¡±, interviene David Lorente. ¡°Pero si me hago un invernadero para cultivar flores ser¨¢ el material m¨¢s ¨®ptimo. No lo estamos usando para hacer los cimientos. Lo utilizamos en su lugar¡±. ¡°En una casa hemos puesto una galer¨ªa de policarbonato porque no hab¨ªa dinero para vidrio. Igual en unos a?os lo tienen que cambiar. Pero cuando uno entrega una casa no recuerda al due?o que cada cierto tiempo deber¨¢ pintar. Los edificios precisan mantenimiento¡±. Tud¨® a?ade que vinculan el uso del policarbonato a la gesti¨®n de la energ¨ªa ¡°para construir sistemas pasivos de nulo consumo energ¨¦tico¡±.
Admiten que se necesita una cierta educaci¨®n para apreciar la sobriedad de su arquitectura. ¡°Nos enga?ar¨ªamos si pens¨¢ramos que lo que hacemos le ir¨¢ bien a todo el mundo. Pero las razones potentes en ahorro energ¨¦tico, en ahorro presupuestario o en mejor calidad de vida convencen¡±. Por eso Ricart piensa que la figura del arquitecto educador es fundamental. ¡°De la misma manera que es necesario que un m¨¦dico te explique en qu¨¦ consiste tu enfermedad y cu¨¢l es la v¨ªa para la cura¡±.
¡°Las casas austeras son contenedores para que cada uno vaya haciendo la casa que quiere¡±, opina Ros. ¡°Bajando el tono de la arquitectura subimos otros tonos, como la condici¨®n clim¨¢tica¡±, a?ade Tud¨®. ¡°Lo que pasa es que nos hemos habituado a juzgar lo que se ve. Cuidar los materiales y utilizar los que pide el proyecto resulta en calidad de atm¨®sfera¡±.
Para asegurar la buena construcci¨®n cuando se trabaja sin apenas acabados, ?el arquitecto debe saber construir? ¡°No puedes pedir lo que no puedes dar. La figura del arquitecto capaz de construir est¨¢ cada vez m¨¢s presente entre los estudiantes de arquitectura. Pero la planificaci¨®n tambi¨¦n es clave: no se puede ir a la obra para improvisar, aunque acabes improvisando¡±.
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