Charles Simic: ¡°La poes¨ªa tiene que estar cerca de la gente¡±
Creci¨® en el Belgrado de la guerra, pero arranc¨® a escribir versos en ingl¨¦s en EEUU. En su obra siempre acorta la distancia entre lo l¨²dico y lo l¨²cido
De Charles Simic (Belgrado, 1938) se ha dicho que su voz es una de las m¨¢s intrigantes de la poes¨ªa norteamericana de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Que en sus escritos no hay distancia entre lo l¨²dico y lo l¨²cido. Que su poes¨ªa es c¨®mica y elegiaca a partes iguales. Que hay tanta poes¨ªa, si no m¨¢s, en su autobiograf¨ªa (Una mosca en la sopa) o en sus libros de prosa miscel¨¢nea (El flautista en el pozo: ensayos reunidos 1972-2003) como en sus vol¨²menes de versos (Hotel insomnio, Mi s¨¦quito silencioso, El mundo no se acaba y otros poemas). Sus m¨¢s de treinta t¨ªtulos de poes¨ªa le han valido distinciones como el Premio Pulitzer o el cargo de Poeta Laureado de Estados Unidos (en una ocasi¨®n en que se requiri¨® su presencia en un acto presidido por George W. Bush, el poeta se mostr¨® dispuesto a dimitir con tal de no acudir, pero fue inmediatamente exonerado).
La editorial Vaso Roto ha publicado en espa?ol El monstruo ama su laberinto, libro de 2008 que recoge fragmentos tomados de los cuadernos personales de Simic y que constituye un compendio extraordinariamente preciso de su visi¨®n po¨¦tica. Impecablemente traducido por Jordi Doce, el libro incluye un ep¨ªlogo de Seamus Heaney en el que el poeta irland¨¦s caracteriza al serbio como ¡°surrealista, y por tanto c¨®mico¡± y describe su hacer po¨¦tico como ¡°dem¨®tico proletario y visionario inmigrante¡±. Nada mejor, de todos modos, que unos versos del propio Simic para entender qu¨¦ clase de libro tenemos entre manos: ¡°Salchicheros de la historia,?/ de la hecha con sangre,?/ ven¨ªs todos de un villorrio?/ donde el perro que ladra a la luna?/ es el ¨²nico poeta¡±.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ es para usted la poes¨ªa?
RESPUESTA. Algo que es importante que mi perro sea capaz de entender. Desde luego, no una actividad elitista reservada para almas sensibles. M¨¢s de una vez, al final de una lectura de mis versos se me ha acercado alguien que me ha dicho con cara de extra?eza: ¡°Jam¨¢s leo poes¨ªa, pero lo que ha le¨ªdo usted hoy me ha interesado¡±.
P. ?C¨®mo se explica una reacci¨®n as¨ª? ?Qu¨¦ cree usted que le ofrece al p¨²blico que acude a sus recitales?
R. La poes¨ªa tiene que estar cerca de la gente, y en este pa¨ªs eso lo logr¨® gente como Ginsberg, Ferlinghetti, Corso y compa?¨ªa. La gente llevaba libros de los beats en el bolsillo trasero del pantal¨®n. Iban a los recitales, que eran casi conciertos, tan cerca estaba la poes¨ªa de la m¨²sica. Recuerdo que los locales del Village donde ten¨ªan lugar esos encuentros en los a?os sesenta estaban atestados. En uno de los primeros recitales a los que asist¨ª, un tipo se subi¨® a una mesa de un salto y se puso a blasfemar. Parece una an¨¦cdota superficial, pero la poes¨ªa aut¨¦ntica hace reaccionar a la gente.
P. Ha traducido al ingl¨¦s a importantes poetas serbios, como Vasko Popa. ?Realmente es posible traducir poes¨ªa?
R. Los libros m¨¢s importantes de nuestras vidas son traducciones. Sin ellas no tendr¨ªamos ni idea de lo que pasa en la literatura universal. Hay poetas que se pueden traducir f¨¢cilmente y otros que est¨¢n muy enraizados en la red de alusiones que constituyen el alma del lenguaje original. En este caso la traducci¨®n literal no es posible y hay que buscar un equivalente. Pero siempre se consigue transmitir lo esencial.
P. ?Se siente estadounidense, serbio o algo a mitad de camino?
R. Llevo 62 a?os aqu¨ª y he cumplido con todos los rituales que se esperan de alguien que ha llegado de fuera, de modo que no puedo sino decir que soy americano. Mis intereses primarios, pol¨ªtica, est¨¦tica y emocionalmente, guardan relaci¨®n con este pa¨ªs, pero nac¨ª en Yugoslavia y todo lo que ocurre all¨ª me afecta profundamente. Lo que sucedi¨® en los noventa me desgarr¨®. No se puede borrar el pasado, es lo que nos da forma.
P. Czeslaw Milosz vivi¨® aqu¨ª m¨¢s de cincuenta a?os y siempre escribi¨® en polaco. Usted, sin embargo, siempre ha escrito en ingl¨¦s.
R. Mi primer lenguaje no fue la poes¨ªa, sino la pintura, aunque es cierto que empec¨¦ a escribir poes¨ªa muy joven y pronto se convirti¨® en mi ocupaci¨®n principal. Desde el primer momento escrib¨ª en ingl¨¦s porque quer¨ªa que me entendiera la gente que me rodeaba. Imag¨ªnese que siendo adolescente le escribiera un poema a mi novia y tuviera que decirle: ¡°He escrito un poema pensando en ti. L¨¢stima que no lo puedes leer. Est¨¢ en serbio¡±. [Risas].
P. En su caso son tambi¨¦n importantes el lenguaje del cine y el del jazz.
R. S¨ª, claro. Nac¨ª en Terrazije, un barrio c¨¦ntrico de Belgrado, a dos manzanas del hotel Mosc¨², en la zona donde estaban los cines. No hubiera podido ser un chico m¨¢s afortunado, ya pod¨ªan invadirnos los nazis o quien se terciara. Para m¨ª aquello era el para¨ªso. Me encantaba el cine americano, sobre todo los westerns; despu¨¦s me interes¨¦ por el cine negro, que siempre me ha parecido la representaci¨®n m¨¢s fidedigna del alma norteamericana.
Los libros m¨¢s importantes de nuestras vidas son traducciones. Sin ellas no tendr¨ªamos ni idea de lo que pasa en la literatura universal
P. ?Y el jazz?
R. Cuando pon¨ªa la radio en 1943 o 1944, lo importante para m¨ª no eran los discursos de Hitler o Stalin, sino el jazz. No ten¨ªamos ni idea de lo que pod¨ªa ser el swing, el boogie woogie o el blues. Un d¨ªa escuch¨¦ a Charlie Parker y tuve una conmoci¨®n. ?C¨®mo era posible vivir sin aquello? Mi generaci¨®n se obsesion¨® con aquella m¨²sica. Adem¨¢s, las autoridades la persegu¨ªan; consideraban que el jazz y el blues eran algo subversivo.
P. ?Dir¨ªa que la clave de su poes¨ªa est¨¢ en los paisajes de su infancia?
R. Cuando ten¨ªa cinco a?os se llev¨® a cabo una redistribuci¨®n de las zonas escolares de Belgrado y me cambiaron a un colegio que estaba en otro distrito. Cuando me llevaron a mi nueva escuela, nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer conmigo. Me dijeron que se arreglar¨ªa todo al d¨ªa siguiente, pero cuando volv¨ª segu¨ªan igual de desorganizados y decid¨ª aprovecharme de la situaci¨®n. Al tercer d¨ªa decid¨ª no presentarme. En mi colegio nuevo pensaban que estaba en el antiguo y al rev¨¦s. Por supuesto, no le dije nada a mi madre. La supercher¨ªa dur¨® dos meses, durante los cuales me dediqu¨¦ a callejear por Belgrado y a leer. Un d¨ªa se present¨® en casa un polic¨ªa y le dijo a mi madre que su hijo llevaba m¨¢s de dos meses sin pisar la escuela. Afortunadamente, cuando eso pas¨® asomaba el invierno, o sea que me vino bien. En el fondo no he cambiado. Todav¨ªa hoy, cuando voy a una ciudad donde no he estado nunca, lo primero que hago es callejear sin rumbo y sin mirar ning¨²n mapa.
P. Usted vivi¨® la guerra por primera vez siendo muy ni?o. ?C¨®mo han cristalizado sus recuerdos de algo as¨ª?
R. Para m¨ª, recordar la infancia es recordar bombardeos. Yo ten¨ªa dos a?os cuando bombardearon Belgrado por primera vez. Luego fue como un baile macabro en el que distintas potencias se turnaban para bombardearnos: los primeros fueron los nazis; los ¨²ltimos, los aliados. No hay horror que supere al de la guerra; sin embargo, mis amiguitos y yo siempre encontr¨¢bamos el lado positivo. Aprovechando que los adultos estaban pendientes de otras cosas, consegu¨ªamos jugar y divertirnos. Es una contradicci¨®n muy parecida a la que anida en el alma de la poes¨ªa.
El monstruo ama su laberinto. Charles Simic. Traducci¨®n de Jordi Doce. Vaso Roto. Madrid, 2015. 168 p¨¢ginas. 15 euros.
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