Un hombre entra en un bar y¡
El premio Pulitzer J. R. Moehringer, autor encubierto de las celebradas memorias de Andr¨¦ Agassi, publica una gran novela autobiogr¨¢fica sobre masculinidad y locales de copas
¡°?Qu¨¦ es lo que hace a un hombre? ?Es estar preparado para hacer lo correcto a cualquier precio?¡±, le preguntaban al Nota en El gran Lebowski, a lo que el h¨¦roe respond¨ªa: ¡°Fijo. Eso y un par de test¨ªculos¡±. El bar de las grandes esperanzas, primera novela del premio Pulitzer J.?R. Moehringer, busca responder a la misma pregunta de un modo distinto. Pues este es un libro sobre hombres y bares. Sobre amistad, borracheras, resacas tambi¨¦n, sobre sentimiento de pertenencia, y tristeza persistente y rabia heredada, y c¨®mo vencer ambas. Una novela que habla de familias, padres e hijos, madres e hijos, lazos de sangre, ritos de pasaje y amor, y ruptura y grandes gestos atemporales, y las cicatrices que arrastramos. Pero ?sobre todo? Hombres y bares.
Un bar, para ser concretos: el Dickens (rebautizado Publicans), de Manhasset, en el Estado de Nueva York, poblacho ¡°famoso por dos cosas: el lacrosse y el alcohol¡±. Ese bar es el hogar adoptivo de un hombre: JR, que es lo mismo que decir J.?R. Moehringer, porque se trata de un libro autobiogr¨¢fico. Cuenta algo que sucedi¨® de veras, aunque est¨¦ idealizado y romantizado, y digo ambas cosas como elogios (por supuesto). El bar de las grandes esperanzas es a las tabernas lo que The Wanderers, de Richard Price, fue a las pandillas de delincuentes juveniles: la versi¨®n po¨¦tica, llena a rebosar de mito e idealizaci¨®n fatalista.
El recuerdo de lo que sucedi¨® seg¨²n lo contar¨ªan unos cuantos dips¨®manos grandilocuentes con el trasero cosido a un taburete. No es que Moehringer no diga la verdad, ojo. Es solo que el autor, como dec¨ªan de Nik Cohn, ¡°nunca deja que la verdad estropee una buena historia¡±.
El autor, como dec¨ªan de Nik Cohn, ¡°nunca deja que la verdad estropee una buena historia¡±
Esa historia es f¨¢cil de resumir: JR es un ni?o neur¨®tico y sensible con ¡°padre ausente. Madre cansada. T¨ªo turbio. Abuelos tristes. Un apellido raro que suscitaba burlas y confusi¨®n¡±. Ese chaval anda desesperado por hallar una familia, un hogar, ¡°y hombres. Sobre todo hombres. Los necesitaba para que me sirvieran de mentores, de h¨¦roes, de modelos a seguir¡±. JR halla a todos esos hombres en el Dickens: a su t¨ªo Charlie; al ente-casi-divinizado que es el due?o, Steve, y tambi¨¦n a Colt, Joey D, Bobo, Cager y Poli Bob y los dem¨¢s.
JR narra el paso de p¨²ber adoptado por una pandilla de borrachines a borrach¨ªn himself (su ¡°evoluci¨®n de ni?o a bebedor¡±), el descubrimiento de que su padre (locutor radiof¨®nico, o La Voz) es un hombrecillo violento y mezquino, la relaci¨®n con su madre, las cuitas universitarias y sentimentales, su peripat¨¦tico paso por The New York Times y, sobre todo, c¨®mo aquel zagal da?ado va haci¨¦ndose hombre.
Moehringer relata todo ello con emoci¨®n, humor, enorme empat¨ªa y un prodigioso o¨ªdo para el di¨¢logo de bar. Adem¨¢s de un palpable amor por todos aquellos charlatanes sedientos con almas amoratadas que se aferran a muerte a sus alcoh¨®licos ritos, v¨ªnculos y chanzas. Porque, como dijo Harry Crews, todo aquello ¡°era la forma que ten¨ªa un hombre de recordarles a los dem¨¢s hombres qui¨¦nes eran¡±. Fulanos incapaces de decirse que se quieren los unos a los otros, pues, afirma categ¨®ricamente Moeh?ringer, ¡°entre hombres, aquellas cosas solo pod¨ªan decirse en un bar¡±. P¨¢jaros que saben que una cierta tristeza ¡°formaba parte del arduo trabajo de la masculinidad¡± (porque, en efecto, la masculinidad es una faena extenuante).
Si alguien ha capturado a la perfecci¨®n todas esas bravatas, e inseguridades, y cari?o, y telepat¨ªa masculina (¡°los hombres del Dickens nunca explicaban¡±), y melancol¨ªa, y escudos que se levantan, y no-verbalizar-jam¨¢s-la-propia-pena, ese ha sido Moehringer. ?La gran iron¨ªa final? JR acabar¨¢ descubriendo que ¡°todas las virtudes que yo asociaba a la masculinidad ¡ªdureza, persistencia, determinaci¨®n, fiabilidad, honestidad, integridad, agallas¡ª las ejemplificaba mi madre¡±. Pues claro.
He aqu¨ª un libro que les emocionar¨¢ hasta obturarles la tr¨¢quea. De lo mejor que he le¨ªdo en mucho tiempo.
El bar de las grandes esperanzas. J. R. Moehringer. Traducci¨®n de Juanjo Estrella. duomo. Barcelona, 2015. 460 p¨¢gina. 19,80 euros.
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