?Es v¨¢lido el psicoan¨¢lisis?
El psicoan¨¢lisis, mirado desde la ciencia y desde la literatura. ?Nace de la investigaci¨®n o de un pensador visionario? ?Es como la vida misma?
La escena del crimen
Por Juan Jos¨¦ Mill¨¢s
A ver, Freud. Precisamente acabo de terminar mi an¨¢lisis con una psicoanalista ortodoxa, signifique lo que signifique ortodoxa (y psicoanalista). Se llama Marta, de nombre, como una de las hermanas de L¨¢zaro, el resucitado, y L¨¢zaro de apellido, como el mism¨ªsimo resucitado. Marta L¨¢zaro, pues, 80 a?os, muchos de ellos a la escucha. Cuando me dej¨¦ caer en su div¨¢n (con aspecto de catafalco pobre), el muerto era yo. Llegu¨¦ all¨ª con la fantas¨ªa de que me dijera: ¡°Lev¨¢ntate y anda¡±. La realidad crea espont¨¢neamente este tipo de extra?as coincidencias.
Al principio preparaba las sesiones para amortizar su precio. Hoy le dir¨¦ esto, le contar¨¦ esto otro. Mientras hac¨ªa los deberes, establec¨ªa asociaciones de primer nivel atravesadas por el pensamiento consciente. Las llamo ¡°asociaciones de primer nivel¡±, pero podr¨ªa llamarlas coartadas, pues su objeto era demostrar que no hab¨ªa estado en la escena del crimen el d¨ªa de autos. Es as¨ª como se escriben muchas novelas, a base de coartadas narrativas. Y no todas son rematadamente malas, aunque tampoco buenas. Digamos que se les ven las costuras. Una buena novela, como un buen an¨¢lisis, no deber¨ªa mostrar las costuras.
Los calcetines que utilizan los peregrinos del Camino de Santiago son completamente lisos porque las costuras producen llagas en los pies y te arruinan el viaje inici¨¢tico. Las costuras narrativas arruinan el viaje inici¨¢tico del lector de novelas, pero tambi¨¦n el del autor, al que una buena asociaci¨®n, hecha en el momento oportuno, le derrumba todas las defensas. A veces pasa en la d¨¦cima sesi¨®n del an¨¢lisis, o en el d¨¦cimo cap¨ªtulo de la novela. Eso no quiere decir que el trabajo anterior haya sido completamente in¨²til, pero tienes que tener el coraje de volver al principio y desprenderte de todo el material inservible.
Casi todas las vidas, tambi¨¦n las m¨¢s coherentes, en este primer nivel asociativo (el de la coartada) est¨¢n hechas de costuras, incluso de costurones. Observada con cierta distancia, la vida est¨¢ hecha a base de coser (bien, mal, ese es otro asunto) retales de distintas naturalezas y colores, como esas colchas ¨¦tnicas (qu¨¦ rayos significar¨¢ ¨¦tnico) que tanta gracia nos hacen por su ingenuidad, a veces por su mal gusto, un mal gusto (o una ingenuidad) que no nos da verg¨¹enza mostrar a nuestros invitados despu¨¦s de la cena, al regresar de Honduras o de Guatemala.
Esas colchas son un ejercicio de asociaci¨®n libre, por eso nos conmueven hasta que empiezan a incomodarnos. ?Qu¨¦ habr¨¢ debajo de esos collages cuyas cicatrices, que al principio nos hac¨ªan tanta gracia, ahora nos fatigan? Hagamos una suposici¨®n: pobreza. Lo que hay, con frecuencia, no es ingenuidad ni mal gusto, sino pobreza. Quiz¨¢ empiezan a molestarnos por eso. Me estoy haciendo un l¨ªo, pero de eso se trata. A base de liarse es como se alcanza el segundo nivel del an¨¢lisis, o de la novela. Tambi¨¦n de la vida. En ese segundo nivel no hay costuras. Ah¨ª es donde entiendes en toda su extensi¨®n la frase de Borges seg¨²n la cual el azar es un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos.
Me estoy haciendo un l¨ªo, pero de eso se trata. A base de liarse es como se alcanza el segundo nivel del an¨¢lisis, o de la novela
Y resulta que s¨ª, que estuviste en la escena del crimen el d¨ªa de autos, solo que a lo mejor no fuiste el asesino, sino el muerto. Se trata de una posibilidad que ni siquiera hab¨ªas considerado en el primer nivel. Entonces caes en la cuenta de que al an¨¢lisis (y a la novela) no hay que ir con los deberes hechos, sino con los deberes deshechos. Significa que te debes tumbar en el div¨¢n (o sentar frente al ordenador) y, en lugar de ir a lo importante (o a lo que lo parece), ir a lo banal, a lo perif¨¦rico. Al suburbio. El significado siempre se encuentra en lo perif¨¦rico. Es un modo de decir que la sala de m¨¢quinas de la vida (y de la novela) no se encuentra donde parece (eso es una forma de delirio), sino donde desaparece. Se llega al lugar de la desaparici¨®n a trav¨¦s del m¨¦todo freudiano de la asociaci¨®n libre, de la que con el tiempo averiguas que es la menos libre de las asociaciones. Escribir una novela, en fin, se parece mucho a releer psicoanal¨ªticamente una vida.
En cuanto a Marta L¨¢zaro, sigue ah¨ª, a la escucha. No nos volveremos a ver. Nunca. En eso quedamos. Y en eso estamos.
No es ciencia
Por Javier Sampedro
Sigmund Freud no era un hombre modesto. Pensaba que la posici¨®n de la humanidad en el mundo hab¨ªa recibido tres grandes destronamientos en la historia del conocimiento. El primero era el de Cop¨¦rnico, que nos hab¨ªa expulsado del centro de la creaci¨®n para dejar al Sol ese empleo geom¨¦trico; el segundo era el de Darwin, que nos hab¨ªa expulsado del para¨ªso en el que Dios nos hab¨ªa creado a su imagen y semejanza. Y el tercero era el suyo propio, el de Freud, que nos hab¨ªa deportado del centro de nuestra misma mente al revelar que, las m¨¢s de las veces, est¨¦ ocupada por un ej¨¦rcito de demonios de los que ni siquiera somos conscientes. Cop¨¦rnico, Darwin y Freud, as¨ª se resume la historia de la ciencia. Eso es autoestima, doctor.
?Es el psicoan¨¢lisis una ciencia? Antes de responder, consideremos lo que dijo Freud de s¨ª mismo en 1900: ¡°Lo cierto es que no soy un hombre de ciencia en absoluto, solo soy un conquistador por temperamento, un aventurero¡±. Ya ven que, seg¨²n ese criterio, el psicoan¨¢lisis no es una ciencia. Y seg¨²n otros criterios tampoco lo es: ni se lo propone, ni cumple los requisitos m¨ªnimos, ni ha servido de gran cosa a la ciencia posterior. Es probable que haya tenido mucha m¨¢s influencia en las artes, desde Dal¨ª hasta Woody Allen, y con menci¨®n especial a Hitchcock y su Marnie la ladrona. No en la ciencia. Pero esto es solo la mitad de la historia. Porque la ciencia bebe de muchas fuentes, y los pensadores visionarios han tenido su influencia, a veces crucial, en el gran marco de las cosas. Buenos ejemplos son el efecto detonante que tuvo la obra del reverendo y economista Robert Malthus en la concepci¨®n de la teor¨ªa de la selecci¨®n natural por Darwin; la importancia clave de la lectura de los fil¨®sofos David Hume y Ernst Mach para empujar a Einstein a considerar la posibilidad de que el tiempo pudiera dilatarse; o el gatillo que supuso un libro filos¨®fico de Erwin Schr?dinger¡ª?Qu¨¦ es la vida?¡ª en los inicios de la biolog¨ªa molecular. En ese sentido, puede que Freud haya tenido m¨¢s relevancia de lo que la mayor¨ªa de los neurocient¨ªficos actuales parecen dispuestos a concederle.
El que tal vez es su descubrimiento central, el del componente inconsciente de la mente, puede considerarse hoy confirmado por encima de toda duda razonable. Lo que experimentamos como mente consciente representa una min¨²scula parte de nuestra vida diaria. No lograr¨ªamos ni levantarnos de la cama ¡ªno hablemos ya de cruzar una calle u organizar nuestra vida¡ª sin una actividad cerebral que es propiedad intelectual de un enjambre de procesadores neuronales. Estos analizan de forma permanente nuestras percepciones, pero tambi¨¦n poseen un modelo interno del mundo en gran parte innato, y en la otra parte formado sin que tengamos la menor idea de lo que est¨¢ ocurriendo ah¨ª, dentro de nuestra cabeza.
Si usted se quiere someter al psicoan¨¢lisis le importar¨¢ muy poco que no sea una ciencia. Y si usted cree que funciona, lo har¨¢
El subconsciente, como concepto abstracto, es una predicci¨®n correcta de Freud. Pero el redescubrimiento moderno de ese fen¨®meno no le debe nada. Su materializaci¨®n, o su revelaci¨®n como un hecho emp¨ªrico, ha ocurrido un siglo despu¨¦s que, y de forma independiente, las reflexiones, sin duda brillantes, pero tambi¨¦n excesivas, de aquel psiquiatra.
No est¨¢ claro que Freud haya hecho da?o al desarrollo de las ciencias de la mente en el siglo XX. M¨¢s claro parece que ese da?o lo haya hecho el rechazo a Freud, particularmente en las instituciones norteamericanas. El gran neur¨®logo Michael Gazzaniga se ha quejado de que la psicolog¨ªa hab¨ªa desaparecido de los departamentos universitarios. La gente ¡ªtambi¨¦n los que financian la investigaci¨®n¡ª tend¨ªa a considerarla una palabra sucia, y es muy probable que los excesos de Freud a principios de siglo, con su indisimulada propensi¨®n a atribuir al sexo casi cualquier cosa, tuviera mucho que ver en aquella sociedad pacata y tragasantos.
En todo caso, si usted se quiere someter al psicoan¨¢lisis le importar¨¢ muy poco que no sea una ciencia. Lo ¨²nico que querr¨¢ saber es si funciona. Y, si usted cree que funciona, lo har¨¢. Pero no olvide consultar tambi¨¦n a un m¨¦dico de verdad.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.