¡°Hago esto porque me divierto. Soy m¨¢s Groucho Marx que Karl Marx¡±
Frederick Wiseman estrena su nuevo documental, ¡®In Jackson Heights¡¯, sobre uno de los barrios con mayor diversidad del mundo
Para muchos, Jackson Heights es solo una parada de metro m¨¢s de camino a las terminales de JFK. El lugar esconde, en realidad, una identidad fascinante, que contradice por s¨ª misma a cuantos juran que la convivencia entre culturas es una utop¨ªa inalcanzable. Este barrio neoyorquino, situado en el coraz¨®n de Queens, alberga a cerca de 130.000 personas de todos tipo de or¨ªgenes. En total, en sus escasas hect¨¢reas se hablan hasta 167 lenguas distintas. ¡°Esta es la comunidad con mayor diversidad en todo el mundo¡±, jura uno de sus habitantes en In Jackson Heights, la nueva pel¨ªcula del veterano Frederick Wiseman (Boston, 1930), uno de los padres del documental moderno, que ha sido presentada fuera de competici¨®n en la Mostra de Venecia.
No me haga hablar de Donald Trump. Es solo un payaso"
¡°Escog¨ª el lugar porque me pareci¨® una Torre de Babel contempor¨¢nea, por su aspecto marcadamente multirracial, multi¨¦tnico y multirreligioso. Quer¨ªa ver c¨®mo se las apa?an los inmigrantes cuando llegan: c¨®mo les acogen los vecinos, con qu¨¦ servicios cuentan y qu¨¦ papel juegan los poderes p¨²blicos¡±, explica Wiseman en una suite del Hotel Excelsior. Como muestra en la pel¨ªcula, en este barrio se concentran musulmanes en una sala de plegaria, un club de homosexuales maduros reunidos en c¨ªrculo dentro de una sinagoga jud¨ªa y mujeres bengal¨ªes inscritas en un cursillo para obtener la nacionalidad estadounidense. A pocas calles, en la concurrida Roosevelt Avenue, comerciantes de origen latinoamericano y el spanglish como primera lengua lamentan la llegada de una tienda GAP, primer s¨ªntoma de ese galopante aburguesamiento al que los anglosajones llaman gentrificaci¨®n, que el propio Ayuntamiento parece potenciar. El cine del barrio ya ha cerrado. La peluquer¨ªa de la esquina, tambi¨¦n. Lo mismo ha sucedido con la licorer¨ªa y el restaurante italiano. ¡°?De qu¨¦ vamos a vivir? ?De recoger latas en la calle?¡±, se pregunta el due?o de un puesto de comida r¨¢pida.
¡°El proceso no es nuevo, pero que se intensifica cada vez m¨¢s¡±, opina Wiseman. ¡°Como Harlem y Brooklyn ya se han vuelto caros, ahora van a por Queens. Cuando tambi¨¦n se haya aburguesado, la poblaci¨®n modesta tendr¨¢ que marcharse todav¨ªa m¨¢s lejos. Y as¨ª sucesivamente, hasta quedar fuera de la ciudad¡±, explica el director, que considera que lo que sucede en Nueva York es solo ¡°un ejemplo de un fen¨®meno que se extiende en todo el mundo occidental¡±. En Par¨ªs, donde Wiseman vive parte del a?o, las cosas no van mucho mejor. ¡°De hecho, lamento no haber comprado un piso en el barrio de Belleville hace 10 o 15 a?os¡±, ironiza.
In Jackson Heights es tambi¨¦n una radiograf¨ªa del modelo de integraci¨®n estadounidense, ese supuesto melting pot, que parece funcionar cuando todo el mundo hace un esfuerzo. Por lo menos, as¨ª sucede en este barrio, contradiciendo a quienes instrumentalizan el debate migratorio en vista de la proximidad de la cita electoral. ¡°No me haga hablar de Donald Trump. Es solo un payaso¡±, rebate Wiseman. ¡°Este es un pa¨ªs de inmigrantes. No me atrevo a generalizar, pero observo que, a finales del siglo XIX, toda la riqueza segu¨ªa en manos de los descendientes de ingleses. Un siglo m¨¢s tarde, el poder y la fortuna se han extendido a un grupo bastante m¨¢s diverso¡±, analiza. Pese a todo, no se atreve a pronunciar la palabra progreso. ¡°Digamos que a algunas personas les va mejor¡±, dice con timidez.
Venecia tiene especial aprecio por Wiseman, que ha presentado aqu¨ª ocho de sus pel¨ªculas. Esta es la n¨²mero 40 desde que debut¨® en 1967 con Titicut Follies, un documental sobre una c¨¢rcel para delincuentes con problemas mentales en Massachusetts, que rod¨® cuando era un profesor de Derecho ¡°bastante aburrido¡±, que so?aba con cambiar su rumbo vital. A causa de su brutal resultado, permaneci¨® prohibida en Estados Unidos durante 35 a?os. Empez¨® as¨ª una larga trayectoria que le ha llevado a infiltrarse en todo tipo de instituciones con la misi¨®n de destapar su opaco funcionamiento: la justicia, la polic¨ªa, el sistema educativo, los hospitales e incluso el zoo. Siempre ha sido fiel a su estilo: sus documentales no cuentan con voz en off, ni bustos parlantes, ni ayuda para espectadores lentos. ¡°Muchos de los documentales que veo me parecen condescendientes con el espectador. Yo parto de la base de quien ve mis pel¨ªculas es igual de listo o tonto que yo¡±, zanja.
El cine es un hobby muy caro¡±
?Ha querido despertar su obra la vigilancia social, diseccionar los procesos de cambio social, dejar un documento sobre nuestra ¨¦poca para quienes vendr¨¢n despu¨¦s? ¡°Nada de eso. Si hago esto es solo porque me lo paso bien. Soy m¨¢s Groucho Marx que Karl Marx¡±, bromea. ¡°Es un ejercicio muy exigente, intelectual y f¨ªsicamente. Me obliga a estar en forma. Esta ma?ana he ido al gimnasio del hotel para levantar pesas y hacer series de abdominales y flexiones, como hago todos los d¨ªas del a?o¡±, afirma. Va camino de los 86 a?os, que cumplir¨¢ en enero, pero no se plantea la jubilaci¨®n. ¡°S¨¦ que me estoy haciendo viejo, pero seguir¨¦ haciendo esto mientras me lo pueda permitir. Conozco a mucha gente que, al retirarse, se muere. Yo quiero seguir por lo menos hasta que sea tan viejo como Manoel de Oliveira¡±, confiesa.
Ha rodado en ¨®peras, teatros y museos, pero nunca en festivales de cine, siempre envueltos de las intrigas y misterios que suele dejar al descubierto en su cine. ¡°Los festivales no me interesan¡±, responde. ¡°Ser¨ªa interesante destapar el secretismo que los envuelve, pero el resultado ser¨ªa muy unidimensional. En el fondo, todo es cuesti¨®n de dinero¡±, apunta. Y, sin embargo, aqu¨ª lo tenemos. ¡°Bueno, nunca he dicho que yo sea mejor que los dem¨¢s. Yo tambi¨¦n necesito dinero y publicidad, porque el cine es un hobby muy caro. En los festivales encuentro las dos cosas¡±.
Babelia
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