Lejos de su entorno
Ninguna de las virtudes de 'El corredor del laberinto', salvo el carisma de sus int¨¦rpretes, queda en esta segunda entrega
La exactitud con la que los productos juveniles en serie procedentes de Hollywood se van manufacturando y llegando a las estanter¨ªas con forma de cartelera para su consumo (ir)racional resulta tan admirable como reprobable. Las pel¨ªculas no parecen estar listas cuando por fin se acaba de hacerlas (bien), sino cuando el dictado del calendario de un ejecutivo ha prescrito. Y puede que esto traiga consecuencias.
Hace exactamente 364 d¨ªas and¨¢bamos escribiendo de El corredor del laberinto, primera adaptaci¨®n de la trilog¨ªa de libros de James Dashner, y, casi como un reloj suizo, aqu¨ª est¨¢ ya la segunda. Entonces hablamos de su fusi¨®n de entretenimiento y trascendencia, de su relaci¨®n con El se?or de las moscas, de su met¨¢fora de la adolescencia, de su metonimia de la sociedad contempor¨¢nea, de su notable desarrollo de personajes, de su energ¨ªa juvenil, de las virtudes del escenario ¨²nico, de la personalidad de los chicos y de su gusto por el detalle formal. Y sin embargo, casi nada de esto, salvo el carisma de sus int¨¦rpretes, queda en esta segunda entrega, El corredor del laberinto: las pruebas. Con la salida de ese reducido espacio de actuaci¨®n, el relato pierde con comparaci¨®n; ahora s¨ª que se parece demasiado a sus compa?eras juveniles antiut¨®picas, a Los juegos del hambre, a Divergente, y en ese enfrentamiento pierde por culpa de un desarrollo moroso, reiterativo y que parece dirigirse hacia ninguna parte. "Estoy harto de huir", dice uno de los protagonistas casi en el desenlace. Nosotros tambi¨¦n.
EL CORREDOR DEL LABERINTO: LAS PRUEBAS
Direcci¨®n: Wes Ball.
Int¨¦rpretes: Dylan O'Brien, Kaya Scodelario, Patricia Clarkson, Aidan Guillen, Rosa Salazar.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. EE UU, 2015.
Duraci¨®n: 131 minutos
Un estiramiento general en el que pocos cambios se producen, salvo el giro moral de uno de los integrantes del grupo, y que incluso sufre el contagio de dos de las taras habituales en estas pel¨ªculas comerciales de ciencia-ficci¨®n dist¨®pica. En primer lugar, ese empecinamiento de las superproducciones de acci¨®n por ser aparatosas empezando por el metraje, con esos 20 minutos de m¨¢s respecto de la primera entrega (aun con un libro m¨¢s corto), que terminan siendo una losa. Y en segundo, la poca imaginaci¨®n de los escritores, ya sean novelistas o guionistas, a los que siempre acecha una misteriosa idea clich¨¦: "Cuando no sepas c¨®mo hacer avanzar la trama, mete un par de secuencias con zombis, y sal del l¨ªo".
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