El tumulto de Enzensberger
El escritor narra sus viajes por Rusia y La Habana con iron¨ªa esc¨¦ptica. Su libro es un recorrido por el siglo XX sin concesiones ni nostalgia
Un indignado de los a?os sesenta
Por JES?S CEBERIO
Hans Magnus Enzensberger fue un alem¨¢n indignado en los a?os sesenta que merode¨® todos los proyectos insurreccionales de matriz marxista leninista sin involucrarse del todo en ninguno, tal vez porque le pareci¨® excesiva la dosis de fe (y de disciplina) requerida para cambiar el mundo con sectas que apenas contaban con unas decenas de seguidores siempre en trance de escisi¨®n. Tumulto narra las andanzas del autor en una ¨¦poca turbulenta en la que herv¨ªan las ciudades contra la guerra de Vietnam y proliferaban los grup¨²sculos mao¨ªstas en Europa, siempre tentados por la violencia, al tiempo que Mao instigaba la locura persecutoria de la Revoluci¨®n Cultural. Aquella fiebre del sesentayochismo desapareci¨® casi de un d¨ªa para otro, con la inestimable colaboraci¨®n de los tanques rusos en Praga, pero de hecho se fue trasladando a otros lugares, porque ¡°el tumulto no acaba nunca, solo cambia de lugar¡±. Declarado antimemorialista, que no se f¨ªa de las autobiograf¨ªas de sus contempor¨¢neos, HME se apoya en unos diarios para pintar un abigarrado retablo de los turbulentos sesenta. Hay que agradecerle que, doblado ya el cabo de los 85, escriba desde una iron¨ªa esc¨¦ptica con dosis de sarcasmo. En la era de Photoshop y los selfies, con todo el mundo en busca de su perfil mas favorecedor, HME se retrata sin masoquismo ni autocompasi¨®n.
El esqueleto del libro lo configuran dos viajes a la URSS, bajo invitaci¨®n del Gobierno sovi¨¦tico en su calidad de escritor amigo, y un periplo de tres a?os por el mundo, entre Berl¨ªn y La Habana, con un breve par¨¦ntesis en Connecticut y una incursi¨®n ex¨®tica en Camboya. Pero nada de todo ello tendr¨ªa sentido sin el amor fou por Maria Aleks¨¢ndrovna Mak¨¢rova, que se apoder¨® de HME en Bak¨² durante uno de los congresos por la paz que promov¨ªan los sovi¨¦ticos. Su boda con Masha en un juzgado civil de Mosc¨², en la primavera de 1967, activ¨® una tormentosa relaci¨®n que tuvo su fase m¨¢s estable en La Habana, adonde acudi¨® invitado para una tarea nunca definida y donde muy pronto se le hizo insoportable la coexistencia con un r¨¦gimen cuyo l¨ªder, Fidel Castro, pretend¨ªa encarnar la omnisciencia, tanto si se trataba de criar vacas como de aumentar la producci¨®n de az¨²car. A su regreso de La Habana escribir¨ªa: ¡°?Si no estuviera la gente! / Siempre y en todas partes estorba la gente.?/ Todo lo embrolla. / Cuando se trata de liberar a la humanidad / va a la peluquer¨ªa. / En vez de seguir entusiasmada a la vanguardia / dice: ahora estar¨ªa bien una cerveza¡±. La ruptura definitiva con el r¨¦gimen castrista se materializ¨® en 1971 tras el arresto y condena del poeta Heberto Padilla.
Se cerraba as¨ª el tumulto de los sesenta, que en el libro tiene una especie de pr¨®logo en 1963, en forma de una invitaci¨®n a la URSS que lo condujo a la finca de vacaciones de Jruschov en Sochi, a orillas del mar Negro. Solo ha pasado un a?o de la crisis de los misiles, pero el dirigente sovi¨¦tico rememora el tenebroso cap¨ªtulo de los tanques rusos en Budapest, una herida que sangra siete a?os despu¨¦s. Totalmente carente de carisma, HME escribe de Jruschov que ignora su mayor haza?a pol¨ªtica, que no es otra que el desencantamiento del poder. ¡°Un hombre sin secreto en el v¨¦rtice del Estado; algo que ocurre rara vez en el mundo; en Rusia es inaudito¡±. Su segundo viaje, en 1966, ya con Br¨¦znev en el poder, le conducir¨¢ al profundo este siberiano. El poeta Enzensberger viaja por la inmensa taiga. Describe a la gente, qu¨¦ le interesa, la precariedad de sus viviendas. El caso l¨ªmite es la kommunalka: una habitaci¨®n, una familia. En medio de tanta precariedad se cruza con poetas que aspiran a expresarse con sinceridad, condici¨®n que no encuentra en los grandes protegidos del r¨¦gimen: el plut¨®crata Ily¨¢ Ehrenburg o el recitador de multitudes Yevgueni Yevtushenko. En Mosc¨² se cruza con Pablo Neruda, que vive con la fastuosidad de Lord?Byron, solo que ¨¦ste lo pagaba con su dinero.
M¨¢s all¨¢ de sus viajes, HME relata al fin sus v¨ªnculos con los grupos de ultraizquierda que poblaban Berl¨ªn a finales de los sesenta. All¨ª flirte¨® con la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo, que lo expuls¨® por cobard¨ªa. No tiene desperdicio su feroz retrato de Andreas Baader con ocasi¨®n de la cita en un piso franco donde se formaliz¨® la expulsi¨®n. ¡°Mis dificultades con las religiones y los sistemas ideol¨®gicos estriban en que nunca puedo creer del todo que realmente van en serio¡±. Y a modo de conclusi¨®n: ¡°De un para¨ªso se debe exigir que uno pueda abandonarlo cuando se ha hartado de ¨¦l. Eso tambi¨¦n es v¨¢lido para los para¨ªsos pol¨ªticos de la ¨ªndole que auguraba el comunismo¡±.
Retrato de primera mano
Por PATRICIO PRON
¡°Mi inter¨¦s por la autobiograf¨ªa deja mucho que desear: no hace falta ser crimin¨®logo ni epistem¨®logo para saber que los testimonios sobre uno mismo carecen de base fidedigna¡±, escribe Hans Magnus Enzensberger. Sin embargo, el hallazgo de ¡°un conjunto olvidado de cartas, libretas con notas, fotograf¨ªas, recortes de peri¨®dico y manuscritos abandonados¡± y la convicci¨®n de que las experiencias pol¨ªticas de la d¨¦cada de 1960 han sido ¡°sepultadas bajo el estercolero de los medios de comunicaci¨®n, el material de archivo, los coloquios p¨²blicos, la idealizaci¨®n¡± fueron suficientes para que el escritor alem¨¢n (uno de los intelectuales europeos m¨¢s relevantes del siglo XX y lo que llevamos del XXI) dejara atr¨¢s sus aprensiones. ¡°En aquel mont¨®n reg¨ªa el azar¡±, afirma, ¡°pero al menos [¡] no hall¨¦ nada que a posteriori, con gran distancia temporal, hubiese sido inventado¡±.
El resultado de la prospecci¨®n en ese archivo acumulativo y azaroso debe mucho al hallazgo fortuito y a la inconsecuencia deliberada de su autor: por una parte, Tumulto carece aparentemente de orden y da cuenta de los hechos que narra sin aportar fechas precisas mediante lo que parece una acumulaci¨®n de an¨¦cdotas; por otra parte, presenta al lector la dificultad de no ser capaz de reconocer en buena parte del texto cu¨¢l es la distancia temporal entre ¨¦ste y los hechos narrados, lo que no tendr¨ªa implicaciones serias si se tratase de un relato sentimental, pero importa, y mucho, cuando aquello de lo que se habla es de algunos de los hechos pol¨ªticos m¨¢s controvertidos del siglo XX.
A pesar de ello, Tumulto es un libro extraordinario, y lo es no s¨®lo gracias a la soluci¨®n que Enzensberger ofrece al problema de c¨®mo narrar las d¨¦cadas de 1960 y 1970, siempre torrenciales (una especie de di¨¢logo no precisamente plat¨®nico con el que se antoja a su autor como ¡°un hermano menor del que no me hubiera acordado en mucho tiempo¡±), sino tambi¨¦n en virtud de las situaciones y personajes que comparecen en la obra. Tumulto recorre un arco que va desde el orden instalado en Alemania tras la II Guerra Mundial (¡°en un lado, la tibia Rep¨²blica Federal; en el otro, la ¡®zona¡¯, sobre la cual abrigaba yo pocas ilusiones, vacunado como estaba por mi propia inspecci¨®n del terreno y por lecturas tempranas tales como Los or¨ªgenes del totalitarismo, de Hannah Arendt; Homenaje a Catalu?a, de Orwell, y El pensamiento cautivo, de Czeslaw Milosz) hasta la instauraci¨®n de una cierta normalidad europea durante la d¨¦cada de 1970.
Las estaciones de este tr¨¢nsito son una invitaci¨®n a un encuentro de escritores en San Petersburgo (por entonces Leningrado), una visita protocolaria a Mosc¨² que tuvo como resultado un enamoramiento s¨²bito y doloroso que se extendi¨® por a?os (y constituye el hilo sentimental de la obra), la visita a la dacha de Nikita Jruschov, un recorrido en tren y en avi¨®n por la Uni¨®n Sovi¨¦tica a cuenta de la Uni¨®n de Escritores (Bujar¨¢, Samarcanda, Alm¨¢-At¨¢, Novosibirsk, Irkutsk, Pered¨¦lkino, Tiflis, etc¨¦tera), la experiencia de la oposici¨®n extraparlamentaria en Alemania (de la que Hans Magnus Enzensberger fue una figura central, pese a sus intentos en este libro de minimizar su papel), una visita incomprensible a Camboya, una larga estancia en Cuba durante la cual (y a su pesar) el autor no pudo hacer nada excepto plantar ca?a de az¨²car y esperar, la Praga inmediatamente posterior a la intervenci¨®n sovi¨¦tica y los proleg¨®menos del sangriento ¡°oto?o alem¨¢n¡± de 1977.
En las p¨¢ginas desordenadas de este libro comparecen Ili¨¢ Ehrenburg, Giuseppe Ungaretti y Jean Paul Sartre en Leningrado (este ¨²ltimo ¡°manso como un cordero¡± ante Nikita Jruschov), Yevgueni Yevtushenko (¡°capaz de una confianza desmedida, lo mismo que de una desmedida lisonja y de desmedidas exigencias¡±) y Abe Kobo en Bak¨², los poetas beats en San Francisco, Salvador Allende en Tahit¨ª, Herbert Marcuse en San Diego, Henry Kissinger en Berl¨ªn, Heberto Padilla, Roque Dalton, Jos¨¦ Lezama Lima y Pablo Neruda en La Habana, Ingeborg Bachmann en Roma y Nelly Sachs en Estocolmo.
Vale la pena leer Tumulto por el retrato que el autor hace de ellos, pero tambi¨¦n por la inteligencia con la que ¨¦ste ofrece un recorrido de primera mano por la historia del siglo XX: sin concesiones, sin pedanter¨ªa, sin nostalgia, con el convencimiento de que estas experiencias pueden ser ¨²tiles en el futuro; es decir, en el presente.
Tumulto. Hans Magnus Enzensberger. Traducci¨®n de Richard Gross. Malpaso. Barcelona, 2015. 249 p¨¢ginas. 18,50 euros. Digital: 6,64 euros.
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