El cerebro del doctor House
La m¨¦dica Lisa Sanders proporcion¨® a la serie televisiva los complicados diagn¨®sticos de los pacientes
Este a?o, 80.000 enfermos van a morir en hospitales norteamericanos por mal diagn¨®stico. Lisa Sanders no ha fallado ni uno, o quiz¨¢s s¨ª, pero no tardar¨¢ en rectificar m¨¢s de 45 minutos, lo que dura un cap¨ªtulo de House. La doctora Sanders est¨¢ detr¨¢s de los complicados casos de la teleserie.
?¡°Profesionalmente, no puedo defender el comportamiento del doctor House¡±, comenta divertida Sanders, que asisti¨® la pasada semana en Lisboa a la iMed Conference. ¡°El personaje es impresentable desde cualquier punto de vista, aunque tiene una virtud, de repente hace clic y dice: ¡®?Alto! No vamos bien. Estamos equivocados¡±.
La doctora fue premiada con un Emmy televisivo, pero no por su contribuci¨®n a la exitosa serie, sino por su trabajo en CBS News. Antes que m¨¦dica, fue periodista. A los 41 a?os ingres¨® en la Facultad de Medicina de Yale y all¨ª, cuando se enfrent¨® al primer caso pr¨¢ctico, descubri¨® lo que quer¨ªa ser en la vida: especialista en diagnosis.
¡°Tres son las reglas de oro para un buen diagn¨®stico¡±, explica despu¨¦s de su intervenci¨®n ante casi un millar de futuros m¨¦dicos. ¡°Primero, el clic, el algo no encaja en todo esto, lo bueno de House; segundo, el conocimiento, y tercero, la experiencia, la conexi¨®n de ese conocimiento con el paciente¡±.
En 2002 comenz¨® a escribir en The New York Times una columna sobre su especialidad y mantiene el blog The Well en el mismo peri¨®dico. Los casos planteados llamaron la atenci¨®n del productor Paul Attanasio, que le propuso trabajar en la asesor¨ªa t¨¦cnica de una serie sobre un m¨¦dico antip¨¢tico, cojo, borrach¨ªn, drogata y que, adem¨¢s, odiaba a sus pacientes. ¡°Ya con el programa piloto vi que ser¨ªa un ¨¦xito¡±.
Si Anatom¨ªa de Grey se centra en los ligues del personal y The Knick recrea la sanidad de principios del siglo XX, la serie House (2004-20012) entra en el coraz¨®n de la profesi¨®n, la dificultad de acertar con el diagn¨®stico. Pese a lo que pudiera creerse, las dram¨¢ticas situaciones no eran producto de enfermedades raras, sino de casos complicados, a veces por los mismos profesionales. ¡°En la actualidad hay un 15% de fallos en el primer diagn¨®stico que damos al enfermo¡±, recuerda el cerebro de House, hoy profesora de Medicina en la Facultad de Yale y autora de libros como Diagn¨®stico (Debolsillo, 2010). La doctora tiene sentimientos encontrados sobre la teleserie. ¡°A los profesionales les gusta, pero no s¨¦ si la recomendar¨ªa a los estudiantes de Medicina¡±.
Los s¨ªntomas, efectos secundarios y complicaciones de la serie son fruto del trabajo de Sanders, que expuso a sus alumnos y a los asistentes al congreso m¨¦dico un caso real con 30 cuestiones y 150 posibilidades. Tiempo, cinco minutos.
La norteamericana no cree que el futuro de la medicina pase por robots conversando con los enfermos. ¡°El robot es bueno en el an¨¢lisis de lo que est¨¢ mal, pero nunca va a detectar si el enfermo miente, si exagera o si tiene un problema en la familia. Eso solo lo puede descubrir un humano hablando con otro humano¡±.
Pero parece que lo dif¨ªcil y caro es conseguir hablar con un m¨¦dico, y lo barato que te hagan un an¨¢lisis. ¡°Es cierto que hay un abuso de ordenar, por principio, todo tipo de pruebas. Se ve en House tambi¨¦n. Es rid¨ªculo; pero no estoy de acuerdo con lo de la accesibilidad del m¨¦dico. No hay profesional m¨¢s generoso con su tiempo que el m¨¦dico, lo que pasa es que su tiempo es precioso porque lo va a dedicar a los siguientes enfermos¡±.
En ausencia de la genialidad de House, los estudiantes no aciertan con el caso planteado. De 30 cuestiones, las ganadoras aciertan 19. ¡°Se trataba de porfiria, una enfermedad con un amplio espectro de s¨ªntomas comunes¡±, se?ala Sanders. ¡°El paciente pas¨® 12 veces por urgencias antes de que se acertara con el diagn¨®stico¡±.
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