Tim Bowler: ¡°Los adolescentes leen. No hace falta obligarlos¡±
El autor ingl¨¦s habla sobre la literatura juvenil, sus libros, la muerte y el poder de los lectores m¨¢s j¨®venes
Tim Bowler?(Leigh-on-Sea, Inglaterra, 1953) era un ni?o activo, muy deportista y de mirada risue?a que se dio cuenta antes de llegar a la adolescencia de que la escritura era algo m¨¢s que el juego en el que se hab¨ªa iniciado a los cinco a?os. Imbuido por esa locura por los libros y sacrificado a esa tarea que tiene tanto de ¡°definici¨®n de uno mismo¡±, Bowler se lanz¨® de lleno a la literatura pero no public¨® hasta los 40 a?os. Ahora, 23 a?os, 20 libros para adolescentes, 15 premios y un mill¨®n de ejemplares vendidos despu¨¦s, Bowler recala en Segovia como una de las estrellas invitadas al Hay Festival. Tras una fant¨¢stica y amena charla con un grupo de j¨®venes del British Council, Bowler recibe a EL PA?S en una sala de la majestuosa sede del Instituto de Empresa.
Todo el mundo trata de crear otro Harry Potter, pero nunca habr¨¢ nada igual. Fue incre¨ªble¡±
Alto, se podr¨ªa decir que desgarbado, con una chaqueta amplia -el dise?o es horrible pero era muy barata, aclara- y con un deje de elegancia brit¨¢nica, Bowler se zambulle en la conversaci¨®n con la energ¨ªa de un joven en plena forma. ¡°Cuando mi agente me llam¨® y me dijo ¡®has ganado¡¯ yo le dije, ¡®?el qu¨¦?¡¯¡± cuenta divertido Bowler cuando se le pregunta por la Carnegie Medal, el mayor reconocimiento del mundo anglosaj¨®n a una novela para j¨®venes, que consigui¨® en 1998 con River Boy. Era su tercer libro y hasta entonces hab¨ªa compaginado su escritura con trabajos de profesor y de traductor de sueco. ?Sueco? ?Por qu¨¦? ¡°S¨ª. Le voy a contar una cosa divertida. Estaba en Estrasburgo con 16 a?os en un viaje de estudios y conoc¨ª a unas chicas suecas maravillosas, as¨ª que a los 18 me fui a estudiar a Suecia¡±, cuenta entre risas, con r¨¢pidos movimientos de manos, no se sabe si en serio o como una boutade creada para una pregunta respondida un mill¨®n de veces.
¡°Durante un tiempo estuve sobrepasado por el premio, pero me permiti¨® dedicarme a la literatura y dejar de escribir de tres a siete de la ma?ana. En la final, a la que no s¨¦ ni c¨®mo llegu¨¦, estaba Harry Potter. El galard¨®n es muy importante porque lo dan los libreros y ellos s¨®lo se fijan en la calidad¡±, cuenta sin esconder el orgullo que siente por una obra que ha pasado con ¨¦xito ya por varias generaciones de lectores y que cuenta la historia de Jess, una joven de 15 a?os muy unida a su abuelo, un artista a punto de morir. ¡°Hay gente que lo ley¨® de joven y vuelve al libro ya de adulto, cuando han perdido alg¨²n familiar. Con que una sola persona en una habitaci¨®n en alguna parte del mundo se sienta reconfortada con mi obra ya he conseguido algo¡±, remata.
Con una gran fuerza dram¨¢tica, elementos de misterio y personajes muy s¨®lidos, libros como Sea of Whispers o Apocalypse reflejan la b¨²squeda de un tipo de literatura que respeta al lector y prima la calidad por encima de todo. Eso no evita que Bowler defienda Los juegos del hambre y otras series bendecidas por el brutal ¨¦xito editorial: ¡°Son muy buenas historias. Lo que pasa es que los editores buscan cada vez m¨¢s valores seguros, una marca que les permita vender m¨¢s. Se centran en eso y es terrible, porque a la larga condena a los autores que se salen de esa corriente. Todo el mundo trata de crear otro Harry Potter, pero nunca habr¨¢ nada igual. Fue incre¨ªble¡±, recuerda con un extra?o brillo en sus hiperactivos ojos.
Hay que explicar a los j¨®venes que no tienen por qu¨¦ dejar su vida en Internet, sus redes, sus m¨®viles para leer
Consciente de que se dirige al sector de poblaci¨®n m¨¢s complicado de atraer, Bowler se encuentra seguro.¡°No, no tengo miedo de tratar estos temas como la muerte o la violencia con los adolescentes. Para nada. Son los adultos los que se sorprenden por estas cosas. Hay que dejar de ser condescendientes con los j¨®venes¡±, asegura en una defensa cerrada de su p¨²blico. ¡°Por supuesto que leen. Y siguen leyendo libros en papel. Lo veo cada d¨ªa. Ni puedes forzarles a hacerlo ni hace falta. Hay que explicarles que no tienen por qu¨¦ dejar su vida en Internet, sus redes, sus m¨®viles para leer. No es incompatible¡±.
La conversaci¨®n fluye a todo ritmo y en ella se cuelan referencias a su actividad deportiva- sigue jugando a buen nivel al squash- y an¨¦cdotas de su pasado. La que mejor ilustra la bonhom¨ªa de este caballero ingl¨¦s es la historia de Antonio. ¡°Mis recuerdos de Espa?a son 100% positivos. Solo he venido una vez, de paso por Madrid, en 1973. No ten¨ªa d¨®nde quedarme y eran las dos de la ma?ana. Hac¨ªa tres a?os hab¨ªa conocido a Antonio, un espa?ol muy simp¨¢tico con el que jugaba mucho al tenis de mesa. Ten¨ªa su direcci¨®n pero no su tel¨¦fono y me plant¨¦ en su casa. Antonio hab¨ªa terminado la mili y se encontraba destrozado despu¨¦s de dos d¨ªas de fiesta sin parar, pero sus padres me acogieron y me trataron de maravilla. Nunca olvidar¨¦ la hospitalidad de los espa?oles¡±.
Trabajador disciplinado que se pasa el d¨ªa en su peque?a caba?a pr¨®xima a su casa escribiendo no menos de 1.000 palabras al d¨ªa, Bowler no tiene m¨¢s que halagos para otros compa?eros que surgen en la charla, como Melvin Burgess o Kevin Brooks, pero asegura que ning¨²n escritor contempor¨¢neo o cl¨¢sico le ha influido significativamente en la manera de escribir.
Para el futuro pr¨®ximo, el autor de River Boy se la juega con una novela para ni?os m¨¢s peque?os. ¡°Crucemos los dedos¡± asegura entre risas. La despedida, es un peque?o homenaje a Antonio: ¡°He tardado 40 a?os en volver a Espa?a. Nos vemos en 2055, ya pasar¨¦ de los 100 a?os pero volver¨¦ a ver si siguen tan hospitalarios¡±.
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