El cad¨¢ver de Chaplin

En la madrugada del 1 al 2 de marzo de 1978, apenas dos meses despu¨¦s del fallecimiento de Charles Chaplin, dos delincuentes comunes robaron del cementerio el ata¨²d del mito para pedir un rescate que los sacara de sus penurias econ¨®micas y sociales. Dos hombres pobres, y quiz¨¢ tambi¨¦n pobres hombres, dos vagabundos, dos inmigrantes, dos charlots de la modernidad con una apuesta tan suicida como la de Xavier Beauvois, el cineasta franc¨¦s que ha llevado a la pantalla el suceso real con una intenci¨®n tan irrealizable como la de sus protagonistas: componer una pel¨ªcula de aliento chaplinesco, un melodrama con chico (aqu¨ª chica), madre enferma y fogonazos de comedia basada en la emoci¨®n y no en la negrura, musicalizada con entusiasmo y protagonizada por dos payasos en el sentido circense del t¨¦rmino: el clown Roschdy Zem, y el augusto Beno?t Poelvoorde.

Los frutos del atrevimiento de Beauvois, el autor de la magn¨ªfica De dioses y hombres, son dispares, con el manejo del tempo como principal socav¨®n y la memorable interpretaci¨®n de sus protagonistas como gran virtud. Sin embargo, al igual que la acci¨®n de sus personajes reales, la pel¨ªcula tiene tanta valent¨ªa, tanta dignidad, y hasta honorabilidad, que resulta imposible criticarla con severidad.