L¨®pez Sim¨®n, h¨¦roe de Madrid
El diestro tuvo un mano a mano con Diego Urdiales, durante la Feria de Oto?o en Las Ventas
La fiesta de los toros est¨¢ necesitada de h¨¦roes, y el joven L¨®pez Sim¨®n es un serio aspirante a ocupar ese trono en el coraz¨®n de los aficionados. Posee un valor que asusta, invade el terreno del toro, arrebata y emociona a los tendidos, maneja el drama con soltura, y teatraliza, tambi¨¦n, cuando las circunstancias lo aconsejan; transmite con facilidad porque su forma de estar, ser y torear est¨¢ basada en la verdad, y, cuando un torero demuestra valor y se coloca en el sitio que cogen los toros, resplandece a la velocidad de la luz.
EL PUERTO / URDIALES, L?PEZ SIM?N (MANO A MANO)
Toros de El Puerto de San Lorenzo, ¡ªel cuarto, devuelto¡ª desigualmente presentados, mansos, blandos, descastados y sin clase; sobrero, de Valdefresno, correcto de presentaci¨®n, manso y descastado.
Diego Urdiales: dos pinchazos y media (silencio); estocada (ovaci¨®n); estocada (silencio).
L¨®pez Sim¨®n: pinchazo y estocada (oreja); estocada ca¨ªda en la suerte de recibir (oreja); dos pinchazos y dos descabellos (silencio). Sali¨® a hombros por la puerta grande. Result¨® herido por el primer toro en la cara posterior del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia arriba de 12 cent¨ªmetros que alcanza el pubis. Pron¨®stico reservado.
Plaza de las Ventas. Segunda corrida de la Feria de Oto?o. 2 de octubre. Casi lleno.
Sufri¨® una herida en la cara interna del muslo izquierdo durante la faena a su primero, lo que a?adi¨® dramatismo a su labor; renqueante se march¨® a la enfermer¨ªa, de la que sali¨® segundos despu¨¦s para mostrar la oreja. No permiti¨® que lo operaran, y con un vendaje apareci¨® en el ruedo a la muerte del cuarto. No esper¨® a que su compa?ero recibiera el veredicto del p¨²blico y en lugar de enfilar el callej¨®n, recorri¨® el di¨¢metro de la plaza para recibir la ovaci¨®n del p¨²blico. Antes de que saliera su segundo toro, se escuch¨® una ovaci¨®n y no tuvo empacho en llegar hasta el tercio para saludar a la afici¨®n. Al final, sali¨® a hombros y antes de que llegara a la calle Alcal¨¢ volvi¨® a la enfermer¨ªa para ponerse en manos de los m¨¦dicos.
Grandeza de L¨®pez Sim¨®n en otra tarde heroica de un torero llamado a ser grande; le falta madurez art¨ªstica y tambi¨¦n humana, pero todo se andar¨¢. De momento, lleva tres puertas grandes de Madrid en el presente a?o, lo que significa que hay torero grande.
Todo comenz¨® con unas mayest¨¢ticas ver¨®nicas de Diego Urdiales al primero de la tarde, pero la ilusi¨®n pronto se desvaneci¨® ante las negativas condiciones del animal gazap¨®n, distra¨ªdo y de corto recorrido, con el que todos los intentos fueron vanos. Trag¨® quina el torero ante el segundo, complicad¨ªsimo, y comenz¨® con tres derechazos de categor¨ªa, corroborados con la aprobaci¨®n emocionada de Curro Romero, que ocupaba un tendido del 10 en compa?¨ªa de Espartaco. Desparram¨® torer¨ªa, se coloc¨® de verdad, se cruz¨® al pit¨®n contrario y soport¨® ga?afones que buscaban la carne. Y nada pudo hacer ante el ¨²ltimo, otro buey de carretas, descastado como todos, sin codicia ni bravura. No perdi¨® Urdiales un ¨¢pice de su cr¨¦dito, y qued¨®, no obstante, la torer¨ªa de un cl¨¢sico que no tuvo toros para su profunda concepci¨®n art¨ªstica.
Mientras el torero riojano contra los elementos, L¨®pez Sim¨®n esperaba en la puerta de la enfermer¨ªa, con la pierna vendada, para redondear su actuaci¨®n. Lo hab¨ªa cogido su primero al inicio de un pase de pecho, obligado el toro para embestir a pesar de sus nulas condiciones para el toreo. Valent¨ªsimo en todo momento, L¨®pez Sim¨®n concit¨® la atenci¨®n de la gente, tension¨® el ambiente y se gan¨® el primer trofeo.
Lo mejor llegar¨ªa ante el quinto ¡ªse hab¨ªa corrido el turno para que fuera atendido¡ª, otro toro de la misma mala cala?a de sus hermanos. Mermado de facultades, con la cara p¨¢lida, incapacitado para el movimiento, L¨®pez Sim¨®n se qued¨® quieto, se meti¨® entre los pitones y dibuj¨® dos extraordinarias tandas de muletazos con la mano derecha que levantaron los ¨¢nimos, ya de por s¨ª entusiasmados. Se raj¨® el animal, huy¨® despavorido del torero, quien lo busc¨® en la puerta de toriles, donde intent¨® sin ¨¦xito el toreo al natural. All¨ª lo cit¨® en la suerte de recibir y consigui¨® una estocada ca¨ªda de efecto fulminante.
Sali¨® el sexto, el m¨¢s bonito y bien hecho de la corrida; se astill¨® el pit¨®n derecho contra un burladero, lo intent¨® el torero con el capote, que no es su fuerte, y lo banderille¨® primorosamente Vicente Osuna. Mientras L¨®pez Sim¨®n montaba la muleta con la intenci¨®n de redondear una tarde triunfal, el toro se parti¨® una mano y todo se ensombreci¨®.
Se lo llevaron a hombros con todo merecimiento, y volvi¨®, como un h¨¦roe, lo que es, a la enfermer¨ªa para ser operado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.