?Mafioso al servicio del FBI o viceversa?
Lehr y O¡¯Neill reconstruyen la relaci¨®n de Whitey Bulger con el crimen y la polic¨ªa de EE?UU al mismo tiempo. El libro tiene rigor y apabullante documentaci¨®n hist¨®rica
Miss Islandia acab¨® en 2011 con la impunidad y la inmunidad de Whitey Bulger, boss mafioso, irland¨¦s y hegem¨®nico de Boston entre cuyos servicios impresion¨® y desconcert¨® su papel de confidente del FBI. Lo reclut¨® el ¡°Bureau¡± para desmantelar la Cosa Nostra, pero la relaci¨®n engendr¨® un problema m¨¢s grave que la soluci¨®n, hasta el extremo de que el agente m¨¢s corrupto de la historia del FBI, John Connolly, convirti¨® la amistad con Bulger en la coartada de una campa?a criminal indiferenciada.
No estaba claro qui¨¦n trabajaba para qui¨¦n. Si Bulger lo hac¨ªa para el FBI o si Connolly lo hac¨ªa para la mafia bostoniana. Amontonaron cad¨¢veres y coca¨ªna. Ejecutaron a las bandas rivales. Y obtuvieron incluso una ins¨®lita protecci¨®n pol¨ªtica, precisamente porque el hermano de Withey Bulger, Billy, medraba como el congresista m¨¢s reputado de Massachusetts. Una contrafigura perfecta del mal. Un dioscuro noble.
Miss Islandia termin¨® con la farsa. Y no por un prosaico asunto de faldas. Era ella una mujer jubilada en Santa M¨®nica (California). Coincid¨ªa con la pareja de Bulger paseando al perro. Y fue capaz de identificar al gran capo cuando la CNN insisti¨® en una campa?a que exhib¨ªa en horarios de m¨¢xima audiencia los rostros m¨¢s peligrosos del sistema.
Ten¨ªan m¨¦ritos las habilidades fisonomistas de la miss porque Bulger era un anciano ¡°irreconocible¡± de 81 a?os. Lo detuvieron despu¨¦s de haberlo perseguido durante una d¨¦cada, pero a tiempo de humillarlo y de escarmentarlo delante de sus pistoleros. Hab¨ªa sido un traidor. Hab¨ªa cometido la mutaci¨®n o degeneraci¨®n m¨¢s abominable: el delator, como el t¨ªtulo de aquella pel¨ªcula de John Ford que los irlandeses convirtieron en pedagog¨ªa fundacional contra la tentaci¨®n de ofrecerse al enemigo.
Es la historia de Black Mass, un libro de investigaci¨®n period¨ªstica parido en la redacci¨®n del Boston Globe cuya actualidad se explica porque acaba de traducirse en Espa?a con maneras de best seller ¡ªStella Maris¡ª al hilo del estreno (23 de octubre) de la versi¨®n cinematogr¨¢fica.
La protagonizan Johnny Depp, Benedict Cumberbatch y Kevin Bacon; se acaba de presentar en la Mostra de Venecia y redunda incluso en la fecundidad en celuloide del ¡°mito Bulger¡±. Se ocup¨® de ¨¦l Scorsese cuando rod¨® Infiltrados, aunque reviste mayor inter¨¦s informativo un documental que exhuma la investigaci¨®n period¨ªstica de Dick O¡¯Neill y Gerard Lehr (United States of America vs. James J. Bulger).
Ambos necesitaron tambi¨¦n un delator para reconstruirla. Obtuvieron la confesi¨®n casi voluntaria o temeraria de John Morris, un colega de Connolly en los despachos del FBI que decidi¨® desquitarse de la s¨®rdida tela de ara?a de la corrupci¨®n cuando ya hab¨ªa formado parte de ella.
Era el mayor esc¨¢ndalo en la historia de la agencia federal. Proliferaron las tentativas de encubrirla incluso institucionalmente, pero el celo de los periodistas, la mediaci¨®n del Departamento de Justicia y la cooperaci¨®n de la DEA neutralizaron la sofisticada y perfecta tramoya criminal.
Perfecta porque Connolly encubr¨ªa a Bulger a cambio de colocarle en suerte las vacas sagradas de la mafia italiana. Un acuerdo beneficioso para ambos que recreaba su pacto de sangre infantil en los suburbios de Boston y que termin¨® descontrol¨¢ndose por haberse exagerado hasta el disparate la confianza en la inmunidad.
Bulger la ten¨ªa garantizada entre los suyos porque hab¨ªa expiado de joven nueve a?os en Alcatraz. No exist¨ªa mejor ni mayor criterio de reputaci¨®n entre sus hermanos irlandeses. Ni hab¨ªa otra alternativa de prosperidad en el barrio que empu?ar un bate o agarrar una metralleta.
O el b¨¦isbol o la mafia, una disyuntiva que Bulger deriv¨® a su ej¨¦rcito de matones por su carisma de bandido bueno y por su casi m¨ªstica inviolabilidad. Escond¨ªa la trampa a sus pistoleros. Y se la ocultaba a la justicia con la tutela del FBI, comprometiendo los cimientos del Estado.
Cuentan los detalles O¡¯Neill y Lehr en un libro de apabullante y exhaustiva documentaci¨®n. No con la tensi¨®n literaria de Gay Talese, pero s¨ª desde un rigor y una elaboraci¨®n que subordina la forma al fondo, recreando incluso los pormenores de una ceremonia de iniciaci¨®n de la mafia italiana cuya credibilidad proviene del material original de las grabaciones.
Miss Islandia acab¨® con Withey Bulger. Un desenlace grotesco para una leyenda del crimen que eludi¨® ponerse de pie cuando el fiscal hizo inventario de los delitos. Tan presumibles como la extorsi¨®n, el crimen organizado, el tr¨¢fico de drogas. Y tan expl¨ªcitos como 11 homicidios a sangre fr¨ªa.
Black Mass. Dick Lehr y Gerard O¡¯Neill. Traducci¨®n de Ver¨®nica Canales y Carol Hoffman. Stella Maris. Barcelona, 2015. 551 p¨¢ginas. 21 euros
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