Literatura, pol¨ªtica y periodismo
Desde 1901, la Academia Sueca de Letras otorga el m¨¢s prestigioso de los premios literarios a un autor que, a su juicio, haya producido ¡°en el campo literario la obra m¨¢s destacada en pos de un ideal¡±, seg¨²n reza el testamento de Alfred Nobel. Esas cinco palabras finales han producido un sin fin de controversias. Proust, Kafka, Borges, para nombrar a tres incontestables genios literarios del siglo XX, no obtuvieron el premio. Sully Prudhomme, Grazia Deledda y Winston Churchill, s¨ª. Si acaso el sentido que debemos dar a las palabras finales de Nobel es el de una obra literaria que propone o defiende un ideal social en pos de un mundo pol¨ªticamente mejor, los ¨²ltimos tres nombres pueden quiz¨¢s defenderse, y los primeros tres no, o no tan f¨¢cilmente. Pero si el ideal es art¨ªstico, si por esas palabras debemos entender una obra que alcance un grado superlativo de perfecci¨®n literaria, entonces la justificaci¨®n debe ser invertida y no cabe duda que Franz Kafka hubiese sido m¨¢s merecedor del premio que Jacinto Benavente, quien lo obtuvo en 1922, dos a?os antes de la muerte del autor de La Metamorfosis.
Si nos atenemos al sentido art¨ªstico, hay hoy escritores que a mi parecer merecer¨ªan recibir el premio Nobel de literatura: Cees Nooteboom, Ismail Kadar?, Ian McEwan, Margaret Atwood, entre ellos. Pero el premio otorgado este a?o a Svetlana Alexi¨¦vich es por cierto muy merecido si aceptamos el primer sentido. Todo dictador necesita una voz que lo denuncie, y frente a Vladimir Putin, quien se considera quiz¨¢s a justo t¨ªtulo el Napole¨®n de este miserable siglo, entre las varias valientes voces que no le permiten cometer sus atrocidades en silencio, la de Alexi¨¦vich es una de las m¨¢s pertinentes, agudas y audaces. Las infamias competidas por el incompetente gobierno ruso anterior y posterior a Putin en Chern¨®bil son denunciadas en Voces de Chern¨®bil (el ¨²nico de sus libros traducido al castellano); las cr¨®nicas de la infernal guerra del ej¨¦rcito ruso en Afganist¨¢n componen su libro Muchachos de zinc; la pol¨ªtica de Putin y sus tr¨¢gicas consecuencias son reveladas en El fin del hombre rojo, un ensayo esencial para entender la Rusia de hoy.
Svetlana Alexi¨¦vich es la primera periodista juzgada merecedora del premio y, tal como en 2013 la Academia sueca decidi¨®, con inteligencia, premiar a la escritora canadiense Alice Munro, autora exclusivamente de relatos cortos, reconociendo as¨ª la nobleza del menospreciado g¨¦nero, ahora la Academia otorga al periodismo literario, otro g¨¦nero poco valorado, su sill¨®n en el Parnaso. A partir del premio concedido a Alexi¨¦vich, los periodistas literarios pueden ufanarse de un linaje prestigioso: sus antepasados son Herodoto y Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, Truman Capote y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Como ellos, Alexi¨¦vich ha logrado crear una obra convincente e informativa, pero en un estilo que le es propio, a la vez sobrio e indignado, de una complejidad delicada y sutil con la que denuncia implacablemente los horrores m¨¢s intolerables y atroces. Los libros de Svetlana Alexi¨¦vich dan voz a quienes han sido condenados al silencio: las v¨ªctimas pertenecientes a comunidades minoritarias, los soldados obligados a combatir en campa?as injustas e imposibles, los muertos.
Esperemos que en a?os futuros la Academia sueca (digo esto sin intento ir¨®nico) premie tambi¨¦n los aut¨¦nticos valores de g¨¦neros literarios a¨²n desatendidos como el c¨®mic y la novela gr¨¢fica. En cuanto se refiere al galard¨®n de este a?o, si el reconocimiento del coraje de quienes nos cuentan, con admirable estilo literario, lo que ocurre en las tinieblas de la pol¨ªtica fuera el ¨²nico m¨¦rito del premio concedido por la Academia sueca este a?o, eso ya ser¨ªa suficiente para justificarlo.
Babelia
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