¡°En el ejercicio de la memoria no debe imperar la nostalgia¡±
Gregorio Mara?¨®n publica 'Memorias del Cigarral', sobre el ambiente cultural de la finca
Gregorio Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis, nieto del m¨¦dico y humanista Gregorio Mara?¨®n, ha abordado la tarea de describir por dentro, en su historia y en su significado, El Cigarral de Menores de Toledo, donde pas¨® su abuelo los a?os m¨¢s fecundos de su vida. El libro, Memorias del Cigarral (1552-2015), ha sido publicado por Taurus y se puso a la venta este jueves. Aqu¨ª explica el nieto, acad¨¦mico de Bellas Artes y presidente del patronato del Teatro Real, una faceta fundamental de su abuelo, su pasi¨®n por el entendimiento entre espa?oles.
Pregunta. ?C¨®mo sobrevivi¨® el Cigarral despu¨¦s de Mara?¨®n?
Respuesta. Como escribo en el libro, a su muerte, el Cigarral atraves¨® un periodo de diecisiete a?os de relativo abandono al desaparecer la persona que con su presencia lo llenaba de vida. Tambi¨¦n hab¨ªa empezado el largo invierno de mi abuela, con su existencia rota por esa muerte que no le dej¨®, hasta el final, ning¨²n resquicio al olvido ni al consuelo. Apart¨® de su rutina una casa que le evocaba la plenitud de su felicidad perdida. Durante ese tiempo yo ven¨ªa para preparar los ex¨¢menes, en compa?¨ªa de amigos como Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, Carlos Miranda y Pedro Gamero, y despu¨¦s de casarme, con mi familia. Y es que la casa, que hab¨ªa perdido en parte su alma, se conservaba en orden.
P. ?Qu¨¦ supone para usted?
R. El para¨ªso de mi ni?ez perdida, y el retiro donde hoy gozamos en paz de nuestra felicidad.
P. Dec¨ªa Cela que era un lugar ¡°para descansar trabajando¡±. ?Qu¨¦ significaba el trabajo para Mara?¨®n?
R. Mara?¨®n sol¨ªa decir que cuando se cumpl¨ªa con un deber ten¨ªamos que inventarnos otro. El trabajo era para ¨¦l un ejercicio permanente en el cumplimiento de sus responsabilidades y de su vocaci¨®n m¨¦dica. En el Cigarral sucede que la sensaci¨®n de paz es tan grande que se trabaja de distinta manera, como si al tiempo descans¨¢ramos.
P. El Cigarral fue capital pol¨ªtica de momentos delicados. ?Fue esa intervenci¨®n en la mediaci¨®n rasgo de su abuelo?
R. La ambivalencia del car¨¢cter liberal permite comprender y simpatizar con la parte de raz¨®n o de verdad que tienen las diferentes posiciones. Esto no le impide al liberal tener su propio alineamiento y su propio compromiso, pero lo hace sin ese sectarismo que subyace en nuestros peores conflictos. Mara?¨®n, que fue un liberal ejemplar, pudo ejercer esa labor mediadora que siempre resulta esencial para resolver todos los problemas, tambi¨¦n los pol¨ªticos.
P. Por ah¨ª pasaron personajes como Lorca, Ortega, Unamuno. ?Qu¨¦ huella dejaron en su abuelo?
R. Eran, en general, amigos, y en la amistad la huella es mutua y el enriquecimiento se comparte. Mi abuelo aportaba adem¨¢s la sombra ben¨¦fica de su prodigiosa capacidad m¨¦dica. Entre esos encuentros amistosos, en el propio relato del libro reflejo uno particularmente simp¨¢tico. En una lectura de Unamuno de su San Manuel Bueno, m¨¢rtir, Federico le pide a mi abuela entrar en la casa para hacer una supuesta llamada telef¨®nica. Pataleando no dejaba de exclamar: "?Muera Unamuno, muera Unamuno!", agotado por aquella interminable lectura. Cuando regresaron a la plazoleta Federico aguard¨® hasta el final, y entonces se arroj¨® vestido a la pila de la fuente. Aquella genial payasada aliger¨® el ¨¢nimo de todos, aunque don Miguel permaneci¨® imperturbable. Poco antes de su estreno, Lorca pas¨® otra jornada en El Cigarral. Ley¨® Bodas de sangre. De Marcelle Auclair y Carlos Morla tenemos testimonios conmovedores del momento en el que a Mara?¨®n se le saltaron las l¨¢grimas. Una foto de Federico refleja la emoci¨®n que tambi¨¦n le embarg¨® a ¨¦l.
P. Se dice que este lugar fue met¨¢fora de tolerancia. ?Alguna vez se ha sentido tentado en seguir esa tradici¨®n mediadora de su abuelo usando El Cigarral?
R. El Cigarral es un lugar misteriosamente propicio, por esa indefinible paz que transmite, para el di¨¢logo, el consenso y el alumbramiento de proyectos compartidos. En los ¨²ltimos a?os del franquismo, cuando el Cigarral a¨²n era de mi abuela, celebr¨¢bamos ah¨ª reuniones clandestinas de la oposici¨®n democr¨¢tica. Luego lo adquir¨ª a mi familia en 1977, en el inicio de la democracia, y, por supuesto, siempre que ha estado a mi alcance, adem¨¢s de defender mis ideales, he procurado tender puentes al entendimiento.
P. Usted transcribe algo que escribi¨® el ¨²ltimo presidente de la Rep¨²blica en el exilio, Fernando Valera: a Mara?¨®n lo lloraban ¡°las tres Espa?as¡±, la peregrina, la oficial y la silenciosa. ?Describe el car¨¢cter de su abuelo esa condolencia?
R. Me pareci¨® que esa cita, que descubr¨ª en un art¨ªculo publicado por Varela a la muerte de mi abuelo, reflejaba de manera inmejorable lo que fue su significaci¨®n. Representa fielmente lo que era y quiso ser Mara?¨®n en aquel periodo.
P. Ser¨ªa interesante que hubiera en Espa?a figuras as¨ª, sentidas como propias por esas tres Espa?as.
R. Afortunadamente desde la recuperaci¨®n de la democracia no podemos m¨¢s que hablar de una Espa?a, pero las figuras que concitan el respeto y la simpat¨ªa de toda la sociedad ayudan a cohesionar un pa¨ªs.
P. ?Las hay?
R. Quiz¨¢ deber¨ªamos salir a la calle con una l¨¢mpara para buscarlas.
P. ?Qu¨¦ consecuencia tiene hoy esa oscuridad?
R. M¨¢s que de oscuro describir¨ªa nuestro momento como de un progresivo apagamiento, como una p¨¦rdida de su luz original. Antes de que lleguemos a esa indeseable oscuridad, que ser¨ªa dram¨¢tica, conviene de nuevo alumbrar acuerdos y entendimientos.
P. A su juicio, ?necesitar¨ªa Espa?a ahora mediaciones parecidas a lo que hac¨ªa Mara?¨®n?
R. La pol¨ªtica espa?ola necesita recuperar con urgencia el fecundo h¨¢bito del pacto entre los principales partidos, y tambi¨¦n entre Catalu?a y el resto de Espa?a. Por supuesto, urge abordar una reforma de la Constituci¨®n desde ese consenso recuperado, para cohesionar de nuevo a la ciudadan¨ªa en torno a un proyecto pol¨ªtico compartido.
P. ?A qu¨¦ obliga la memoria cuando uno escribe del tesoro m¨¢s preciado de su abuelo, y de su abuelo mismo?
R. En el ejercicio de la memoria no debe imperar la nostalgia. La fidelidad al pasado consiste en conocerlo para comprender la ra¨ªz del presente y alumbrar un futuro mejor. Por eso mismo he llenado de nueva vida el Cigarral y lo he abierto al aire de nuestro tiempo.
P. ?Cu¨¢l es su recuerdo personal de don Gregorio?
R. Muri¨® cuando yo ten¨ªa diecisiete a?os, y pas¨¦ con ¨¦l, en el Cigarral, casi todos los fines de semana de mi vida y las vacaciones de Semana Santa y Navidad, y tambi¨¦n compartimos muchos veraneos en San Juan de Luz. Por tanto, vivimos mucho juntos. De aqu¨¦llas convivencias, y por supuesto del conocimiento de su vida y su obra, me quedan no s¨®lo recuerdos entra?ables y los gestos que coadyuvaron a mi confianza interior, sino tambi¨¦n mis mejores ejemplos.
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