Los remeros que desafiaron a Hitler
El periodista estadounidense Daniel James Brown reconstruye la ¨¦pica historia del equipo ol¨ªmpico estadounidense que en 1936 derrot¨® por un segundo a los alemanes
En la tarde del 14 de agosto de 1936, durante los Juegos Ol¨ªmpicos organizados por Hitler en los que pretend¨ªa demostrar la superioridad de los alemanes, un equipo de nueve americanos result¨® victorioso en la competici¨®n de remo, llegando a la meta en 6:25.4 minutos, seis d¨¦cimas de segundo por delante del bote italiano y exactamente un segundo antes del alem¨¢n. Las circunstancias de este evento son asombrosas, no solo por el triunfo pol¨ªtico, sino tambi¨¦n por las historias de sus protagonistas, admirablemente narradas por el periodista Daniel James Brown en la fluida y muchas veces ingeniosa traducci¨®n de Guillem Usandizaga.
Los a?os treinta fueron una d¨¦cada infame: en Europa, Hitler estaba elaborando sus estrategias de conquista y genocidio; en Estados Unidos, violentas sequ¨ªas y nefastas maniobras pol¨ªticas crearon la peor crisis econ¨®mica en la historia del pa¨ªs. El comit¨¦ ol¨ªmpico (entonces como ahora), ciego ante la barbarie nazi, se dej¨® llevar por consideraciones comerciales y otorg¨® a Alemania el honor de hospedar los Juegos. El ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, inici¨® entonces un programa de embellecimiento, quitando carteles que prohib¨ªan la entrada a jud¨ªos, deshaci¨¦ndose de pordioseros y gitanos, y censurando referencias antisemitas y prob¨¦licas en la prensa. Para crear ante los ojos del mundo lo que Brown acertadamente llama ¡°una realidad paralela¡±, Goebbels aprovech¨® el talento de la cineasta Leni Riefenstahl, cuyas colosales coreograf¨ªas ofrec¨ªan un espect¨¢culo triunfante del pueblo alem¨¢n: rubio, joven y coordinado.
J¨®venes, rubios (en su mayor parte) y coordinados (tras meses de penoso entrenamiento) eran tambi¨¦n los remeros americanos seleccionados por el sever¨ªsimo entrenador de la Universidad de Washington Al Ulbrikson, cuyo porte ¡°comunicaba un mensaje sencillo: que era el jefe y que no estaba para tonter¨ªas¡±. La mayor parte de los muchachos eran nativos de la Costa Oeste, de Seattle, mientras que los equipos m¨¢s prestigiosos eran de California o de las universidades de Princeton, Yale y Harvard, en la Costa Este.
Brown narra dos historias paralelas: la de los Juegos organizados por Hitler para seducir al mundo mientras se preparaba a conquistarlo, y la de Estados Unidos en medio de la Depresi¨®n. Brown describe las masacres llevadas a cabo por nazis, las leyes infames, las trasgresiones militares, pero tambi¨¦n los prejuicios raciales de los americanos (no hay remeros negros o latinos) y las barreras de clase: cuando el equipo de muchachos pobres venci¨® al de los adinerados de Princeton, se les dijo que no podr¨ªan ser elegidos a menos que se costeasen el viaje a Europa. Fue la gente de Seattle quien recaud¨® la suma para que pudiesen competir.
Gran parte del m¨¦rito del entretenid¨ªsimo libro yace en las historias personales de los remeros: desde Don Hume, quien poco antes de la competici¨®n final enferm¨® gravemente de bronquitis y debi¨® ser llevado al bote tiritando de fiebre, hasta Joe Rantz, a quien Brown entrevista en los ¨²ltimos d¨ªas de su vida y cuya historia es la espina dorsal del libro. Despu¨¦s de la muerte de su madre, Joe es abandonado por orden de su madrastra. A partir de all¨ª, su vida est¨¢ llena de sacrificios, pero tambi¨¦n de triunfos: logra estudiar, encuentra a la compa?era perfecta, perdona a su padre y obtiene con su equipo la medalla de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos. Un escritor menos h¨¢bil que Brown se hubiese dejado tentar por un estilo sentimental y moralizante. ?l logra que esta cr¨®nica con final feliz tenga tambi¨¦n sus conmovedores lados de sombra.
?Hay algo en la naturaleza humana que, para vencer, responde eficazmente al sacrificio del individuo en favor del grupo? Hitler logr¨® que sus tropas conquistaran Europa gracias a un sistema implacable y a una obediencia ciega al Reich; Ulbrikson logr¨® que sus muchachos vencieran gracias a una ciega obediencia y a un implacable sistema de ¡°uno para todos¡±. En nuestra ¨¦poca de populismo y demagogia, ?deben inquietarnos tales certezas?
Remando como un solo hombre. Daniel James Brown. Traducci¨®n de Guillem Usandizaga. N¨®rdica. Madrid, 2015. 464 p¨¢ginas. 19,95 euros
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