Escritores locuaces, editores lac¨®nicos
Para un autor solo hay algo casi tan malo como no tener editorial: tener demasiadas
Para un escritor solo hay algo casi tan malo como no tener un editor: tener demasiados. Cuando un autor desperdiga sus libros por m¨¢s de dos cat¨¢logos es que algo sucede. O bien escribe tanto que no hay quien le siga el ritmo o bien sus lectores no acaban de ser bastantes como para que un sello repita con ¨¦l (tras no recuperar, muchas veces, el anticipo negociado con su agente). Entre la torre de marfil y la torre de control suele haber buena conexi¨®n pero no siempre hay pasajeros para tantos aviones. Con la excepci¨®n de C¨¦sar Aira, en espa?ol no abunda ese tipo de narrador que escribe libros como fasc¨ªculos. Tampoco el editor que quiera publicarlos. No hay por aqu¨ª una equivalente a la belga Am¨¦lie Nothomb, que, a t¨ªtulo por a?o, lleva con la lengua fuera a Albin Michel.
Todo lo dicho tiene poco que ver con la calidad literaria y mucho con las expectativas de la parte contratante de la segunda parte. Es un arcano de la edici¨®n espa?ola la cerraz¨®n de los lectores ante la impagable obra del argentino Juan Jos¨¦ Saer, que ha recalado en Rayo Verde despu¨¦s de pasar por Destino y El Aleph. La propia Am¨¦lie Nothomb y Emmanuel Carr¨¨re se instalaron en otros vecindarios antes de que Anagrama publicara todo lo que sale de su prol¨ªfica primera persona.
Autores como Patrick Modiano, Paul Auster o Jonathan Franzen probaron en varios sellos antes de tener ¨¦xito en Espa?a
En su caso la historia tiene final feliz, lo mismo que las de dos grandes ¨¦xitos como Jonathan Franzen ¨Cque salt¨® de Alfaguara a Seix Barral antes de recalar en Salamandra- o Paul Auster, que despeg¨® en J¨²car y Edhasa para luego aterrizar en Anagrama. La editorial de Jorge Herralde, de hecho, ha conseguido convertir en sedentarios a un pu?ado de n¨®madas impenitentes, casi invisibles para los lectores hasta que volvieron a las estanter¨ªas envueltos en una cubierta amarilla. Un caso paradigm¨¢tico es el de Patrick Modiano. El lac¨®nico novelista franc¨¦s tuvo plaza en los cat¨¢logos de Alfaguara, Debate y Seix Barral antes de tenerla tambi¨¦n en los de Pre-Textos, Cabaret Voltaire y, sobre todo, Anagrama, donde ¨Ceso se llama olfato- le pill¨® el premio Nobel del a?o pasado.
En Francia, mientras, Modiano no se ha movido de Gallimard, la misma casa de la que apenas se mueve otro de esos grandes nombres que no termina de arraigar entre nosotros: Annie Ernaux. Autora de obras maestras de la introspecci¨®n como El acontecimiento (Tusquets) ¨Cque narra su propio aborto cuando era la primera universitaria de una familia de obreros- o La ocupaci¨®n (Herce) ¨Cun crudo an¨¢lisis de los celos llevado al cine por Pierre Trividic, guionista de Patrice Ch¨¦reau-, la escritora normanda publica ahora en Espa?a La otra hija (KRK. Traducci¨®n de Francisca Romeral) y La mujer helada (Cabaret Voltaire. Traducci¨®n de Lydia V¨¢zquez). Tiene 75 a?os y su escritura ¨Cdirecta, sucia, seca, al¨¦rgica a los eufemismos- pone sobre el tablero todas las luchas posibles: de clases, sexos y generaciones. Si abres sus libros, sangran. Ella dice que escribe con cuchillo. Tal vez por fin encuentre sitio en las librer¨ªas. O en las ferreter¨ªas.
Babelia
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