El nuevo mundo seg¨²n Juan Larrea
La edici¨®n de unos diarios in¨¦ditos marca la fascinaci¨®n de este grande de las vanguardias por M¨¦xico. El libro es el reverso de ¡®Orbe¡¯, su dietario po¨¦tico
Entre las plagas, el Apocalipsis y la tierra de promisi¨®n, a menudo, los dioses han puesto agua de por medio. En el caso de Juan Larrea, poeta m¨ªstico y vanguardista del 27, las que nutren el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Como una luminosa revelaci¨®n afronta este genio oculto, muchas veces herm¨¦tico, recurrentemente incomprendido y plenamente solidario, la huida en exilio y su llegada a Am¨¦rica, donde morir¨ªa en C¨®rdoba (Argentina), en 1980, a los 85 a?os. Cuarenta a?os antes, hab¨ªa redactado unas cuartillas que aparecen ahora como su Diario del nuevo mundo.
Suponen el reverso a la oscuridad de otro diario po¨¦tico suyo, Orbe, unas p¨¢ginas marcadas por la derrota vital, la guerra y la aniquilaci¨®n de la cultura europea. Lo que fue un nuevo rayo de luz en su obra, hab¨ªa permanecido in¨¦dito. Hasta que ha sido pertinentemente desempolvado por el estudioso Gabriele Morelli. Ayer se present¨® como parte de los Cuadernos de Obra Fundamental, publicados por la Fundaci¨®n Banco Santander, bajo la coordinaci¨®n de Javier Exp¨®sito.
¡°Hay autores que buscaron en el exilio una perpetuaci¨®n de su lucha ideol¨®gica; otros, como Larrea, Le¨®n Felipe o Emilio Prados, lo afrontaron en medio de una exploraci¨®n interior, m¨ªstica¡±, afirma Exp¨®sito. Pero no supone esa determinaci¨®n un refugio anacoreta, sino una celebraci¨®n feliz, en muchos casos, una guarida de futuro: ¡°Un impulso regenerador, que marca su b¨²squeda hacia adelante, lleno de dinamismo¡±, a?ade Morelli, catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universidad de B¨¦rgamo.
De hecho, cuando Larrea abandona Europa, resurge de un hoyo donde hab¨ªa rendido su poes¨ªa a la crueldad de los hechos. No quer¨ªa escribir una l¨ªnea el autor de Versi¨®n celeste y Oscuro dominio. Huye de un Par¨ªs donde hab¨ªa colaborando estrechamente con Picasso. De hecho, el artista reconoce el estudio del poeta sobre el Guernica, como el mejor que se hab¨ªa llevado a cabo. Con los brazos en alto, el ¨¢nimo acuciado de desenga?os, rodeado por el nazismo, derrotado por Franco, sale de Francia en 1939.
La oscuridad se va tornando luminosa cuando descubre la profec¨ªa del nuevo mundo. Cada an¨¦cdota cotidiana se convierte en una revelaci¨®n. No bebe casualidades sin confrontarlas con cualquier s¨ªmbolo. Sus pulsiones surrealistas, la herencia vanguardista, el espejo ultra¨ªsta, las ense?anzas que acogi¨® de un gu¨ªa como Vicente Huidobro, a quien conoci¨® en 1921, su conocimiento exhaustivo de la Biblia, convierten su visi¨®n del universo en un revulsivo trascendente. ¡°Perder un reloj, la aparici¨®n de una paloma, pasaban de ser actos superfluos a se?ales cargadas de significado¡±, comenta el experto italiano.
Pero no fue un portazo lo que dio Larrea al pasado que dejaba atr¨¢s. Mucho menos a quienes le acompa?aron en el exilio. Una beca de la Fundaci¨®n Guggenheim alivi¨® muchas de sus penalidades. Sobre todo cuando algunas ¡ªcomo el hecho de que le abandonara su mujer y regresara con su hija a Francia¡ª ya no ten¨ªan remedio. Siempre se mostraba abierto a la gracia oculta que a veces encierran los hechos consumados. ¡°De hecho, pese al sufrimiento personal, este es un libro de exaltaci¨®n del amor¡±, comentan tanto Exp¨®sito como Morelli.
Vida en Am¨¦rica
Durante d¨¦cadas dirigi¨® Espa?a peregrina en M¨¦xico. Tambi¨¦n se integr¨® en Cuadernos Americanos y la Junta Cultural Espa?ola, para ahondar los lazos de los derrotados fuera de Espa?a. Prob¨® a poner en marcha un gui¨®n junto a Bu?uel, para una pel¨ªcula que se iba a titular Ilegible, hijo de flauta, plenamente surrealista, que no sali¨®. Se herman¨® con C¨¦sar Vallejo y Le¨®n Felipe, junto a quien fue ensayando el germen de un ahora m¨¢s que vigente panhispanismo.
El Diario hallado por Morelli en su archivo, que hoy reposa en su mayor¨ªa en la Residencia de Estudiantes, tiene 173 hojas manuscritas por Larrea. Cubre su estancia en M¨¦xico y analiza cuestiones cruciales sobre aquel presente, entre 1940 y 1947,?y asuntos universales, como el final de la Segunda Guerra Mundial. Franklin D. Roosevelt era un profeta b¨ªblico, riguroso gu¨ªa, de quien Larrea lamenta que no pudiera ser testigo de su paso al otro lado del Jord¨¢n: ¡°Ha muerto como Mois¨¦s, frente a la tierra prometida sin que le haya sido dado gustarla¡±.
A Larrea s¨ª. Y all¨¢ se qued¨®, sin querer volver a Espa?a, salvo de visita. Muri¨® en Argentina, tras ese regenerador paso por M¨¦xico, como muestra este in¨¦dito y revelador Diario del nuevo mundo, como una aut¨¦ntica resurrecci¨®n.
Babelia
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