Heidegger, el pensador desilusionado
La publicaci¨®n de sus 'Cuadernos negros' confirm¨® su entusiasmo por el nazismo. El primero llega ahora a Espa?a con un gran contenido filos¨®fico
Los cuatro tomos pertenecientes a la serie de los Cuadernos negros de Martin Heidegger (1889-1976), publicados entre 2013 y 2015 en Alemania, causaron revuelo a escala mundial porque reafirma la idea de que el c¨¦lebre fil¨®sofo alem¨¢n se entusiasm¨® con el nazismo y manifest¨® ciertos rasgos antisemitas. En Espa?a aparece ahora el primero de estos vol¨²menes, un dietario filos¨®fico que contiene cientos de pensamientos de diversa extensi¨®n escritos entre 1931 y 1938. Aunque buena parte de ellos son de materia filos¨®fica, otros muchos aluden a la circunstancia pol¨ªtica alemana: el triunfo del nacionalsocialismo, que Heidegger aclam¨®; ¨¦l mismo, en 1933, fue rector de la Universidad de Friburgo luciendo bigote hitleriano y esv¨¢stica en la solapa; pocos parec¨ªan entonces tan nazis.
A tenor del revuelo medi¨¢tico de estos Cuadernos negros, cabr¨ªa pensarse que en sus p¨¢ginas se vierten loas a Hitler e insultos a los jud¨ªos; en absoluto, las notas del pensador no son tan expl¨ªcitas, sino m¨¢s sutiles. En este primer tomo s¨®lo muestra una adhesi¨®n inicial a los nazis; despu¨¦s, bastante desprecio por la situaci¨®n ¡°espiritual¡± de Alemania. Y no dice una palabra sobre los jud¨ªos.
En general, Heidegger aparece en sus notas como un entusiasta de la ¡°Filosof¨ªa¡±, que ¨¦l ve¨ªa opuesta a la ciencia (¡°la ciencia no piensa¡±, escribi¨®); alguien que entendi¨® el filosofar como un saber de preguntas radicales y osadas m¨¢s que de respuestas: ¡°Todo preguntar un goce, toda respuesta una merma¡±, sentenci¨®. Era el gran profesor que deslumbraba a sus alumnos (y alumnas, recordemos a su joven amante Hannah Arendt) con su pregunta esencial: ¡°?Qu¨¦ es ser?¡± o ¡°?Por qu¨¦ hay ente y no m¨¢s bien nada?¡±; en definitiva, el ¡°mago¡± que desmontaba palabras cotidianas para decir lo indecible. En efecto, vemos aqu¨ª al pensador sui generis, el mismo que, como ser humano, cometi¨® un grave error de bulto con los nazis, puesto que con su llegada crey¨® ventear un cambio para mejor en Alemania, una verdadera ¡°revoluci¨®n¡± del esp¨ªritu que jam¨¢s acaeci¨® como ¨¦l esperaba. Crey¨® que el tir¨®n unificador de Hitler inspirar¨ªa a los alemanes para buscar la verdad y el ser, como un ¡°gran principio¡± salud¨® la llegada de los nazis; esperaba que la filosof¨ªa saldr¨ªa beneficiada, volver¨ªa a dominar sobre la vida comunitaria germana tal como lo hizo en la (idealizada) antigua Grecia; y los fil¨®sofos, que suelen ser hombres solitarios (y Hei?degger lo era en extremo), saldr¨ªan de su aislamiento y, dejando aparte a su ¡°peque?o yo¡±, marchar¨ªan juntos con los dem¨¢s hombres.
Poco antes de 1933, exultante de esperanza, anot¨® en estos cuadernos pensamientos tales como ¡°Todo lo grande se tambalea y vacila, est¨¢ en la tormenta, lo bello es arduo¡± ¡ªapuntando a la revoluci¨®n nacionalsocialista¡ª; o tambi¨¦n: ¡°Creciente endurecimiento en el ataque. Ninguna evasi¨®n, ning¨²n agotamiento, siempre ataque. ?No tener poderes plenos sino ser el poder!¡±.
Su grado de fanatismo nacionalsocialista fue grande. Karl Jaspers, que cal¨® el peligro que se avecinaba, le pregunt¨® si cre¨ªa que Alemania podr¨ªa ser gobernada por un hombre de tan escasa formaci¨®n como Hitler; su respuesta: ¡°?La formaci¨®n es indiferente, f¨ªjense s¨®lo en sus hermosas manos!¡±. Tama?o af¨¢n filonazi de Heidegger se esfum¨® en cuanto vio que eran otros ¡°fil¨®sofos¡± los que tomaban las riendas de la universidad: Rosenberg, B?umler o Krieck, ide¨®logos de la peor cala?a, nada ingenuos.
Un a?o dif¨ªcil de rectorado, los cambios del nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico y la propaganda (¡°El reverso de una difamaci¨®n que no est¨¢ segura de s¨ª misma¡±, anota) bastaron para que sus esperanzas se truncaran. Poco a poco comprendi¨® que las proclamas populistas de los nuevos amos nada ten¨ªan que ver con el gran pensamiento y tanto menos con la ¡°cultura¡± que dec¨ªan fomentar en ¡°el pueblo¡±. Heideg?ger, como Plat¨®n con el tirano de Siracusa, cre¨ªa en un Gobierno ideal de los mejores en el cual ¨¦l pudiera intervenir de alg¨²n modo con sus ideas, y estos apuntes proclaman la desilusi¨®n que se llev¨® cuando no pudo hacerlo. Por eso termin¨® por despreciar la ¡°vulgaridad¡± de aquel movimiento hitleriano, de tendencias hasta ¡°bolcheviques¡±, seg¨²n sus palabras.
De ah¨ª su notorio enfado con el mundo universitario; denunciaba que en ¨¦l se hab¨ªa impuesto la ¡°mediocridad¡±, el ¡°olvido del verdadero saber¡±; la universidad ¡°nacional-socializada¡± era una mera ¡°escuela t¨¦cnica¡± donde se predicaba ¡°el m¨¢s craso materialismo en forma de biologicismo¡±. La filosof¨ªa ¡ª¡°la sabidur¨ªa in¨²til, pero la m¨¢s noble¡±, seg¨²n Heidegger¡ª yac¨ªa muerta, sustituida por la ¡°ciencia pol¨ªtica¡± para las masas ruidosas y sus jefezuelos petulantes.
La desilusi¨®n de Heidegger se observa asimismo en las entradas filos¨®ficas. La fabulosa traducci¨®n de este primer tomo hace lo que puede por desentra?ar el esoterismo de algunas de ellas, duras de entender porque el fil¨®sofo ensayaba entonces nuevas formas de preguntar por el ser. Invocaba adem¨¢s la venida de ¡°nuevos dioses¡± que salvasen al mundo del nihilismo y la ¡°t¨¦cnica¡±, unos dioses que no trajeron los nazis y que requer¨ªan de un nuevo lenguaje.
Cuadernos negros I (1931-1938) Reflexiones II-IV. Martin Heidegger. Edici¨®n de Peter Trawny. Traducci¨®n de Alberto Ciria. Trotta. Madrid, 2015. 420 p¨¢ginas. 25 euros
¡°La ¡®pol¨ªtica cultural¡¯ es el ¨²ltimo tapujo de la barbarie¡±
Algunas anotaciones de Martin Heidegger extra¨ªdas del primer volumen de Cuadernos negros:
-¡°La gran experiencia y el gran motivo de dicha es que el F¨¹hrer ha despertado una nueva realidad que da a nuestro pensamiento el cauce y la fuerza de choque correctos¡±.
-"El final del rectorado. 28 de abril de 1934. He puesto mi cargo a disposici¨®n, porque ya no me era posible asumir la responsabilidad. ?Viva la mediocridad y el ruido!"
-¡°En una ¨¦poca en la que al boxeador se le considera el gran hombre, honr¨¢ndosele con los honores habituales, en la que la hombr¨ªa puramente corporal en toda su brutalidad se considera hero¨ªsmo, en la que el paroxismo de las masas se lo hace pasar por comunidad, y a esta por el fundamento de todo¡ ?qu¨¦ espacio queda entonces para la ¡®metaf¨ªsica¡¯?¡±
-¡°Maestros de escuela embrutecidos, t¨¦cnicos sin puesto y peque?os burgueses trasladados como los custodios del ¡®pueblo¡¯, como aquellos que ha de asentar los criterios¡±.
-¡°El ¡®mundo¡¯ est¨¢ desquiciado. Ha dejado de ser un mundo, o dici¨¦ndolo m¨¢s verazmente: jam¨¢s fue un mundo. Todav¨ªa estamos en su preparaci¨®n¡±.
-"Todo gran pensador piensa un solo pensamiento. Este pensamiento siempre es ¨²nico: el pensamiento del ser".
-¡°Nuestro orgullo y nuestra nobleza: llevar el preguntar a lo m¨¢s ¨ªntimo y extremo¡±.
-¡°Empezar con lo peque?o d¨¢ndole vueltas a lo grande¡±.
-¡°?Por qu¨¦ tengo dos ¡®g¡¯ en mi apellido? ?Para qu¨¦, si no es para darme cuenta de lo que constantemente importa? ¡®Bondad¡¯ [G¨¹te] (no compasi¨®n) y ¡®Paciencia¡¯ [Geduld] (es decir, voluntad suprema)¡±.
-¡°La filosof¨ªa es el saber sin provecho, pero se?orial¡±.
-¡°La ¡®pol¨ªtica cultural¡¯ es el ¨²ltimo tapujo de la barbarie¡±.
-"?Por qu¨¦ falta ahora por todas partes sobre la tierra la disposici¨®n para saber que no tenemos la verdad y que tenemos que volver a preguntar por ella?"
-¡°Ahora se ¡®hace¡¯ como si ya no hubiera nada m¨¢s que hacer por ¡®la verdad¡¯¡±.
-¡°Permaneceremos en el frente invisible de la Alemania espiritual secreta¡±.
-"Orgullo: es la resoluci¨®n madura de mantenerse en ese rango esencial propio que surge de la tarea de garantizar la seguridad de no volver a confundirse a s¨ª mismo con otro".
El cambio pol¨ªtico en la era digital
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