La emoci¨®n en llamas
Si el izquierdismo es la enfermedad infantil del comunismo (Lenin), el romanticismo es la enfermedad senil del raciocinio. No hay m¨¢s que echar un vistazo a nuestra ¨¦poca: segunda versi¨®n, cien a?os despu¨¦s, de "lo rom¨¢ntico". Loco amor a la diferencia nacional (o del yo) y con ella, el culto superlativo a los sentimientos, como z¨®calos o muros decisivos.
As¨ª, con varias semejanzas resucitadas, las emociones desaf¨ªan a la raz¨®n, los himnos a la cordura y los emoticonos al lenguaje adulto. El universo de las redes sociales refleja bien el imponente dominio del sentimentalismo y sus m¨²ltiples vicisitudes, vicios, virtudes o simples quincallas del yo. Amarse en la red se tiene por una falacia pero justamente esta ligereza le permite la propagaci¨®n de los incontables "amigos" supuestos y los infinitos "me gusta" sin raz¨®n cabal.
O, en suma, nuestra cultura es ahora eminentemente emotiva. Se manifiesta en la publicidad (motion-emotion) o la explotan los l¨ªderes sin gramos de ideolog¨ªa y kilos de gestualidad. El romanticismo pict¨®rico del siglo XIX deriv¨® al fin en un meloso simbolismo y en un p¨¢lido prerrafaelismo, pero incluso una de sus corrientes se llam¨®, a las claras, "decadentismo".
No hay mejor caldo para animar el pasado deca¨ªdo que la melancol¨ªa convertida en una forma de infusi¨®n triste y ut¨®pica. De ah¨ª que a esta ¨¦poca ebria y convulsa se la tenga por lo peor: la crisis, las migraciones, la corrupci¨®n, la injusticia, las desigualdades, el falso c¨¢ncer del chorizo y el salchich¨®n. Ni la prosperidad de la mejor ciencia puede con todo esto porque la ciencia es de raz¨®n y lo dem¨¢s es de coraz¨®n. Nuestro tiempo se halla tan desprestigiado que quien desea librarse de ¨¦l corre ocasionalmente hacia atr¨¢s porque ?qui¨¦n podr¨ªa augurar que, visto lo visto, no empeore el futuro? ?No se comprende pues a los independentistas catalanes? Claro que s¨ª. Ellos son los hijos naturales del "decadentismo", los amantes de los dibujos animados, los representantes del temor a un porvenir complejo y multicultural.
En la literatura, en los programas de la tele, en las series y novelas hist¨®ricas, en la reciente moda del vermut o en el miedo a la integraci¨®n va reinando la cultura de la nostalgia y la peregrinaci¨®n hacia el ¨²tero magnificado.
En casi todas partes, en Turqu¨ªa, en Francia, en Estados Unidos o en Rusia, cunde una derecha que huye, por un lado, del malvado izquierdismo (enfermedad infantil del comunismo) y, por otra del racionalismo ilustrado, promotor de la universalidad e igualdad entre todos los seres humanos (animales incluidos tambi¨¦n).
Abroquelarse, sollozar, victimizarse, enarbolar banderas. He aqu¨ª el aspecto m¨¢s perverso de estos a?os rom¨¢nticos. El panorama es tan propicio a la incertidumbre que el miedo empuja a los m¨¢s ignorantes y enardecidos a quemarse en una ofuscada hoguera tribal. Ojal¨¢ que llueva caf¨¦.
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