¡°La narrativa de Cervantes era m¨¢s osada que la de hoy¡±
'Valor', la s¨¦ptima novela de la escritora, pone en jaque los valores en los ¨¢mbitos pol¨ªtico, religioso y econ¨®mico
Hubo un momento que, al menos en Espa?a, parec¨ªa que las cosas se pod¨ªan cambiar ¡°a base de valor y de valores como el honor, la hombr¨ªa que dec¨ªan entonces, la dignidad, el respeto, la cultura¡¡±.?Clara Us¨®n lleg¨® a esta conclusi¨®n tras creer que hab¨ªa hallado el germen de su ¨²ltima novela, historia corta sobre alguien con claroscuros: la de un pariente lejano, Luis Duch, ¡°se?orito comunista con final tr¨¢gico pero heroico que particip¨® en el glorioso fracaso¡± de la revoluci¨®n de Jaca de 1930, la que, encabezada por el joven e idealista militar Ferm¨ªn Gal¨¢n, hab¨ªa de traer la Rep¨²blica a Espa?a en 1930. ¡°Me pregunt¨¦ qu¨¦ le hab¨ªa llevado a esa entereza final ante el pelot¨®n de fusilamiento, a estar tan enamorado de sus ideales, a ser un santo laico: ?La desesperaci¨®n? ?La dignidad? ?Y qu¨¦ era eso? Y todo en un ambiente en el que girar la situaci¨®n de podredumbre de Espa?a, de descr¨¦dito institucional como el de hoy, se ve¨ªa bien posible, que es justo la sensaci¨®n contraria a la de ahora: nada se puede cambiar ante la inexorabilidad de los mercados. ?D¨®nde quedan los ideales?¡±.
En ese choque creci¨® la idea de poner en jaque el valor y los valores en el ¨¢mbito pol¨ªtico (a trav¨¦s de la historia de Gal¨¢n), en el religioso (v¨ªa el triste papel de un fan¨¢tico monje franciscano croata en el campo de concentraci¨®n de Jasenovac en la segunda guerra mundial) y en el econ¨®mico (encarnada en una directora de una sucursal de un banco que vendi¨® preferentes sin escr¨²pulos a diestro y siniestro, madre incluida). El resultado es Valor (Seix Barral), s¨¦ptima novela de Us¨®n (Barcelona, 1961) tras su celebrada La hija del Este (premios de la Cr¨ªtica y Ciutat de Barcelona entre los cinco que cosech¨®) y que, ella s¨ª cargada de valor, la ofrece adem¨¢s en un ejercicio de feliz pero alto riesgo t¨¦cnico mezclando personajes y planos de espacios y tiempos sin interrupci¨®n.
Define su pariente Duch en la novela que ¡°El h¨¦roe es el que muere por nada¡±, enunciado que parece hoy, al menos, tragic¨®mico: ¡°El ¨²nico valor absoluto imperante es el dinero; todo lo medimos por ese par¨¢metro, desde la natalidad hasta la cultura: yo misma no s¨®lo tengo la responsabilidad de escribir una buena novela sino tambi¨¦n de que venda¡±. Sin dinero, prosigue la autora, ¡°eres un paria, un marginado, por ello hay que conservar muy mucho el trabajo, que ya no basta que est¨¦ bien hecho sino que ha de genera gran valor econ¨®mico¡±. Viviendo, pues, asustados, ¡°hoy no hacemos m¨¢s que aceptar humillaciones y al entrar en el trabajo colgamos en el perchero el abrigo y los valores morales¡ Ah¨ª est¨¢ el esc¨¢ndalo de las preferentes¡±. En uno de esos juegos de planos contrapicados, las reflexiones de Gal¨¢n sobre transformar el mundo ¡°con un pu?ado de pistolas, un manojo de ideas y valor a raudales¡±, se lee, chocan, punto y seguido, con la esperanza de la hija de la exbanquera de ser guapa, rica y famosa bailando como gogo-girl.
Concursos entre los ustachas (ultranacionalistas racistas croatas) para ver qui¨¦n degollaba a m¨¢s prisioneros serbios; campos de concentraci¨®n s¨®lo para ni?os y otros donde se quemaba viva a la gente y leyes raciales contra serbios, gitanos y jud¨ªos que pon¨ªan nerviosos hasta a los nazis conforman el macabro atrezzo por el que Us¨®n hace deambular a su monje franciscano croata, testimonio del poco divulgado episodio del fantasmal Estado Independiente de Croacia, t¨ªtere de Hitler, en el que curas armados lograron as¨ª convertir en cristianos a m¨¢s de 250.000 serbios en plena segunda guerra mundial, m¨¦todos que el Papa P¨ªo XII nunca recrimin¨®. Ilustra Us¨®n as¨ª el reproblable valor del dogma, de nuevo episodio de memoria hist¨®rica reciente en Europa a la que la escritora es muy dada: ¡°Tito quiso ocultarlo cuando lleg¨® al poder y, como toda herida mal cicatrizada, supur¨® con Milosevic, que se aliment¨® de eso para la venganza serbia en la ¨²ltima guerra de los Balcanes¡±. Es la otra cara de la sangrienta violencia serbia que reflej¨® en La hija del Este y que aflora en pleno debate sobre los nacionalismos en Espa?a. ¡°Lo de Croacia es un complemento necesario, m¨¢s bien; cuando oigo hablar de salvaci¨®n religiosa y de patrias yo me pongo a correr; en cualquier caso, me gusta tocar las narices con ello¡±.
A pesar de ese planteamiento, todos los personajes de Valor tienen una vinculaci¨®n directa o indirecta con la religi¨®n o suced¨¢neos como la cristaloterapia o la magnetoterapia. ¡°Cre¨ªamos que con la educaci¨®n y la ciencia la religi¨®n desaparecer¨ªa pero tenemos una necesidad at¨¢vica, un terror al desamparo existencial, creemos y deseamos un final feliz, un sentido a la vida, nos aterra la muerte¡ y eso lo buscamos en un ser superior o en un ritual m¨¢gico porque la ciencia no lo da. Eso siempre ha estado en toda mi obra, como el suicidio como acto de supremo coraje o de desesperaci¨®n ante la muerte¡±.
Como siempre, tambi¨¦n, los personajes de la autora de Coraz¨®n de napalm dudan, por eso su valor roza en alg¨²n caso la iron¨ªa. La de Gal¨¢n, por ejemplo, es una revoluci¨®n un punto chapucera y de una ingenuidad dram¨¢tica (¡°la revoluci¨®n desfallece y tiembla de fr¨ªo y p¨¢nico en una carretera que no va a ning¨²n sitio (¡) A Gal¨¢n se le antoja que esa zanja de apenas un metro de profundidad es una sima por la que se precipitar¨¢n¡±, metaforiza Us¨®n cuando la columna del revolucionario se atasca en un triste camino de monta?a). ¡°Nunca he querido h¨¦roes de una pieza en mis novelas, s¨®lo me interesan personajes con claroscuros¡±, dice. Y lleva a colaci¨®n a uno de sus ¨ªdolos literarios, Ch¨¦jov, para contrapesar: ¡°?l no cre¨ªa en las masas, dec¨ªa que la naturaleza humana son gestos aislados, individuales, de solidaridad, altruismo y comprensi¨®n, y que una sola persona hiciera un solo gesto pod¨ªa servir para reconciliarte con el ser humano. Y a m¨ª tambi¨¦n me sirve¡±.
Esos temas y algunos que le son tanto o m¨¢s queridos, como el de la familia como g¨¦nesis del bien y del mal, de la culpa que s¨®lo puede ser, pues, heredada (¡°todos hemos nacido en una familia y venimos determinada por ella: la literatura cl¨¢sica est¨¢ llena de ellas y es un tema que comparto con coet¨¢neos como Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n¡±), lo afronta la escritora con una t¨¦cnica narrativa que se salta las convenciones del espacio y el tiempo, apoyada en un l¨¦xico rico. El lector m¨ªnimamente exigente estar¨¢ c¨®modo. ¡°Esa propuesta ya la hicieron el Faulkner de El ruido y la furia o el Vargas Llosa de Conversaciones en La Catedral. Como persona soy cobarde pero en literatura soy una fan¨¢tica y me gustan los retos: no puedo escribir igual que en la novela anterior, aunque s¨¦ del peligro de eso en la ¨¦poca de las etiquetas¡±, lanza. Y va m¨¢s all¨¢ en estos tiempos faltos de valor que tambi¨¦n salpican a la literatura: ¡°La narrativa de hoy es muy convencional, en los a?os 70 ¨¦ramos m¨¢s osados; hoy aquellas obras de Faulkner o Vargas Llosa tendr¨ªan problemas para hallar encaje y lectores; o Tiempo de silencio, de Mart¨ªn Santos¡ Somos, literariamente hablando, m¨¢s conservadores que en la ¨¦poca del Cervantes de El Quijote, que incorpora miles de historias intercaladas; hay excesiva ortodoxia literaria y son tiempos en que no se puede ser heterodoxo ni con las reglas del mercado ni con la novela; pero me da igual entrar o no en el c¨¢non¡±.
Buscaba Us¨®n, dice, evitar escenas o personajes de transiciones y un ritmo que recordara ¡°el presente continuo de Google, en el que todo se da a la vez¡±. Es un desaf¨ªo t¨¦cnico al que la combativa autora a?ade tambi¨¦n, m¨¢s veladamente, el pol¨ªtico: ¡°El pueblo no est¨¢ a la altura de los revolucionarios¡±, le hace decir a Gal¨¢n; un argumento que ella, hoy, voltea del todo: ¡°Son los dirigentes espa?oles los que est¨¢n muy por debajo del ciudadano medio, la indecencia moral de los que nos mandan, que dice Emilio Lled¨®, es may¨²scula; estamos en el mismo punto que en los a?os 20 y 30: Espa?a ha muerto y hay que reconstruirla¡±.
La hija de la exbanquera, aburrida mientras estudia, pintarrajea una foto de Franco, que no sabe qui¨¦n es. ¡°La sombra de Franco sobrevuela todav¨ªa; viendo aquella Espa?a de Gal¨¢n, la del dictador y la actual, uno tiene la sensaci¨®n de que aquello que dijo de que lo dej¨® todo bien atado es verdad: nuestra democracia parece una revoluci¨®n lampedusiana, lo siguen controlando todo los mismos; quiz¨¢ tardemos al menos una generaci¨®n m¨¢s para purificarnos de los posos de la dictadura¡±, deja caer.
Habla Us¨®n deprisa pero con aplomo, tanto en lo personal como en lo literario, paso firme que parecen ratificar sus ¨²ltimas obras. ?Est¨¢ construyendo un friso moral, que estren¨® con la culpa (Coraz¨®n de napalm, La hija del Este) y estar¨ªa siguiendo con el valor? ¡°No, eso ser¨ªa metaliteratura y yo s¨®lo aspiro a narrar, como dec¨ªa Faulkner, el conflicto del coraz¨®n humano consigo mismo¡±.
Babelia
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